La marca de tres ciudades

El enfoque de domingo · La imagen de los pueblos

Arcos y El Puerto son ejemplos de pueblos de la provincia que tratan de remontar una década de declive. Vejer aprovechó la crisis para forjarse una marca de calidad que ha saltado fronteras. Así lo ven sus alcaldes.

David de la Encina con Isidoro Gambín, durante el desayuno en el Diario.
David de la Encina con Isidoro Gambín, durante el desayuno en el Diario. / Joaquín Hernández ‘Kiki’
Pedro Ingelmo

09 de julio 2017 - 09:32

Cádiz/Esta semana queremos examinar cómo se hace imagen de una ciudad. Hemos elegido tres de la provincia. Dos de ellas son Arcos y El Puerto porque hemos considerado que tienen unas trayectorias paralelas, en el sentido de que ambas supusieron el despegue turístico de sus comarcas de maneras muy distintas.

El Puerto se convirtió a partir de los años 80 en una localidad costera con glamour que atraía un turismo joven en una España en la que empezaba a haber dinero en los bolsillos. Florecieron urbanizaciones exclusivas, multitud de locales de ocio y el entonces príncipe y hoy Rey, con su presencia en sitios como El Convento y su participación en las actividades del Náutico, le daba a la ciudad que llegaba a gala su Romerijo de la ribera del marisco un aire incluso aristocrático.

El Puerto estaba de moda y se hicieron famosas en toda España sus macro discotecas franquicia como Joy Sherry o Pachá. Hoy son los propios portuenses los que admiten que su estrella ha languidecido y tiene en las ruinas del otrora lujoso hotel Caballo Blanco un símbolo de su declive. Tiene que ver también con una eclosión hacia el exterior de la vida urbana y un centro desmejorado. Lo que El Puerto señaló fue retomado por otras localidades, como Chiclana, primero, y posteriormente se sumaron Conil, Los Caños, Zahara... Esas zonas se llevaron la esencia del litoral virgen gaditano y Chiclana, con la construcción de los hoteles del Novo Sancti Pettri a principios de los 90 el del turismo exterior. Todo eso antes estuvo centralizado en El Puerto.

Arcos tuvo un papel parecido en los inicios de la conocida como ruta de los pueblos blancos. Era su cabecera, el primer pueblo blanco. Ese papel lo perdió según fueron mejorando las comunicaciones y pueblos más pequeños de alrededor hicieron sus apuestas por convocatorias autóctonas. Arcos perdió peso y se centró en el ladrillo (nunca mejor dicho, tuvo la mayor fábrica de ladrillos de la provincia) y sus trabajadores se especializaron en la teja. Olvidó el turismo, olvidó hablar bien de sí misma y Arcos, cuando llegó la crisis de los ladrillos, se hundió con todos ellos.

Hemos juntado a los alcaldes de Arcos y El Puerto para que hablen de cuáles son sus fórmulas para volver a elevar sus localidades a los puntos de referencia que fueron. Pero también hemos buscado el contrapunto. Durante la década de crisis hay otra localidad, Vejer, que ha experimentado lo contrario. Hace veinte años, Vejer era un pueblo encerrado en sí mismo, sin relevancia dentro de la provincia. Hoy es lo más próximo que tenemos a ese nuevo término llamado gentrificación. Vejer está siempre en los ranking de los pueblos más bonitos de España. Paul Weller o Jude Law han comprado allí fincas. Es uno de los pueblos de la provincia más conocidos en el mercado británico. Vejer ha sabido venderse.

Con estos tres ejemplos lo que hoy pretendemos es saber cómo se crea una imagen, una marca... o cómo se pierde. Hablan tres vecinos de de estos pueblos. Casualmente, son, además, sus alcaldes.

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