Menores en el limbo del mundo digital
nuevas tecnologías
Un Real Decreto regula ya la actividad de los ‘influencers’ pero deja fuera a los niños
La futura Ley Orgánica intentará paliar algunos de los riesgos on line para infancia y adolescencia
El móvil en la comunión y el lobo en la puerta
¿Cuándo dirían que comienza la huella digital de un niño? En muchos casos, a las horas de vida, con padres y abuelos movidos por las ganas de dar la buena nueva al mundo. Hasta un 23%, sin embargo, da inicio a su carrera en plataformas con la ecografía. Y, desde ahí, es un no parar. Desde la tablet y el móvil como herederos de la tele-niñera –¿recuerdan?–, hasta el inicio del uso de internet de forma regular –en torno a los siete años– o el momento de tener un móvil en propiedad: según el INE, uno de cada cuatro niños posee un terminal con diez años. En torno a esta edad, el 40%de los chicos cuentan con perfil propio en una red.
El mundo valiente y nuevo de las nuevas tecnologías nos ha arrollado a todos. Para tener una idea de cómo adelantan los tiempos, el pediatra Joaquín Ortiz –que ingresó esta semana en la Academia de Medicina de Cádiz con un discurso sobre La infancia y adolescencia en los medios de comunicación y tecnologías digitales–, Academia de Medicina de CádizLa infancia y adolescencia en los medios de comunicación y tecnologías digitales apuntaba que el teléfono tardó 75 años en acumular 50 millones de usuarios;la radio rebasó esa cifra en 38 años; la televisión, en catorce. Facebook consiguió 50 millones de usuarios a los tres años y medio de su lanzamiento. Pero es que el juego Angry Birds lo hizo en 35 días. La progresión es geométrica.
Retrepados en semejante velocípedo, por decir, la cara se nos desconfigura a quienes hemos tocado lo analógico. Pero esto no significa, apunta Joaquín Ortiz, que los chavales lo tengan mejor: “Que hayan nacido en la época de la digitalización, no supone que sepan las implicaciones de lo que están haciendo, ni lo muchísimo que están expuestos”.
Ocurre que los peligros que puede involucrar el entorno digital, reales más allá de los discursos boomers, no parecen tener un marco que se les ajuste. El cuerpo legal avanza con esfuerzo al respecto, en un entorno líquido como la sociedad en la que nació. Nada es, todo fluye. Ahora me ves, ahora no me ves.
Entre esos intentos, se encuentra el anteproyecto de Ley Orgánica para la protección de menores en entornos digitales, Entre esos intentos, se encuentra el anteproyecto de Ley Orgánica para la protección de menores en entornos digitales,que se anunció hace unos días. Un texto que tipificará como delito la difusión sin autorización de imágenes pornográficas generadas por IA, elevará de 14 a 16 años la edad para consentir el tratamiento de datos personales y regulará las órdenes de alejamiento on line.
Digamos que la cuestión corre prisa. Un ejemplo: ¿recuerdan el caso de Almendralejo, donde se denunció que varios menores habían distribuido fotos de compañeras desnudas en un instituto caso de Almendralejo? Las imágenes ni siquiera eran reales: fueron creadas a través de la aplicación ClothesOff, “que es clara en su finalidad –dice Joaquín Ortiz–, pues su eslogan es:desnuda chicas gratis”.
Aun así, ni siquiera hace falta la Inteligencia Artificial: la mayoría de alumnos de 1º de ESO ya practican el sexting y, en un par de años, los casos se duplican. Un abrir y cerrar de ojos, desde el regalo del móvil en la comunión o en el paso a Secundaria. En el sexting adolescente, ellas son las principales generadoras de imágenes, y ellos los principales receptores: es decir, las chicas se colocan en una mayor situación de vulnerabilidad, aunque la distribución no consentida de imágenes y vídeos de contenido sexual esté tipificada en el Código Penal. Las consecuencias de esta actividad entran dentro de la amplia panoplia de una temible inconsciencia digital (y ética) –los datos de 2022 referidos a contenido de abuso sexual infantil arrojan que el 78% corresponden a imágenes autogeneradas, en su mayoría realizadas por chicos de 11 a 13 años–.
ADICCIÓN AL MÓVIL: EL TIEMPO ES VIDA
Para Ortiz, es fundamental que “desde pequeños tengan claro que no todo lo que se puede decir y hacer en redes sociales es ni mucho menos correcto ni conveniente; que determinados contenidos no deberían ser ni producidos, ni consumidos, ni difundidos; que sepan que no todo lo que circula por las pantallas es real ni cierto”.
En ese campo desconocido en el que todos jugamos, las reglas apenas empiezan a definirse a nivel oficial, y gran parte del juego se realiza en campeonatos domésticos. Aun con una legislación específicamente adaptada –que no es el caso–, habría amplios espacios en blanco en los que se mueven las familias. De ahí que hayan surgido iniciativas como la plataforma Adolescencia Libre de Móviles; la plataforma Adolescencia Libre de Móviles;el Plan Digital Familiar, puesto en marcha desde la Asociación Española de Pediatría; o el proyecto Desconéctate para conectar, una iniciativa de la Fundación Descubre y la Pablo Olavide. Desconéctate para conectaDesarrollada por las universidades de Sevilla, Cádiz y Jaén, esta propuesta pretende encontrar espacios y alternativas al uso de móviles entre los jóvenes, con la implicación de sus protagonistas y de distintos colectivos.
El objetivo es elaborar un informe para diseñar intervenciones que contrarresten los efectos perjudiciales en la salud física, social y emocional de estudiantes de secundaria, bachillerato y universidad, a partir de una muestra elaborada con medio millar de estudiantes en las tres provincias andaluzas:“Aunque nos están llegando un montón de solicitudes de profesores y padres interesados en poder hacer algo y generar cierta conciencia –comenta Ana Carbonell, profesora en el Departamento Didáctica de la Educación Física, Plástica y Musical de la UCA–. Yo diría que ha generado bastante interés en la comunidad educativa. Además, como la aplicación se puede mandar a través de un enlace, esperamos poder superar ese número”.
La aplicación a la que hace referencia forma parte de la primera fase del proyecto: a través de ella, se evalúan los hábitos de actividad física y uso del móvil, dividiendo el mismo en productividad, redes sociales o entretenimiento. “Esperamos obtener datos distintos según los ciclos, entre otras cosas, porque en los institutos ya no se permite el uso de pantallas”, indica desde Sevilla el coordinador del proyecto, Borja Sañudo.
Todos están convencidos de que se superarán de largo y con mucho las dos horas de uso recomendado:“En estudios que hemos realizado en ámbito universitario, la media superaba las cinco horas –comenta Sañudo–. Pero teníamos alumnos que usaban el móvil más que dormían: nueve horas”.
El enganche –no nos engañemos– es un fenómeno social y generalizado pero, en los adolescentes, el móvil es una extensión connatural al ser. No es que puedan renunciar al sueño: pueden renunciar a la comida, al agua, a un riñón, a un litro de sangre y lo del oxígeno, podemos hablarlo.
Ni Carbonell ni Sañudo creen que notificar el número de horas de conexión vaya a causar especial conmoción entre la chavalería:“Todos sabemos que comer chuches es malo, y la conciencia nos dura un minuto y después seguimos comiendo –desarrolla el especialista–. Lo que sí creemos que va a ser efectiva es la segunda fase, cuando se concreten motivaciones y recompensas”.
En ella, tendrá lugar la puesta en común con familias, representantes sociales, chavales y grupos de discusión, para saber cómo se les ocurre a ellos que se puede afrontar la situación, y qué alternativas pueden ser más eficaces, a nivel de campañas publicitarias, incentivos, comercios, etc. Por último, la tercera fase consistiría en la implantación de aspectos concretos según los distintos grupos. En total, se espera que el proyecto pueda implementarse en un año.
“Creemos que es importante la concienciación social –explica Borja Sañudo–. Pensamos que mensajes como que los adolescentes destinan al móvil más de cinco horas diarias tendrá un impacto social. Pero lo difícil es cambiar esos hábitos”.
Una de las cuestiones que considerará el estudio es si la limitación del uso de pantallas debería llegar también a las aulas universitarias, es decir, con adultos –se supone– funcionales:“Aunque las medidas que sirvan para proteger la salud pública, y es de eso de lo que estamos hablando, habría al menos que abordarlas desde la ciencia, que es a lo que nos dedicamos –apunta Sañudo–, a señalar aquello que tiene un efecto nocivo en la salud”.
Sobre el efecto de las TIC en el desarrollo de la inteligencia hay conclusiones contradictorias, aunque no ayuda que los capos de Silicon Valley hayan eliminado las pantallas de la educación de sus criaturas. Ni cuestiones como que el Gobierno sueco haya suspendido la digitalización en las escuelas al descubrir, horrorizado, que el nivel de lectura y escritura de los alumnos había disminuido considerablemente.
'INFLUENCERS': LOS NUEVOS NIÑOS PRODIGIO
Todo cambia tan rápido que no sabemos a qué podrán dedicarse nuestros hijos: la frase se ha convertido en axioma. A juzgar por las querencias de los niños más pequeños, debe ser cierto. Lo de desear ser bombero o astronauta es antiquísimo. Como mucho, futbolista. Como mucho, Taylor Switf. Pero lo que los niños quieren ser es, por supuesto, influencers –una encuesta de LEGO situaba el porcentaje en un 29%, pero parece que se quedaba corta–LEGO. La tendencia no varía mucho entre sus inmediatos mayores: en España, es algo que desean uno de cada tres jóvenes de entre 15 y 29 años.
“Es un tema aspiracional, sueñas con ser algo parecido a eso –explica Ferrán Lalueza, profesor de Estudios de Ciencias de la Información y Comunicación en la UOC–. La percepción que los pequeños tienen de los influencers es que llevan una vida bárbara: divirtiéndose todo el día, con cosas que ellos desean, y encima ganan dinero. Es normal que sueñen con dedicarse a eso, a nivel de marco referencial y rituales lo tienen muy fácil. Pero claro –reflexiona–, si sueñas con ser futbolista, por ejemplo, haces algo por el camino, aprendes técnicas y valores, te relacionas con otros, etc. Puede que no te dediques a ello profesionalmente pero oye, te has llevado cosas en el recorrido. Si empiezas a hacer tus vídeos y no tienes miles de likes, eres un fracasado, porque sabemos que los que consiguen el éxito son una minoría”.
Impacta ver a una pequeña estrella publicitando cosas en una plataforma en la que, entre otras cosas, no tendría edad ni para abrirse una cuenta. Ese niño, ¿está generando ingresos? Luego, ¿está trabajando? ¿No tiene derecho a la privacidad, a la propia imagen? “Es un coladero –admite Lalueza–. Lo primero, es que han de contar con autorización parental, que es la que tienen, y los padres o tutores lo mismo te dicen que harían eso igualmente, que es como un juego. Pero esto ya no está tan claro cuando esa actividad supone ganancias: cuesta mucho entender que no esté regulado. Por eso, el único criterio medible sería una protección legal, preferiblemente de base comunitaria”.
La pregunta insidiosa en todo este escenario es si el dinero que obtienen los menores va a parar a una hucha: “¿Recuerdas el caso de Arantxa Sánchez Vicario, que el dinero se lo quedaron sus padres y después hubo muchos problemas? -recuerda Mònica Ricou, especialista en Derecho también en la UOC-. Pues no te extrañe que en los próximos años se reproduzcan casos así, en los que esos niños adultos reclamen daños a sus padres. No sólo en lo referente al lucro, sino por intromisión en derechos fundamentales. La exposición en redes sociales, por ejemplo, vulnera ahora y a futuro. Y, por supuesto, aunque hubiera una hucha, seguiría estando fuera de ley".
El Estatuto de los Trabajadores Estatuto de los Trabajadoresprohíbe el trabajo en los menores de 16 años, ni siquiera para sus familiares. Ricou opina que, dado el caso, una denuncia podría tener recorrido, pero es una actividad “que se ha normalizado, que lleva a cabo mucha gente, con los propios padres como ejecutores –indica–. Tendrían que proceder el Defensor del Menor o las administraciones públicas, pero el ministerio fiscal no va a personarse, a no ser que vea imágenes constitutivas de delito”.
Para la especialista, se ha perdido “una ocasión increíble” para regular este fenómeno en la reciente aprobación del Real Decreto sobre el intercambio de vídeos a través de plataforma, que deja fuera a los menores. Máxime, cuando “todo lo que está en plataformas no tiene una regulación suficiente ni específica para ellos–señala–. Cuanto más unificada está una ley, más fácil es enumerar las infracciones y ver quién es la autoridad competente”.
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