Joaquín Benítez
Luces y sombras en navidad
Industria naval en la Bahía
El Ministerio de Hacienda ha autorizado este martes el gasto de 167 millones de euros para la construcción del Buque de Acción Marítima de Intervención Subacuática (BAM-IS), que el plan estratégico de Navantia asigna al astillero de Navantia Puerto Real, según han confirmado fuentes del Gobierno. Este programa es una de las principales reivindicaciones de la plantilla del astillero, y el anuncio llega justo en la víspera de la manifestación que recorrerá este miércoles el centro de Cádiz en demanda de más carga de trabajo.
El presupuesto del buque asciende a 200 millones de euros, de los que 167 corresponden a los trabajos de Navantia, y el resto a la compra de equipos de exploración submarina y revisiones, según recoge el plan estratégico. Para la Bahía de Cádiz supone una carga de trabajo de 1,3 millones de horas durante tres años y medio. En este periodo se generarían 1.115 empleos anuales, entre directos, indirectos e inducidos. De ellos, casi 160 serían empleados directos de Navantia, otros 290 de la industria auxiliar y 665 puestos de trabajo generados por suministradores.
Este contrato es esperado como agua de mayo en el astillero de Puerto Real, falto de contratos de construcción naval tras la entrega del último petrolero para Ibaizábal. La elección de Puerto Real en vez de San Fernando –donde se han ejecutado la mayor parte de los BAM para la Armada salvo uno en Ferrol y otro en Puerto Real– se debe a que el contrato de las corbetas copa casi por completo la capacidad del astillero de la Isla. Precisamente, Navantia anunció en marzo del año pasado que iba a dar luz verde a los trabajos de ingeniería de este buque una vez que se difuminó la posibilidad de colaborar con el astillero francés Chantiers de l´Atlantique en la construcción de cruceros. Pero la inestabilidad política que ha vivido España en los últimos dos años, con presupuestos prorrogados desde 2018 y una sucesión de elecciones generales, ha frenado el proyecto.
El futuro BAM-IS deberá dar servicio a la nueva familia de submarinos S-80, que Navantia fabrica en el astillero de Cartagena y cuyo desarrollo acumula un notable retraso. Sustituirá al Neptuno, un barco construido en 1975 y que se encuentra al final de su vida útil, en la función de operar como buque de salvamento y apoyo en las operaciones de rescate de submarinos.
La Armada anunció en noviembre de 2017 que necesitaba un barco de estas características ante la evidente obsolescencia del Neptuno. A diferencia de ocasiones anteriores, la Marina española avanzó que el proceso se encontraba en “fase de diseño y de elección del astillero”. La noticia causó entonces sorpresa en Navantia, que ya había presentado una oferta por el BAM-IS, debido a que hasta ese momento, todos los encargos de la marina española habían llegado hasta la empresa pública de construcción naval a través de la pertinente consignación en los Presupuestos Generales del Estado.
El nuevo procedimiento de adjudicación causó polémica. Tanto sindicatos como la Junta de Andalucía, en manos entonces del PSOE, criticaron la decisión del Ministerio de Defensa, dirigido en ese momento por María Dolores de Cospedal. Pocos meses después, la Armada matizaba que “la opción preferida es la construcción en Navantia, con quien tenemos experiencia, compartimos instalaciones y tiene un proyecto que cumple los requisitos demandados”. Con el cambio de gobierno y la llegada de Margarita Robles al Ministerio, el proyecto siguió adelante.
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