Mucha educación y más frialdad
Los dirigentes socialistas de la provincia huyen de aspavientos y malos gestos pero pese a sus intentos no pueden disimular la división nítida que reina hoy en el partido
Sucedió ayer en Paterna, antes de la reunión de la ejecutiva provincial. El consejero Menacho recibe felicitaciones y reparte abrazos por doquier. En un momento dado se acerca a un pizarrista confeso, le estrecha primero la mano y luego le da un abrazo. Un redactor gráfico capta ambas instantáneas. Y cuando Menacho se aleja, el segundo se acerca al fotógrafo y le dice: "La foto del apretón de manos, pasa, pero la del abrazo no me gustaría que la usaras. Yo no quería abrazarlo".
Y es que en el primer cónclave socialista de la provincia tras la sacudida del lunes hubo mucha educación pero más frialdad. Posiblemente por la masiva presencia de periodistas, la mayoría de los dirigentes socialistas optaron por el disimulo, por sacar sus sonrisas forzadas y por pasar el trago cuanto antes mejor. Eso lo hizo una mayoría, porque evidentemente hay dirigentes que han aceptado de buen grado los cambios habidos en la Junta. Los detalles de la llegada juntos de Menacho, Jiménez Barrios y José Luis Blanco y, posteriormente, la sonrisa de Pilar Sánchez cuando accedía al lugar de la reunión acompañada por su homóloga de Sanlúcar, Irene García, no pasaron desapercibidos.
Esta alegría es en parte lógica porque un sector del partido suspiraba por estos cambios desde que en el congreso regional de hace un año se abriera la primera brecha entre Griñán y Cabaña. También anhelan que llegue una gestora o un congreso provincial extraordinario que descabalgue a Cabaña, aunque eso, de momento, no tiene visos de que se vaya a producir.
Hay dos evidencias: la primera es que en el PSOE de Cádiz conviven hoy dos facciones muy diferenciadas que están llamadas a entenderse o a tirarse de los pelos una vez que se celebren las municipales. Porque a finales de año habrá que elaborar unas listas para el Congreso, para el Senado y para el Parlamento andaluz en las que, casi con toda seguridad, ya no estarán Chaves, Pizarro, Antonio Fernández y puede que tampoco Rubalcaba. Confluyen muchas vacantes y muchos intereses.
Y la segunda evidencia es que hoy en día Cabaña controla con claridad no sólo la ejecutiva provincial del partido sino también al conjunto del PSOE de Cádiz. Pero, ¿qué pasaría si Griñán señalara algún día a otro dirigente como su hombre de confianza en la provincia? Si eso se produce, ya no valdrá el disimulo.
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