Mujeres y ciencia: más allá de un día

efemérides

Investigadoras de la provincia rememoran el haber crecido sin referentes, hablan del peso de la visibilidad y de sus mejores armas: la tenacidad y la curiosidad

Isabel Caballero, del ICMAN-CSIC, en uno de los laboratorios.
Isabel Caballero, del ICMAN-CSIC, en uno de los laboratorios. / Julio González

Es su día porque, hasta muy poco, parecían invisibles. Si uno pensaba en una científica, llegaba flotando, en contraste blanco y negro, el rostro de Marie Curie. La excepción a la regla. Poco a poco, han ido rutilando las presencias luminosas de Hedy Lamarr, Ada Byron, Mary Anning, Jimena Quirós. De la cantidad de trabajos, con esfuerzo femenino, que fueron deglutidos o minimizados.

Es distinto, sí, pero el diagrama de tijera que marca la cátedra sigue existiendo. La escasa representación femenina en carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) –un 35%, según la Unesco– es un hecho. Especialmente débil, según el Sistema Integrado de Información Universitaria, es la representación en Ingenierías (71% masculinas) e Informática (86,6%, hombres).

Por el bien de la visibilidad, y del goce de la curiosidad, varias científicas presentes en la provincia hablan de sus experiencias, más allá de la efemérides.

VANESA ESPAÑA

"La hazaña de Lynn Hill me impactó: nada es imposible para nosotras"

Licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Doctora por la Universidad de Granada y Profesora Titular de la Universidad de Cádiz. Investigadora de carácter internacional, especialista en fisiología de la escalada y promotora del ejercicio físico por su influencia positiva sobre la salud.

Escaladora y “apasionada de las montañas”, Vanesa tiene claro que contar con referentes “te da fuerzas, motivación, ilusión e inspiración para avanzar... Es importante visibilizar (se) para crear referentes que ayuden a crear otros referentes en diferentes áreas. Y si no hay, pues se crean y se lucha para conseguir los propósitos que una quiere …”

Los roles e inercias sociales, piensa, te van formando “desde la niñez”: "De ahí la importancia de tener modelos a seguir, cuantos más, mejor. Te dan confianza y seguridad porque te ayudan a creer en algo". Y la escasez de referentes femeninos contribuye "a disminuir el interés en las carreras técnicas". "Pero me alegra ver que hay mujeres que luchan por conseguir aquello que les gusta, ya sea matemáticas, física, astronomía, mecánica o bombera –apunta–. Pasitos pequeños pero firmes que ayudan a avanzar y ver la profesión como tal y no dependiente del sexo".

En el caso de Vanesa, los referentes son muchos y cercanos, aunque no relacionados con el deporte o la ciencia: “Mi yaya, mi madre, mis hermanas, mis amigas...” En especial, cree que el “tesón y la constancia” de su padre y “la confianza, alegría y energía” de su madre han fundado su personalidad. En el ámbito científico, menciona a Phill Watss (profesor de la Universidad del Norte de Michigan), un referente al que le "emocionaba leer" y hoy es "compañero y amigo". Y apunta el hito de la escaladora estadounidense Lynn Hill: “Consiguió escalar en un solo día por primera vez en la historia la vía Nose (El capitán, Yosemite). Era mujer y me impactó. Nada es imposible para nosotras”.

Vanesa descubrió la escalada en la adolescencia, y se convirtió en el motor de su vida: “Mis estudios, mis investigaciones, mis estancias en el extranjero, mis amistades, mis viajes, mi vida profesional y personal estaba y está ligada a este deporte desarrollado en el medio natural –afirma–. Siempre quise saber más de todos los aspectos fisiológicos relacionados con la escalada, y de ahí mi profesión".

¿Sentirse al revés del mundo? Por supuesto. "Cuando estás en la Facultad de Medicina realizando ciencia en escalada, con un grupo de investigación compuesto por hombres brillantes, y tus movimientos científicos siempre están ligados a un deporte casi desconocido (cuando yo empecé), es fácil sentirse un bicho raro… Pero la pasión y la ilusión desvanecen ese pensamiento y terminas sintiéndote un “bicho especial”.

XIAOWEI CHEN

"Al igual que en otros países, en China, la mayoría de científicos famosos o poderosos son hombres"

Doctora en Química con una tesis postdoctoral en Oxford durante un año, y una estancia de más de tres años en el Instituto Fritz-Haber, uno de los más prestigiosos a nivel mundial. Xiaowei Chen es de China –nos recuerda que esta noche es la Nochevieja del Año Nuevo Chino–, donde aún reside su familia. En marzo de 2007, a través de un contrato Juan de la Cierva, se incorporó a la Universidad de Cádiz, donde ha continuado su carrera como investigadora, a la par que impartía clases de Química, hasta conseguir, en 2016, una plaza como doctora. En 2017 obtuvo plaza de profesor titular.

El suyo fue uno de esos casos de vocación temprana: la niña que sacaba buenas notas en matemáticas y flojeaba en lengua. Recuerda que, cuando empezó a estudiar Química en el instituto, tuvo un primer examen con una nota “regular”: “Entonces me puse a estudiar más, y me enganché a la química. Quería saber cómo se movían los electrones en los átomos, etc., y el seguir con la especialidad en la carrera fue para seguir dando respuesta a mi curiosidad”. Piensa que fue importante el apoyo de sus padres, “que me dejaron estudiar lo que me gustaba", en una familia en la que nadie se había dedicado a la carrera científica. Como es el caso del resto de investigadoras de este reportaje, Xiaoewi creció sin referentes que unieran ciencia y mujer: “Podría decir Marie Curie, pero cuando era pequeña, no sabía mucho sobre ella”, ríe. "En China, al igual que en otros países, la mayoría de científicos famosos o poderosos son hombres. Aunque en algunas ramas de ciencias, no hay mucha diferencia en el número de investigadores e investigadoras –explica–. Para ser un científico famoso, hay que trabajar continuamente, también en fin de semana y durante las vacaciones, y viajar mucho: no todas mujeres pueden hacerlo con familia y niños", aunque deja claro que, aun así, “encontramos muchísimas investigadoras que superan a sus compañeros”.

"Pero nunca he pensado que mi caso fuera la anomalía, la excepción –indica–, porque siempre he tenido a mi alrededor compañeras o amigas".

MARÍA JESÚS MOSQUERA

"Vengo de una familia materna en la que bisabuela, abuela y madre, todas ellas, tuvieron una carrera profesional"

Catedrática de Química y Física, María Jesús Mosquera es Vicerrectora de Política Científica y Tecnológica –la primera mujer en liderarlo, y la única en estos momentos en las universidades públicas andaluzas–. Es también responsable de varios proyectos de investigación de prestigio internacional, como InnovaConcrete (desarrollo de materiales y técnicas innovadoras para la conservación del hormigón histórico en la recuperación del patrimonio).

Para la Vicerrectora de Política Científica y Tecnológica, los “roles sociales son fundamentales” a la hora de escoger un campo de acción. “Siempre existe esa percepción de que las ingenierías son territorio vetado para las mujeres, pero en estudios relacionados con la química, la sanidad, lo ambiental, las ciencias experimentales, incluso, encontramos mayor presencia femenina, con calificaciones superiores –explica–. Ahora, siempre llega un punto en el que vemos que los proyectos de investigación son liderados por mujeres en minoría. ¿Por qué? Porque el porcentaje de cátedra sigue siendo menor: en la UCA, es el 20% de todas las carreras, así que en ciencias experimentales y puras, aún menos".

Y luego está la vieja creencia, esa especie de que las mujeres suelen ser más de Letras o, en todo caso, de rama científico-sanitaria: "Algo que no tiene ningún fundamento –subraya–. Las mujeres que hay en carreras técnicas normalmente suelen tener también expedientes más brillantes: no porque sean más inteligentes o menos, lo que sí solemos ser es más estudiosas". En su caso, siempre le habían dicho que, de estudiar algo de ciencias, lo mejor era una farmacia "porque así quedaba para la familia. Pero yo quería la investigación".

"En la carrera académica –quiere aclarar– no veo que exista discriminación, pero sí hay una situación social que genera ese techo de cristal de la investigadora que es, claro, la carga familiar. Una serie de obligaciones que cree que son suyas, y respecto a las cuales un hombre está mucho más libre para realizarse. Pero el problema, repito, está en la sociedad. En ese sentido, sí que veo que es necesario que se visibilice que hay mujeres capaces de compatibilizar carrera científica y familiar". Mosquera no es de Cádiz: no tiene aquí familia, "y, con un marido militar, cuando mi hijo era pequeño, me las tenía que arreglar sola para todo. Nadie me preguntaba cómo podía hacerlo. Pero luego, cuando cambiaron las cosas y era yo la que podía salir, todo eran aspavientos: '¿Cómo te las vas a arreglar, con el niño?' Esa percepción sigue existiendo". En la Alemania Oriental, había un nombre para las mujeres científicas: madres cuervo.

“¿Quién no ha tenido la sensación de ser un bicho raro? –dice–. Sobre todo, porque la investigación es una carrera de fondo, se retrasa mucho el momento plaza fija y, mientras, no sabes si continuar o no, no conoces las normas... De hecho, muchos compañeros míos se fueron al extranjero y ya no volvieron (yo he tenido la suerte de que sí)".

"Lo mismo en otro sitio, las cosas hubieran sido más fáciles –reflexiona–. Pero cuando ves la posibilidad de generar conocimiento, en ámbitos tan complicados pero tan divertidos... Es muy estimulante".

Relativiza el peso genérico de los referentes: quizá porque, como el resto, creció sin chapas de la Tereshkova. "De pequeña, lo que quería ser era princesa, como todas", dice. Aunque no es cierto que creciera ausente de modelos: su padre era ingeniero y madre, profesora. "Y vengo de una familia materna, bisabuela, abuela y madre, en la que todas ellas tuvieron una carrera profesional entre otras cosas, porque se quedaron viudas jóvenes y tenían que sacar adelante a su familia. Había un matriarcado en el sentido de que no dependían económicamente del hombre. Y, de hecho, creo que esa es la clave de todo: la independencia económica, ahí está la clave de la libertad".

ELENA FERNÁNDEZ

"Todas somos bichos raros. Pero todos lo somos hagamos lo que hagamos".

Catedrática en Estadística e Investigación Operativa, su trayectoria muestra el peregrinaje propio de la ciencia. Es de San Sebastián, pero se licenció en Matemáticas en Zaragoza. Tras unos años sin saber qué hacer, comenzó a preparar unas oposiciones para trabajar en Cajas de Ahorros, "muy difíciles, pero un chollo por entonces". Pero empezó a dar clases de Matemáticas en la Facultad de Informática, y el gusto la llevó a hacer una tesis doctoral, que sacó en la Politécnica de Cataluña, donde ha estado dando clases hasta su traslado a la UCA. También es directora del comité de ciencia de la Real Sociedad Matemática Española.

En su época, que una mujer tuviera una carrera, en general, era poco más que “un adorno”. Y, para adorno, lucían igualmente las carreras de Letras: "Te educan, desde siempre, en para qué vas a querer tú una carrera, qué uso le vas a dar. Las técnicas era algo más serio, más de ganarse la vida". De hecho, a lo largo de los años ha visto incluso un decremento en el número de chicas que estudiaban ciencias: "Al principio, muchas iban a coles de monjas y había mujeres que estudiaban matemáticas, física... para dar clase en los colegios –comenta–. De hecho, cuando llegué a Barcelona, a mediados de los 80, prácticamente había el mismo número de chicos que de chicas: algo que cambió cuando pasó a ser una ingeniería. Ahora veo una pequeña mejora, pero la tendencia aún no ha cambiado".

Y apunta también una cuestión que cree generacional: “El destacar por arriba, en el caso de las mujeres, no estaba bien visto. El pater familias lo era por algo. ¿Para qué iba a querer una mujer una carrera técnica? Para nada. ¿Por qué demostrar que podía hacer algo que estaba asignado a un rol de hombre? Al fin y al cabo, no íbamos a trabajar de eso".

"En la mujer –prosigue–, parece que siempre ha habido dedicaciones de primera y de segunda". Madre cuervo. "Y luego, se transmite la idea de que esto es difícil, pero no son materias más difíciles que la Lengua u otra disciplina, todo requiere un esfuerzo..." De hecho, su camino académico en un ámbito tan exclusivo comenzó, precisamente, "porque me tenía que esforzar un poco más. Y las matemáticas, más conceptuales, cosa que comparten con la Lengua, me atraían más". Aunque no recuerda referentes concretos, sí menciona a aquellas personas "que ves a tu alrededor y tienen una dedicación rigurosa a su profesión. Si un estudiante ve esa entrega, siempre va a ser motivador".

"Todas somos bichos raros –afirma–. Pero todos lo somos hagamos lo que hagamos".

ISABEL CABALLERO

"En la época de Instagram, sí que creo que es importante fomentar la presencia de las mujeres en la ciencia"

Oceanógrafa, investigadora postdoctoral en el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN-CSIC), en Puerto Real, actualmente trabaja en el proyecto ‘Sen2Coast’ en el que, a partir de las proyecciones de alta definición obtenidas del Sentinel-2, puede aportar información, por ejemplo, de zonas críticas ante la subida del nivel del mar por el cambio climático. Licenciada en Ciencias del Mar en la Universidad de Vigo, doctorada en Ciencias en Granada, ha realizado una estancia de dos años en la NOAA de Washington antes de regresar a España.

"No recuerdo haber tenido ningún referente específico, sobre todo, científica. Querer ser, quería ser arqueóloga –rememora–. Pero estamos hablando de la época analógica, y es hablar de un mundo diferente. En un lapso generacional de diez, quince años, todo ha cambiado mucho y la sociedad es muy icónica: necesita más tener un rol, una imagen. Ahora, en la época de Instagram, sí que creo que es importante el fomentar la vocación científica y la presencia de las mujeres en la ciencia".

Principalmente, porque el sesgo de género en las carreras STEM sigue siendo tremendo: como ejemplo, "un congreso internacional de hidrografía que se organizó hace dos semanas, con científicos, navegantes de Marina, etc. De los 200 participantes, contábamos con 15 mujeres en total, y sólo dos, presentábamos".

Aunque no hay referentes directos en su vocación, de existir “una figura que me hizo ser científica, es la curiosidad –afirma–. Las ganas de dar respuestas a las cosas. Lo que más me ha gustado de la ciencia ha sido lo que tiene de cualidad intangible", comenta. "Ahora, por ejemplo, que he empezado a tutorizar a una alumna, sí que veo que lo mismo soy yo la que ejerce de figura 'posible' para ella".

Menciona a Cousteau, "a quien todos hemos leído. Pero fíjate, lo mismo me impulsó más Julio Verne, por esa capacidad de recrear y de hacer y dar preguntas, aunque sea ficción". "Nuestro trabajo es hacer que las nuevas generaciones decidan qué quieren ser de mayor, aunque no tengan roles bien definidos o un modelo concreto que seguir, pero que los haya –prosigue–. Yo quiero pensar que pongo mi pequeño granito de arena si, alguna chica que escuche alguna de mis charlas, en vez de decir quiero ser influencer dice: quiero ser oceanógrafa. Luego depende de la naturaleza de cada uno, es cierto. Pero, como decía Carl Sagan, en algún lugar hay algo esperándote. Hay que abrir la oportunidad de fomentar vocaciones".

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