PSOE de Cádiz: Un año para poder dar el vuelco

Una nueva etapa en el socialismo gaditano

El éxito de Ruiz Boix tiene su origen en la alianza inesperada de varios sectores del socialismo disconformes con la gestión en la provincia

El mérito de la 'nueva mayoría' es que las primarias en el PSOE-A no rompieron el bloque

Otra lectura: el 'pizarrismo' vuelve a derrotar al 'romanismo' nueve años después

Ruiz Boix, en su rueda de prensa de ayer en Cádiz tras la presentación de su canddiatura.
Ruiz Boix, en su rueda de prensa de ayer en Cádiz tras la presentación de su canddiatura. / Julio González

El PSOE de Cádiz se apresta a vivir un vuelco con la salida de Irene García y la llegada de Juan Carlos Ruiz Boix a la secretaría general. Y los autores de ese vuelco son muchos y, además, llevan mucho tiempo trabajando en ello.

Todo empezó hace ahora un año, más o menos, cuando comenzaron las reuniones entre sectores diferenciados del socialismo gaditano para empezar a definir el futuro del PSOE, tanto en el conjunto de Andalucía como en la provincia. Las mesas-camilla retornaban al partido. Y ahí empezaron a verse las caras e incluso a conocerse dirigentes que, en algunos casos, no se tenían excesivo aprecio.

Alrededor de esa mesa había pizarristas (Gemma Araujo, Alfonso Moscoso, Javier Pizarro), susanistas (Patricia Cavada, Manuel Jiménez Barrios, Fernando López Gil o Ana Carrera, entre otros), uno de los primeros pedristas de la provincia como Fran González y alcaldes de peso que hacían apología de su indepententismo como Mamen Sánchez (Jerez) y el propio Ruiz Boix (San Roque).

Se iba conformando así un núcleo de dirigentes a los que les unía su rechazo a la gestión de una dirección provincial que estaba controlada por el tándem Irene García/José María Román. Estos dos dirigentes habían vivido no pocos desencuentros, y ahí están los ejemplos de cuando Irene García le arrebató a la fuerza la portavocía del Grupo Socialista en la Diputación al alcalde de Chiclana o cuando el romanismo se inventó en 2017 un candidato alternativo para disputarle –al final sin éxito– la secretaría general a la dirigente sanluqueña. Pero, sobre todo en los dos últimos años, esta alianza entre Irene García y Román se fue consolidando, asumiendo ambos un control férreo del partido y de la Diputación. Hasta el propio regidor chiclanero llevó a la secretaria general del PSOE de Cádiz a la sede de Ferraz para que ésta corroborara por sí misma que estaba dispuesta a dejar a un lado su susanismo de siempre.

La nueva corriente anti-Irene que se iba creando, bautizada por ellos mismos como la 'nueva mayoría', tenía claras dos ideas: el apoyo a Pedro Sánchez como líder federal del partido era incuestionable y las opiniones contrarias sobre la continuidad de Susana Díaz al frente del PSOE-A no podían romper esta nueva alianza.

Y así fue. Llegaron las primarias entre Espadas y Susana, los dirigentes de esta ‘nueva mayoría’ tomaron caminos contrarios pero después, cuando tocaba ya hablar de la provincia de Cádiz, vencedores y derrotados volvieron a sentarse en la mesa camilla.

Y ahí empezó la ofensiva que ha derivado en la confirmación, ayer, de Ruiz Boix como único candidato a liderar el PSOE. Este hecho tiene una fecha clave: el 26 de septiembre. Ese día, en las votaciones para elegir a los delegados al congreso federal, la 'nueva mayoría' lograba lo más difícil: derrotar al aparato del partido, y eso a pesar de que Irene García se fajó para intentar salvar la situación, trayendo a Juan Espadas a la Diputación a un acto protocolario y multiplicando sus actos como presidenta de la Corporación provincial por la geografía gaditana.

Derrotado, el tándem Irene/Román reaccionó haciendo un llamamiento a sus correligionarios para engordar el censo de militantes de cara a unas hipotéticas primarias gaditanas, una maniobra esta última que también sería copiada por la otra candidatura. Y, en paralelo, cruzaron los dedos esperando que Juan Espadas les echara una mano diciendo públicamente que Irene García debía seguir controlando el partido. El mensaje de que los susanistas no se habían disuelto y que estaban detrás de Ruiz Boix le llegaba un día sí y otro también al nuevo secretario general del PSOE andaluz.

Pero Espadas lo único que quería es que no hubiera una guerra civil entre los socialistas gaditanos, después de que dos ex alcaldes fueran cesados como asesores de la Diputación. Por eso buscó que Irene García se retirara de esta carrera por liderar el partido en Cádiz, algo que ella aceptó a cambio de entrar en la ejecutiva regional y poder seguir presidiendo la Diputación de Cádiz. Y después, sabedor de que Ruiz Boix lo tenía todo de cara para triunfar en unas primarias, Espadas se empeñó en alcanzar una lista de consenso, para lo que ha contado con la colaboración del alcalde de Rota, Javier Ruiz Arana, una persona de su total confianza que primero anunció su intención de presentar candidatura a la secretaría general de Cádiz y que luego confirmó su retirada tras aceptar Ruiz Boix integrarlo en su primera legislatura.

La situación actual del PSOE gaditano deja otra lectura llamativa entre las que han sido las dos corrientes históricas de este partido en esta provincia y es que el pizarrismo, aunque sea con ayuda, ha vuelto a derrotar al romanismo después de nueve años sin poder hacerlo. En 2012 los votos de Román y del resto de los delegados de Chiclana fueron esenciales para la primera victoria de Irene García, y durante estos nueve años el pizarrismo no ha tenido poder decisorio alguno en el PSOE provincial. Pero si los Román tienen mucho predicamento en Ferraz, que lo tienen, parece claro que ahora no influyen tanto de El Cuervo para abajo.

El alcalde de San Roque tiene una tarea complicada. En la conformación de su equipo tiene que integrar al regidor roteño y también al irenismo, de acuerdo con el pacto que cerró con Irene García antes de la retirada de ésta. Pero tiene que hacerlo con tacto, para no causar recelos entre los integrantes de esa mesa camilla que le han llevado hasta donde está hoy. Porque como esa mesa camilla salte por los aires su tan buscado liderazgo puede ser efímero.

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