Petaca Chico y González Byass sellan su amistad en La Breña
Las firmas gaditanas organizan una jornada gastronómica junto a la Torre del Tajo del parque natural que resulta una experiencia sensorial
Atún y jereces demuestran su sintonía
Cádiz/Todos los océanos no tienen por qué ser líquidos. Los hay de tiempo, de arena, de agua salada donde viven como reyes los atunes salvajes, y también mares verdes de pinos que se pierden de vista hasta fundirse con la costa. Hay lugares así, paraísos cercanos, que quizá son menos valorados precisamente por ser nuestros. Uno de ellos es el parque natural de La Breña, donde las firmas Petaca Chico y González Byass decidieron escenificar el inicio de una bonita historia de amor que, quién sabe, puede durar toda la vida.
Allí, junto a la Torre del Tajo, construida en el siglo XVI para alertar a los lugareños de los ataques de los piratas berberiscos, se celebró un picnic inolvidable a base de atún pero también de jereces que son auténticas joyas. El maridaje resultó perfecto. La jornada, una fiesta para los sentidos en la que no faltó de nada.
Arrancó con una levantá, la última de la temporada, llevada a cabo por Petaca Chico en la almadraba de Barbate. Tras capturar 30 ejemplares, los invitados se desplazaron a tomar un aperitivo al restaurante El Capitán, en el mismo puerto de la localidad jandeña, y desde allí comenzó la subida hacia el lugar escogido con mucho tino para presentar los productos.
Antonio Gómez, director del parque natural de La Breña, un lugar que todos los gaditanos debieran conocer más pronto que tarde, explicó algunas de las excelencias de sus dominios, aunque en este caso es difícil describir con palabras algo tan bello, al menos para los que no somos poetas. Otro Antonio, Flores en este caso, enólogo de las bodegas González Byass, sí que podría. Porque Antonio, que fue el encargado de presentar sus magníficos vinos, arrancó olés y vítores a cada oda que regaló a sus caldos, como buen padre, como el amante nuevo, con una voz profunda pero tan amable como un amontillado. Pepe Argudo, jefe de marketing de las bodegas jerezanas, actuó como perfecto anfitrión junto a Pedro Muñoz y Alberto Sánchez, directores de comunicación de Petaca Chico. Al evento también asistieron dos de los tres hermanos propietarios de esta empresa.
Y así, entre el océano verde y el azul, empezó a manar otro de color ámbar, con aromas a avellanas, a nueces, a almendras, con nombres de vinos de nuestra tierra, los mejores del mundo, Fino Tío Pepe en rama, Amontillado Viña AB, Palo Cortado Leonor, Oloroso Alfonso, Pedro Ximénez Noé... y atún de almadraba de Petaca, y las manos y la creatividad de Mauro Barreiro funcionando, en una sinfonía de colores y olores y matices espléndidos.
Y para completarlo todo hasta se realizó una visita a lo más alto de la Torre del Tajo, desde cuyos 13 metros de altura el espectáculo hacía que entraran ganas de llorar y de preguntarse cómo todavía hay tesoros en la provincia tan desconocidos para la mayoría. Atún rojo, vinos de Jerez, fortificaciones con mil historias que contar, parques naturales junto al mar, acantilados que ven pasar manadas de delfines, y en frente, como envidiosa, tan cerca y tan lejos a la vez, África. ¿Quién da más?
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