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Premiados con todas las de la ley

Dos vecinos de Benalup que encontraron la necrópolis del Bronce de Alcalá logran que el TSJA obligue a la Junta a darles la compensación legal que les corresponde por el hallazgo de todo el conjunto funerario

Manuela Lago y Gil Birués de Segovia, el pasado viernes en Alcalá, junto a la reproducción de una de las tumbas que hallaron.
T. Ramos / Cádiz

14 de febrero 2010 - 05:01

Aquí no se trata de un premio en un concurso de televisión por adivinar quién es el personaje misterioso. La Administración, la Junta de Andalucía, no parece que ponga ahí problemas: usted va a Canal Sur, adivina y ellos le pagan a tocateja 3.000 euros. No, ahí no hay discusión. La discrepancia, las pegas, el conflicto, en fin, parece que viene cuando hay que compensar a los descubridores de una joya arqueológica que en lugar de callarse, recoger, poner a buen recaudo el tesoro y sacarle luego un buen pellizco en el mercado ilegal, optan por dar cuenta a la Administración, entregan lo primero que encuentran, se preocupan de que el lugar no sea expoliado, reclaman por escrito una actuación urgente que salve el tesoro cultural y, después, ayudan con entusiasmo a los arqueólogos.

La ley prevé una compensación para quienes, como hicieron Manuela Lago y Gil Birués de Segovia Diego, piensan antes en el patrimonio de todos que en su propio beneficio cuando se topan con unos restos arqueológicos. Es un modo de intentar frenar el expolio, de impedir el inevitable negocio ilegal de piezas.

Pese a ello, pese a que la ley está ahí, Manoli y Gil, vecinos de Benalup-Casas Viejas, han tenido que pleitear con la Junta de Andalucía para que se les reconozca, como ahora dice una sentencia, el derecho a percibir un premio legal por el hallazgo de una necrópolis.

Manoli y Gil son los descubridores de la necrópolis de Monte Bajo, en Alcalá de los Gazules, un yacimiento de la Edad del Cobre y los inicios de la Edad del Bronce, unas tumbas de hace cinco mil años. Una gran joya. Ellos recuerdan ahora que la Junta de Andalucía los despachó en principio con mil euros. Luego, cuando supieron que les habían tomado el pelo y reclamaron, les dieron 7.900 euros: por las piezas que recogieron y entregaron al encontrar el yacimiento. Ahora, una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) anula esa tasación y obliga a la Junta a hacer otra: a compensar a los dos vecinos de Benalup con una cantidad que tenga en cuenta el valor de todo el descubrimiento.

"Si la ley de Patrimonio contiene medidas de fomento que integran una parte de la regulación del Patrimonio Histórico y su finalidad es estimular las conductas que faciliten su acrecentamiento", argumenta el TSJA, "sería absurdo con la interpretación que sostiene la Administración (de sólo valorar los bienes muebles encontrados) que sea más valorable el descubrimiento de un simple objeto que el conjunto unitario del que forma parte".

La resolución no deja lugar a la duda. La Junta no tiene que tasar sólo el hacha, las vasijas, el cuchillo de sílex, los vasos, las flechas y otros objetos que Manoli y Gil recogieron en la presa del Barbate en septiembre de 2004. Gil había ido a pescar a la presa del Barbate y encontró un cuenco. Se lo llevó a casa y siete días después fue a pescar al mismo lugar. Esta vez lo acompañaba Manoli. Fue entones cuando se toparon con las vasijas, el hacha... Se lo comunicaron al Ayuntamiento y a la Delegación de Cultura. Un arqueólogo se desplazó a Alcalá y ellos lo acompañaron para señalarle el sitio, el lugar del hallazgo.

Manoli y Gil se entusiasmaron con el hallazgo. Allí estaban las huellas de las gentes que habitaron aquella zona en el tercer milenio antes de Cristo. Los que dejaron sus pinturas en las cuevas del Tajo de las Figuras. ¿Cómo no emocionarse al tocar sus objetos, al observar la estructura que había salido a la luz al descender las aguas del pantano?

Tras colaborar con los arqueólogos que excavaron la estructura funeraria, la pareja siguió visitando el lugar. El agua siguió bajando y dejó al descubierto otras tumbas. Entonces, en junio de 2005, Manoli y Gil, preocupados ante el riesgo de expolio, acudieron a la Delegación de Cultura y solicitaron un plan de excavación urgente que evitase el desastre.

"Fue una historia muy bonita", recuerda Manoli desde su casa de Benalup. Se integraron como voluntarios en el equipo de la Universidad de Cádiz que se ocupó de la excavación. Y fueron unos meses inolvidables, apasionantes.

La decepción llegó después. Cuando sintieron que los dejaban de lado, que no les reconocían su papel en el descubrimiento de la necrópolis. En Cádiz, en la presentación de los restos arqueológicos, tuvieron la sensación de que ni los miraban.

Cuando les llegó la compensación económica, pensaron que no les estaban reconociendo lo que en realidad hicieron. Decidieron pleitear y una sentencia les ha dado ahora la razón. "La verdad es que ha sido una sorpresa", comenta Manoli. "No esperábamos que fuesen a reconocer que nosotros hallamos la necrópolis. Pero así fue".

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