Madres en rebeldía: “Mi hijo no irá al cole y si viene absentismo escolar, aquí estoy”

EDUCACIÓN

Hablamos con familias cuyos hijos aún no han pisado un centro educativo por temor a un contagio de coronavirus

"Mi hija perderá un año escolar pero es mejor eso que perder la vida”, dice una de las madres

Carmen, Vanesa y Lola, tres de las madres que no llevan a sus hijos al a escuela ante el temor a un contagio
Carmen, Vanesa y Lola, tres de las madres que no llevan a sus hijos al a escuela ante el temor a un contagio / C.P.

Puerto Real/El pasado 10 de septiembre alrededor de 271.000 alumnos gaditanos volvieron a los centros educativos tras seis meses en casa debido a la crisis del coronavirus. Lo han hecho siguiendo un protocolo de seguridad frente a la Covid-19 que no ha convencido a todas las familias, y algunas se han declarado en rebeldía y han optado por no llevarlos. No son pocos los escolares que aún no han pisado su centro y no piensan hacerlo mientras la situación no cambie. Sus familias creen que se ha confundido la vuelta al colegio con la vuelta a la normalidad y que eso es “muy peligroso”.

Vanessa Blanco ayuda a su hija en los deberes
Vanessa Blanco ayuda a su hija en los deberes / C.P.

Es el caso de Vanessa Blanco, madre de una alumna de quinto de Primaria del colegio Arquitecto Leoz (Puerto Real), que habla de cifras cuando explica porqué su hija sigue en casa. “Parto de la base de que el Leoz es uno de los centro más masificados. Tiene casi 800 alumnos y han hecho grupos burbuja de 125 escolares, que en el recreo se convierten en 375. Me están diciendo que no podemos reunirnos más de diez personas y ¿ahora me obligan a que lleve a mi hija en esas circunstancias? ¿Con 25 alumnos en cada aula sin distancias de seguridad?”, se pregunta Vanessa. Además, se da la circunstancia de que el centro en el que estudia su hija es uno de los que actualmente tiene a alumnado en cuarentena tras detectarse el positivo de una maestra. “Eso me hace preguntarme por qué se sigue insistiendo en que los niños vayan a clase”, dice

Lola Rodríguez junto a su hijo, estudiantes de segundo de Primaria
Lola Rodríguez junto a su hijo, estudiantes de segundo de Primaria / C.P.

Lo mismo argumenta Lola Rodríguez. Ella es madre de un pequeño que debía haberse incorporado a segundo de Primaria en el colegio Río San Pedro. Como Vanessa, dice tener miedo porque en casa también son “personal de riesgo frente al coronavirus” y no está dispuesta a anteponer la educación presencial a la salud.

Como más de medio centenar de madres de Puerto Real forman parte del ‘Grupo Activo Vuelta al Cole Segura’, que reúne a muchas más familias en toda la provincia. Se sienten “presionadas y amenazadas” por declaraciones como las del consejero de Educación, Javier Imbroda, que advertía que se trasladarían a la comisión de absentismo todos los casos de las familias que optasen por no llevar a sus hijos a la escuela, en la enseñanza obligatoria. Sin embargo no tienen miedo.

Asumo los riesgos que pueda traerme mi decisión, pero no voy a pagar las consecuencias de una decisión a la que me obliga la administración. Si viene absentismo escolar, que venga; si me quieren llevar presa aquí estoy, pero mi hija no va a ir al colegio. Perderá un año escolar pero es mejor eso que perder la vida”, asegura Vanessa Blanco con total convicción.

Lola Rodríguez quiere anticiparse a eso. Dice que intenta contactar con los servicios sociales antes de que lo hagan ellos. “Nuestros hijos son felices, están cuidados y no tienen ninguna señalan de abandono. Qué vengan a mi casa y lo comprueben”, exige.

Algunas de las familias que forman parte del grupo 'Vuelta al Cole Segura'
Algunas de las familias que forman parte del grupo 'Vuelta al Cole Segura' / C.P.

En una situación similar está Carmen Partida, otra madre en rebeldía. En este caso, no tiene ese miedo porque su hija, que tampoco acude a clase, aún está en Educación Infantil de segundo ciclo, que no es enseñanza obligatoria. Pero sí tiene el temor a que pueda perder la plaza. “Ahí no hay medidas de seguridad ninguna. Están todos rebujados, sin mascarillas y no es el momento para eso. Yo no es que no quiera llevarla, pero quiero que vaya con seguridad, no quiero soltarla como el que mete una cabra en un corral, quiero que esté bien y con las medidas de seguridad mínimas”, dice Carmen.

Todas aclaran que no acudir a la escuela no es señal de que no estén estudiando. Ellas mismas se encargan de hacerlo, aunque dan el curso por perdido porque ya les han advertido que no podrán ser evaluados y que, en caso de seguir adelante con su decisión, repetirán curso. “Es muy triste porque mi hija siempre ha sacado sobresalientes y notables, pero si no la evalúan repetirá necesariamente”, lamenta Vanessa, que no sabe si le están poniendo o no faltas de asistencia. “Si el problema es que repita curso, que repita. Mejor perder un año académico que no la vida”, apunta de forma radical.

Una de las alumnas que no acude a clases presenciales
Una de las alumnas que no acude a clases presenciales / C.P.

Lola, por su parte, ha intentado justificar las faltas de su hijo en el centro en el que estudia, alegando el riesgo de su familia a un contagio. Pero no tiene ningún certificado médico que aconseje que su hijo se quede en casa. “El centro me dice que todo el mundo tiene riesgo y me pregunto entonces por qué seguimos llevando a los niños al colegio. En marzo los mandaron a casa y nos dijeron que era nuestra responsabilidad quedarnos en casa, ¿ya nos somos responsables? ¿Ya se acabó la pandemia?”, se pregunta Lola.

También lamenta que en el colegio no le ponga las cosas fáciles para seguir la formación desde casa. Es ella la que se encarga de avanzar un temario siguiendo los libros de texto y apoyada por material digital que comparten en los grupos de madres. Lo mismo hace Vanessa con su hija, aunque sí reconoce que el centro le ayuda en lo que puede. “Tenemos los libros, las claves digitales y el acceso al classroom. Nos levantamos a la misma hora y empezamos las clases como si estuviésemos allí. Yo me encargo de ayudarle y ella me dice que le explico mejor que la maestra, pero claro, yo solo la tengo a ella y en el colegio son 25 alumnos a los que hay que atender”.

Para todas ellas está siendo complicado. Carmen Partida trabaja y tiene que hacer malabares para poder conciliar. “Es evidente que para mí lo más sencillo sería enviarla al colegio y marcharme a trabajar, pero no lo voy a hacer en estas circunstancias”. Y es que ahora la conciliación es más difícil que nunca. “Esto es otra carga más para las familias, especialmente para las mujeres que nos hemos visto obligadas a apartarnos del mercado laboral o de hacer otras cosas para atender a nuestros hijos porque la Consejería de Salud y la Educación no han sido capaces de hacer bien las cosas”, dice Lola.

Todas lo tienen claro, pero se sienten juzgadas y sentenciadas. “No es fácil. Ahora todas las madres nos estamos sintiendo mal, tanto las que los llevan como las que no. Nos sentimos juzgadas por la sociedad. Quien los lleva porque lo hace en condiciones no seguras y quienes hemos decidido que no, porque nos dicen que no es para tanto, que los niños tienen que aprender y socializar con los compañeros”.

La socialización es algo que a Vanessa Blanco le chirría. “Mi hija es sociable y habla con sus amigas, no necesita solo el colegio para eso. Me dicen que si no mantiene relaciones sociales se le puede crear un trauma, pero yo creo que mayores secuelas le puede dejar si ella contrae el virus y algún miembro de mi familia, que somos de alto riesgo, se muere”.

El caso de estas madres es similar al de Eva, que aunque comenzó el curso con la intención de no llevar a su hijo al IES La Algaida, donde estudia Secundaria, finalmente ha optado por llevarlo “por todos los problemas que me han puesto”. Según explica la mujer, su hijo es “asmático con poca capacidad pulmonar, pero, al parecer, eso ya no es un factor de riesgo según me ha dicho el propio médico de familia”.

Ese era el motivo por el que ella había optado porque se quedase en casa, pero no ha sido fácil.

“Como no iba al centro no podía recoger los libros ni me ayudaban en nada. No tenía claves para trabajos online ni absolutamente nada, tampoco había forma de poder justificar las faltas y me he visto obligada a llevarlo con el miedo que tenemos”.

Pero Eva no se da por vencida, ha emprendido junto a otras madres una campaña de recogida de firmas que pretenden llevar a “donde haga falta” y va a seguir denunciando que en centro educativos como al que asiste su hijo “la distancia de seguridad entre el alumnado es de 40 centímetros”.

Todas se han sumado a los escritos que han enviado al Defensor del Pueblo, al Defensor del Menor e incluso al presidente del Gobierno y al de la Junta de Andalucía. De momento no han tenido ninguna respuesta.

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