Ricardo Domínguez: Del campo al timón de Navantia
Ricardo Domínguez, el tercer presidente de la empresa naval desde 2018, es un técnico reconocido dentro del sector agrario gracias a su larga experiencia en cargos de la Junta de Andalucía
Ricardo Domínguez García-Baquero (Madrid, 1970) se convirtió a principios de abril en el tercer presidente de Navantia desde la llegada en 2018 de Pedro Sánchez a La Moncloa y María Jesús Montero al Ministerio de Hacienda, departamento del que depende la empresa de construcción naval.
Al igual que sus dos antecesoras, Susana de Sarriá y Belén Gualda, Domínguez es un ingeniero bregado en cargos técnicos dentro de la Junta de Andalucía sin ninguna relación con los astilleros, lo que ha levantado suspicacias dentro de la plantilla. Aún está vivo el recuerdo de Esteban García Vilasánchez, considerado el primer presidente “no político” de Navantia con una larga trayectoria en la factoría de Ferrol, quien logró desatascar el contrato de las corbetas en el breve periodo en el que estuvo al frente de la empresa, entre abril de 2017 y julio de 2018, y que un año después de su defenestración fue fichado por la empresa militar saudí SAMI, que gestiona la parte saudí de los buques que se construyen en la Bahía.
La primera aparición de Domínguez en un evento de Navantia fue el pasado mes de noviembre en la botadura de la segunda corbeta para Arabia Saudí en el astillero de San Fernando. Su nombramiento como jefe de gabinete de la entonces presidenta, Belén Gualda, había pasado desapercibido y su presencia sorprendió a muchos de los cargos políticos invitados, que le conocían por su larga trayectoria en la Junta.
Ricardo Domínguez es ingeniero agrónomo por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos y Montes de la Universidad de Córdoba, tiene un MBA y un Máster en Big Data aplicado a la Dirección y Administración de Empresas por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
Tras iniciar su carrera profesional en COAG, en 2004 fue fichado por la Consejería de Agricultura como asesor técnico. Al poco tiempo fue nombrado director general de Promoción Alimentaria. Entre 2010 y 2011 fue director del gabinete en el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, con Rosa Aguilar. Tras la derrota del PSOE en las elecciones generales volvió a Andalucía. Después de un breve paso como gerente del Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario, en 2013 regresó a la Junta como viceconsejero de Medio Ambiente, etapa en la que trabajó en la protección de las salinas de Cádiz y en la recuperación de las zonas del parque natural de la Bahía.
En 2015, Carmen Ortiz le reclamó como número dos de la Consejería de Agricultura, cargo en el que permaneció ya con Rodrigo Sánchez Haro como consejero hasta cesar con el cambio de gobierno en la Junta. En su última fase antes de incorporarse a Navantia fue director gerente de la Fundación Patrimonio Comunal Olivarero.
“En la Fundación Patrimonio Comunal debía sentirse infrautilizado porque es un técnico muy cualificado”, señalan fuentes de Asaja-Andalucía. “Ricardo Domínguez se remanga para hacer lo que haya que hacer. Nunca se echa atrás en nada”, reconocen desde esta organización organización con la que ha tenido discrepancias dentro de sus responsabilidades en la Consejería de Agricultura. “Es una persona muy concienzuda. Nunca va a una reunión sin tenerla preparada. Y nunca ha rehuido ningún debate. Cuando hemos tenido problemas con la Consejería, siempre ha estado dispuesto a acudir a reuniones internas de Asaja para dar explicaciones en persona”, destacan las mismas fuentes.
El secretario general de COAG-Andalucía, Miguel López, conoce a Domínguez desde que la organización le contrató, casi recién licenciado, como técnico. “Tiene una gran capacidad de trabajo. Nos ayudó mucho en temas como el algodón, donde le ganamos un procedimiento jurídico a la Unión Europea”, recuerda Miguel López. “Es una persona muy cualificada y muy íntegra. Nadie le ha regalado nada”, insiste.
Personas que le conocen de cerca aseguran que Ricardo Domínguez es un apasionado de barcos y aviones. La duda a despejar es si será capaz de resolver las cuestiones pendientes que tiene Navantia en la Bahía. La factoría de Puerto Real se encuentra actualmente sin carga de trabajo, a la espera de la puesta en marcha del programa del Buque de Acción Marítima de Intervención Subacuática (BAM-IS). Los Presupuestos Generales del Estado consignan este año una partida de 53,4 millones de euros para este buque, pero aún no se ha firmado la orden de ejecución.
El Plan Estratégico de Navantia también asigna al astillero de Puerto Real la construcción de un ferri para transporte de tropas, un encargo que implicaría a un millar de trabajadores, entre empleos directos e indirectos, y que no tiene consignación presupuestaria.
Navantia presentó el año pasado 75 ofertas para posibles contratos en la industria naval. Arabia Saudí es precisamente uno de los países donde se trabaja intensamente para consolidar las oportunidades abiertas a raíz de la adjudicación de las cinco corbetas a la Bahía de Cádiz, de las que tres ya han sido botadas en San Fernando. La empresa española opta a la construcción de dos buques anfibios de 13.000 toneladas y ocho lanchas de desembarco. En el caso de los buques anfibios, estos contratos supondrán más de ocho millones de horas de trabajo para los astilleros de la Bahía.
Navantia también ha presentado una oferta a Iberdrola para la construcción de dos subestaciones destinadas al complejo eólico marino East Anglia Hub, un macroproyecto en el que la compañía eléctrica prevé invertir más de 7.600 millones de euros y cuya construcción arrancará en 2022 en aguas de Reino Unido. La resolución de este concurso está prevista para la segunda mitad de 2021. La oferta de Navantia se fundamenta en su experiencia previa con las dos subestaciones fabricadas en Puerto Real para Iberdrola y que ya están en funcionamiento en los parques eólicos de East Anglia One (mar del Norte) y Wikinger (mar Báltico).
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