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El Puerto/Un festejo de sensaciones el vivido en la tarde del sábado en la Plaza Real con el triunfo de los tres espadas, El Juli, Roca Rey y Daniel Crespo –el primero y el último por la puerta grande y el segundo hacia el hospital– y de la vacada de Cuvillo que ha visto como uno de sus toros recibía el honor de la vuelta al ruedo.
Tarde noche de calor, entusiasmo del público y de sangre. La cornada sufrida de Roca Rey al cambiar por la espalda esquivo a un toro que le prendió por el gemelo derecho, cayendo al suelo en un tremendo golpe cervical tras una colosal voltereta.
El torero fue intervenido en la enfermería de una cornada de 18 centímetros, la escandalosa sangre le corría hasta la zapatilla. Antes se entretuvo en matar al toro y no conforme con eso, le drenaron la cornada y salió a matar al sexto con la herida anestesiada y mermado físicamente pero no de ganas, raza y valor.
Esa nota de pundonor de no dejar que nadie matara sus toros no fue la única de la tarde. El Juli, magistral en día de despedida de esta afición y que recibió una gran ovación después del paseíllo, sumó dos orejas y, tras matar a su segundo y con fuerte petición de la segunda, hizo señas al palco de que de segunda oreja palurda nada, y es que sabía mejor que nadie que la estocada era defectuosa.
Y las lágrimas de Daniel Crespo, roto tras una gran faena a su segundo que le abría para la tarde del domingo la sustitución de Morante de la Puebla con el aval de tres orejas, y quiera Dios que nuevos caminos para una carrera profesional que necesita algo más que una muleta de seda. Así se anunciaba en la megafonía antes del arrastre del sexto toro.
En esas tres claves: el adiós de un maestro, el valor y la raza de una figura que con el pajar techado ni siquiera se permite un paso atrás con una cornada. Y por último y no menos importante, ese Daniel Crespo que tiene mucho toreo dentro y que pide plaza.
El Juli estuvo magistral con su segundo. Antes se empeñó en porfiona pelea con su primero, no porque el toro le atacara sino para que no saliera huyendo, ya que fue un ejemplar sin fijeza y rajado, Juli le sacó partido y le cortó la oreja. Pero con el cuarto, un toro con más problemas y la cara alta, lo lidió en maestro y le sacó partido y el toro pareció otra cosa. E Juli vino a El Puerto casi niño en tarde de levante y se fue en otra jornada ventosa, en indiscutible maestro.
Roca Rey ya se ha dicho. No se amilanó con el amenazante pitón izquierdo de su primero que le tiró algún navajazo hasta que, cuando lo esquivaba por la espalda, le tiró la cornada a la pantorrilla.Sin duda se rozó la tragedia, por la herida y por como se estrelló contra el albero. Con su segundo, su entrega casi suicida no encontró eco en su enemigo, grande y descastado.
Y Crespo, muleta de seda, bien en su primero aunque sin acabar de redondear, con su segundo dejó el indiscutible sello de su calidad y torería templando muy despacio en un recital con la zurda. Como dicen los taurinos viejos, el que quiera más que venga mañana, y lo digo por hoy.
Yo no me lo pierdo.
Plaza de toros de El Puerto. Segunda corrida de abono
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