El Yunque, un secreto a voces
Asociacionismo católico
Esta organización secreta mexicana se introdujo en España con la financiación de Ruiz Mateos y fue desenmascarada hace una década por el actual obispo de Jerez. Ahora, a través de su influencia en el lobby internacional Citizen Go, está más fuerte que nunca
En el año 2001 un joven abogado de 28 años, licenciado en el ICADE, había abandonado una prometedora carrera primero en American Express y luego en Garrigues para pegar un volantazo a su vida. Ese año fundó “con unos amigos” una organización que se llamaría Hazte Oír. Su nombre era Ignacio Arsuaga. Escribieron en su página web: “Nacemos para defender los derechos humanos desde la concepción hasta la muerte natural”. Es decir, no al aborto, no a la eutanasia. Con el tiempo no iba a ser una organización más de fuertes convicciones católicas como tantas había. Iba a ser la número uno.
Por entonces gobernaba Aznar. Arsuaga encontró un aliado potente en el PP en la figura de Jaime Mayor Oreja, que acababa de dejar la cartera de Interior para convertirse en candidato a lehendakari, donde lograría elevar a su partido a segunda fuerza, por detrás del PNV y por delante del PSOE. Aparte de compartir veraneos en Cádiz (Mayor Oreja en Zahara y Arsuaga en Conil), ambos tenían objetivos similares. Para Mayor Oreja el aborto era “propio de bolcheviques” y la eutanasia “forma parte de las viejas recetas de los totalitarismos que han asolado Europa". Mayor Oreja abriría las puertas del PP más conservador a Arsuaga y Arsuaga le correspondería en 2010 otorgándole el premio Hazte Oír.
El inesperado triunfo de Zapatero en 2004 dio nuevas alas al grupo de Arsuaga. A partir de 2005 su encendida oposición a las políticas aperturistas en materia de libertad sexual harían muy popular a la organización entre la derecha más católica y en la Iglesia del cardenal Rouco Varela.
Ya por entonces no se sabía bien cómo se financiaba. Arsuaga explicaba que los gastos eran sufragados exclusivamente por aportaciones y donativos de sus socios. No había nadie detrás de Hazte Oír más que ellos mismos. Lo cierto es que contaban con más medios que nadie para su cruzada contra la asignatura de educación para la ciudadanía, el matrimonio homosexual o la reforma de la ley del aborto. Arsuaga sacaba, no se sabía de dónde, a miles de jóvenes a la calle envueltos en banderas españolas que se prestaban a rezar por los pecadores, especialmente por las mujeres que acudían a las clínicas abortivas. Lo hacían en sus puertas. Su éxito convenció a buena parte de las autoridades eclesiásticas y se pudieron ver imágenes sorprendentes de obispos detrás de pancartas.
El momento cumbre de Hazte Oír se produce en 2010 cuando el Centro Howard, fundado en la ciudad americana de Rockford en 1997 por Allan C. Carlson, un activista en favor de la familia tradicional que ha escrito numerosos libros contra las “desviaciones sexuales” y el feminismo, le encarga organizar el Congreso de Familias en Madrid. Arsuaga asumió el encargo como un reto, un reto bastante costoso. En 2012 en el palacio de Congresos de Madrid el encuentro fue un absoluto éxito y contó con ponentes estrella como el obispo de Alcalá de Henares, Reig Plá, cuyo mandato estuvo repleto de polémicas, como cuando vinculó el aborto con el Holocausto, o, de nuevo, Mayor Oreja con su discurso apocalíptico. En las conclusiones se abogó, entre otras cosas, por el regreso de la mujer al hogar, lo que se desarrollaba en la ponencia “Autenticidad de la mujer: redescubriendo la vida en el hogar”.
Tras aquella convención el ministro del Interior de Rajoy, Jorge Fernández, supernumerario del Opus Dei, declaró a Hazte Oír asociación de interés público. Esto suponía exenciones de impuestos y desgravaciones fiscales de un 75% para sus donantes. Si en 2012, el año del encuentro, ya declaró ingresos por valor de 1,6 millones, en apenas un par de años los aumentaría por encima de los 2,6 millones. Hazte Oír se había revelado como un saneado negocio.
Pero mientras todo esto sucedía, algo se estaba moviendo en la Iglesia. Hazte Oír realizaba parte de su labor en parroquias, como era el caso de la de Jerez bajo el mandato del obispo José Mazuelos, un sevillano que fue médico antes que obispo y que abanderaba el argumentario de la Conferencia Episcopal contra el aborto. El sustituto de Mazuelos al frente de la diócesis de Jerez iba a ser el granadino José Rico Pavés, un prelado muy cercano a las posturas del Papa Francisco y que durante su etapa como obispo auxiliar de Getafe había tenido un papel protagonista en desenmascarar a la organización secreta que se encontraba detrás del “grupo de amigos” que habían fundado Hazte Oír.
Las primeras alertas habían llegado por parte de asociaciones vinculadas al conservadurismo católico como el Foro Español de la Familia, los profesores de Educación y Persona o Redmadre. Estaban alarmados al haber descubierto las fórmulas de captación que algunos de los miembros más jóvenes de Hazte Oír estaban realizando con adolescentes de clase acomodada que iban a colegios religiosos. Hablaban de una especie de secta que practicaba ritos iniciáticos, organizaba campamentos con ejercicios pseudomilitares o alentaba el flirt phising (captación a través del ligue en lugares de ocio). Había simbología y uniformes que, desde luego, no eran los de los boy scouts. Todo a espaldas de los padres. Y no reclutaban para Hazte Oír. Era otra cosa. Entre todas habían elaborado un informe en el que aparecía el nombre de algo de lo que apenas se había oído hablar hasta entonces: Yunque.
Una organización secreta mexicana
¿Qué era Yunque? Yunque no era una organización conocida en España, pero sí en México, donde se habla de ellos con naturalidad desde hace décadas y cuenta con alcaldes y gobernadores. Nació en la Universidad de Puebla a principios de los 50. Sus miembros se consideraban herederos de los cristeros, una guerrilla que a finales de los años 20 del pasado siglo había mantenido una lucha contra el Ejército de la revolución que había despojado a la Iglesia de sus bienes y prohibido el culto fuera de los templos.
El objetivo de Yunque era imponer la ley de Dios en la Tierra. Es decir, una teocracia. Igual que el islamismo radical. El Yunque tuvo desde el primer momento la intención de influir en la política. El reino de Dios sí era de esta tierra. Su influencia fue creciendo hasta encontrar su máxima expresión durante la presidencia de Vicente Fox, del partido conservador PAN, que por primera vez derrotaba al eterno PRI. Sin embargo, no ocurrió nada especial. Los del Yunque ocuparon sus cargos, no declararon el reino de Dios en la tierra y, más o menos, hubo la misma corrupción de siempre. Todo lo que hay que saber sobre El Yunque en México se encuentra en el libro que escribió el ex alcalde de Puebla Luis Paredes, militante de El Yunque durante tres décadas, “Los secretos del Yunque: Historia de una conspiración contra el Estado mexicano”.
El Yunque se empezó a internacionalizar por España a principios de los 70. Lo pudo hacer gracias a las donaciones del empresario roteño José María Ruiz-Mateos, como ha reconocido el que fue su abogado durante 30 años, Joaquín Yvancos, si bien Yvancos afirma que el fundador de Rumasa aportaba a los mexicanos dinero, pero sin saber muy bien quiénes eran. Simplemente se presentaban como una asociación católica y eso a él le bastaba.
Quizá no fuera tan inocente como expresa Yvancos. El Yunque había llegado a España con un objetivo evangelizador. El mayor estudioso de El Yunque, el periodista mexicano Álvaro Delgado explica en el podcast Dios, PDios, Patria, Yunque que “sus miembros veían a España como la civilización que nos trajo la cristiandad y ahora era el momento de hacer el camino de vuelta ante la falta de valores de Europa”. La España de Franco era su modelo a seguir con su nacionalcatolicismo y su anticomunismo. Pero cuando algunos de sus fundadores llegaron a España se encontraron con que aquí ya había un Yunque, el Opus. La diferencia era que el Opus estaba favor de una suave transición democrática tras la muerte de Franco y de la integración en Europa. Al contrario que el Yunque, el Opus no era una organización secreta y tenía los parabienes del Vaticano.
Durante dos décadas la sucursal española de El Yunque fue una célula durmiente que transitaba por algunas universidades católicas como ICADE o San Pablo e iba reclutando un pequeño grupo de estudiantes esperando su momento. Según Delgado, su hombre en España era Miguel Ángel López Zabaleta, un mexicano nacionalizado español de carácter adorable. Mas tarde tendría como tarea en Hazte Oír captar socios.
La conexión
Volvemos a 2010, dos años antes del Congreso de las Familias. Es cuando José Rico, el hoy obispo de Jerez, encarga por orden de la Conferencia Episcopal que se elabore un informe sobre la infiltración de El Yunque en organizaciones como Hazte Oír. Había otras en las que el Yunque también estaba presente, pero ninguna se encontraba tan cerca de la Iglesia como ésta. La persona designada para hacer el trabajo fue el profesor de Filosofía y miembro de la organización católica Profesores Educación y Persona Fernando López Luengos. Recopiló 39 testimonios de ‘desertores’ de El Yunque. La tarea era complicada porque “su juramento les prohíbe reconocer su pertenencia”. Aquel trabajo se llamó El Transparente de la Catedral de Toledo y fue entregado como documento clasificado a los obispos. En él se demostraban conexiones entre la organización secreta mexicana y la organización española de interés público Hazte Oír. El documento se filtró. Había caído en manos de un profesor de Religión que se lo enseñó al padre de uno de sus alumnos que había sido reclutado por El Yunque. El padre, un miembro de Hazte Oír que estaba indignado con lo que él llamaba secta, decidió entregarlo a la prensa. Los nombres de españoles de El Yunque aparecieron en El Confidencial en 2014.
Arsuaga reaccionó de manera impulsiva. Demandó por un delito contra el derecho a la intimidad a López Luengos. Y fue en aquel juicio en el que los testigos de Luengo dieron las claves. Especialmente rotundo fue el testimonio de Victoria Uroz, una médico forense que había estado casada con Luis Losada, periodista de Intereconomía: “De México les venía dinero para sufragar gastos, y además las personas de El Yunque o sus cónyuges pagábamos una cuota, por eso dejé de ser socia de Hazte Oír cuando me casé, porque me dijo Luis que le diéramos la cuota directamente a El Yunque por medio de otra asociación llamada G. K. Chesterton, a la que dábamos todos los meses 175 euros. Había además cuotas extraordinarias”. Losada dijo que su ex mujer había mentido por despecho y negó su pertenencia a El Yunque.
La sentencia absolvió a López Luengos y en el juicio se acreditó la pertenencia al Yunque de varios responsables de Hazte Oír, entre ellas Arsuaga, algo que Arsuaga nunca ha reconocido porque no puede hacerlo, porque las organizaciones secretas son secretas, no existen. Pese a ello, esa sentencia daba por probada la conexión. El propio obispo Rico resumió cuál era su pensamiento sobre estas organizaciones tras toda aquella tormenta en una entrevista con La Voz del Sur: “El Evangelio no llega porque utilicemos los medios de los poderes de este mundo, sino porque tenemos la inocencia recuperada de un niño para comunicar una alegría”.
Tras aquello la Iglesia y el PP marcaron distancias con Hazte Oír. Todo esto no significó el final de Hazte Oír, todo lo contrario. Arsuaga redobló la apuesta con la expansión internacional de su ‘empresa’ a través de Citizen Go, un lobby de escala europea que dice contar a día de hoy con 1.300.000 socios. Su director, Álvaro Zulueta, se congratula del éxito de su cabildeo: “La realidad es que el éxito que estamos obteniendo es espectacular. Si pedimos que se vote 'no' en el parlamento europeo conseguimos que se vote 'no'”.
Mientras, Hazte Oír encontró en España nuevos motivos para sacar a pasear sus autobuses tuneados con impactantes lemas. Muchas veces la repercusión no estaba en su convocatoria, sino en reacciones violentas que les daban más cancha en los medios. En Sevilla, en 2017, al autobús que hacía campaña contra las infancias trans con el lema “los niños tienen pene, las niñas tienen vulva” le llovieron huevos y piedras. La policía detuvo a nueve jóvenes que participaron en la protesta y Hazte Oír pidió para ellos doce años de cárcel por delitos de odio. La fiscalía consideró que año y medio por desórdenes era suficiente. En Cádiz, al responsable de Hazte Oír, el isleño Pedro Mejías, le estamparon la pizarra de un bar en la cabeza en otro acto con el mismo autobús. Ahora Mejías no está en Hazte Oír y es portavoz de AcTUa Familia, otra asociación que se autodefine provida, que es un movimiento fragmentado en millonésimas piezas, pero que ninguna alcanza el escaparate de Hazte Oír ni cuenta con una nómina de donantes de su nivel. Entre ellos, según reveló una filtración de Wikileaks, se encuentran algunos ejecutivos de las principales empresas del país.
De Andalucía han salido dos de sus figuras más relevantes, lo que no significa que tengan nada que ver con El Yunque, un ente que algunos consideran un mero bulo de la izquierda pese a que los primeros en denunciar su existencia fueron periodistas muy vinculados a la derecha como Federico Jiménez Losantos o Carlos Dávila. Uno de ellos es el catedrático de Filosofía de la Universidad de Sevilla Francisco José Contreras. Contreras obtuvo el premio Hazte Oír en 2014 y, posteriormente, pasó a formar parte de su junta directiva, cargo que abandonó para ser diputado por Vox en la anterior legislatura. El otro es el consultor gaditano Agustín Rosety Cózar, que reside en Madrid. También ha sido miembro de su junta directiva. Rosety Cózar es hijo del general Rosety, que fue diputado por Vox y colaborador del obispo de Cádiz, Rafael Zornoza, en la gestión de las fundaciones de la diócesis.
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