El Seprona de Cádiz intensifica su lucha contra la caza ilegal de pajaritos

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La Guardia Civil asegura que en fechas festivas detecta un mayor número de cazadores furtivos en zonas como el parque natural de Los Alcornocales o cercanas a la Sierra de Cádiz

Detenido un furtivo con más de un centenar de aves cazadas de forma ilegal en la Sierra de Cádiz

Pajaritos intervenidos a un cazador esta semana en Prado del Rey.
Pajaritos intervenidos a un cazador esta semana en Prado del Rey.

El campo gaditano no se libra de esa lacra impenitente que son los cazadores furtivos. Hombres que se mueven entre sombras, figuras de acuarelas grises capaces de engarzar collares de muerte con decenas de pajaritos, muchos de ellos pertenecientes a especies protegidas. Los cazan con artes prohibidas, como las denominadas perchas. Las apoyan sobre su estructura plana, ponen un cebo y cuando el infortunado alado busca alimentarse... catapum. Otro para la buchaca. Así una y otra vez, hasta en más de cien ocasiones, como han podido comprobar agentes de la Guardia Civil esta misma semana en un dispositivo realizado cerca de Prado del Rey y donde detuvieron a un conocido furtivo que llevaba encima más plumas que una vedette del Folies Bergère.

La lucha del Seprona contra estos hombres grises no es nueva, pero la llegada de fechas en las que el consumo de pajaritos se dispara en según qué establecimientos hace que el monte se llene de trampas mortales. “La cuestión –comenta un cabo del Servicio de Protección de la Naturaleza del Instituto Armado– es que desde 2021 cazar este tipo de aves es una actividad prohibida, pero muchos la siguen realizando sin autorización”.

De lo que habla el agente es de una normativa de la Unión Europea que prohíbe la caza de aves con trampas o pegamento y cuyas sanciones no disuaden a los cazadores más insensibles. “Hay dos tipos de cazadores: los que buscan aves fringílidas para canto y los que las quieren para venderlas o consumirlas”, dice el cabo del Seprona.

En algunos establecimientos de la provincia de Cádiz se ha llegado a detectar documentación falsa para justificar la procedencia de los pajaritos, que normalmente se preparan fritos.

La zona más conflictiva en cuanto a furtivos, según confirma la Benemérita, es Alcalá de los Gazules, por su cercanía con el parque natural de Los Alcornocales. Por allí siempre se mete gente a cazar. Cuando se le pilla va al juzgado por una sanción administrativa y, dependiendo de la pieza, la justicia decide una multa que, a menudo, se queda en nada porque los infractores se declaran insolventes.

Pero lo de los pajaritos es sólo la punta del iceberg. Las piezas más cotizadas son los ciervos, que pueden ser de granja o silvestres. En caso de ser cazados en un coto privado esto además supone una violación de una propiedad privada, que también está perseguido por la ley.

A los furtivos no los detiene el hecho de que sus capturas pertenezcan a especies protegidas. De hecho, el último detenido en Prado del Rey llevaba más de medio centenar de estas en su botín de guerra.

Aparte de Los Alcornocales, la serranía gaditana es la zona más complicada en cuanto a especies de pajaritos que son cazadas de manera ilegal.

Pero esta lucha del Seprona contra las capturas ilegales no sólo se da en tierra firme. También en el litoral son muchas las sanciones que se aplican a lo largo del año. “Vemos un aumento de infracciones en ferias ambulantes, en fechas señaladas, verano... Hay productos que se encargan y cazadores que salen a por ellos por dinero. Establecimientos que prefieren comprarlos sin pasar por la lonja del pescado. Es un clásico y cuesta trabajo estar detrás de tanta gente que sale a la mar con un barquito de pesca deportiva y vuelve con un atún pescado en la zona del Estrecho de Gibraltar. Hemos detectado casos así. La necesidad hace que muchos se arriesguen a que les caiga una buena multa”, comentan desde la Guardia Civil.

La lucha contra el comercio de pepinos de mar

Los pepinos de mar es otra de las especies protegidas que se está esquilmando en la provincia de Cádiz. Las aguas de la Bahía, sobre todo, están siendo peinadas sistemáticamente por pescadores furtivos para llenar sus redes con kilos y kilos de esta especie que es muy codiciada en países asiáticos. Es recordada una operación del Seprona en la que actuaron contra un restaurante de comida china de Cádiz capital desde el que se enviaban cajas de pepino de mar a diferentes puntos de Europa y oriente. Estaba pendiente que la Junta pudiera dar alguna autorización para su captura, pero aún no ha llegado a firmarse.

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