De Sevilla a Puerto Real: dos maneras de vivir la caída del sector naval
Manuel García, ex delegado del comité del astillero sevillano, trabaja ahora en Puerto Real
Manuel García paseaba ayer por el puente Carranza. Como uno más de sus compañeros, secundaba las movilizaciones que pretenden revitalizar una vez más los astilleros gaditanos. Algunos, los más veteranos, que ya hoy son mayoría, insistían una y otra vez: "Es que llevamos 30 años con lo mismo". Pero Manuel, que miraba a la factoría desde el puente, no es uno más de los empleados del dique de Puerto Real.
Él era delegado sindical del comité de empresa del astillero de Sevilla y llegó a ser detenido por la Policía durante las protestas, "pero se supera todo". Junto con otros compañeros, llegó a Navantia en la Bahía gracias al acuerdo que les permitía ser reconvertidos en las mismas condiciones que lo hicieron estos empleados allá por 2004, con el paso de Izar a Navantia. En total, unos 20 trabajadores del dique sevillano, ya cerrado. Manuel explica que "estamos viviendo una repetición de lo que vivimos en Sevilla, esperemos que no tenga el mismo fin, haremos lo posible".
La integración con la plantilla gaditana, cuenta, "ha sido estupenda, mejor que mejor", pero ve mal la situación "porque no hay dinero para invertir, el mercado está mal y el Gobierno no quiere invertir, no se dan cuenta de lo que supone un astillero, de la vida que genera y el dinero que repercute sobre la sociedad". Reconoce que en Sevilla ha dejado a compañeros "muy mal, la mitad con trastornos psicológicos porque ya no les queda paro, tienen familia, hipotecas y se quedan en la calle". Manuel, junto a otros cuatro compañeros, van y vienen cada día de la capital andaluza. "Mi mujer cada vez que me ve entrar en casa respira, porque cada día en la autopista es un riesgo, pero es lo que hay, después de levantarnos a las cinco menos cuarto de la mañana y salir de vuelta a las dos y media de la tarde, cada día".
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