Vargas Llosa: "A mí me gustaría morir con la pluma en la mano"
El escritor habla de literatura, valores, crisis y curas de vanidad durante su estancia en Cádiz, "la ciudad más iberoamericana"
"¿Alguien sabe quién ganó el primer Premio Nobel de Literatura, alguien sabe quién fue?", pregunta Mario Vargas Llosa. Ninguno de los periodistas que estamos en la rueda de prensa conocemos la respuesta. Al parecer, no es tan grave: el primer Nobel de Literatura recayó en Sully Prudhomm, un escritor francés que hoy nadie recuerda y cuyas obras son prácticamente imposibles de encontrar. "Pues su competidor en el nombramiento -apunta Vargas Llosa- no fue otro que Tolstoi. Es bueno, para mantener la sensatez, recordar a quienes no han premiado a lo largo de la historia".
Mario Vargas Llosa, que ofrecía ayer un encuentro con los medios previo al acto de entrega del Premio Libertad Cortes de Cádiz 2014, reúne, entre sus numerosísimos reconocimientos, el Príncipe de Asturias de las Letras, el Cervantes y el Nobel de Literatura. Aun así, asegura que su objetivo nunca ha sido otro que el de "ser un buen escritor": "Faulkner, Flaubert, Dostoievski, sin sus obras nuestras vidas serían algo mucho más mediocre y triste. Nos enriquecemos gracias a ellos. Además, estoy seguro de que hay autores contemporáneos, como ha ocurrido en todas las épocas, cuya excelencia pasará desapercibida".
No piensa, deja claro, "descansar". No piensa tumbar la pluma, de hecho, hasta que esta lo tumbe a él. La condición de escribidor no se toma ni se deja tan fácilmente: "A mí me gustaría morir con la pluma en la mano. Cuando uno tiene el privilegio de dedicarse a lo que le gusta no debería referirse a ello como trabajar, porque el trabajo implica una servidumbre, algo que no tiene más remedio que hacer. Hacer lo que a uno le gusta es lo mejor que te puede pasar en la vida, así que seguiré escribiendo mientras me den las ganas y la cabeza para seguir contando".
Lo último que se ha dedicado a contar, comenta, lo ha hecho en forma de texto dramático: Los cuentos de la peste, una pieza de teatro basada en el Decamerón de Bocaccio: "La narración se sitúa en la ciudad de Florencia durante el brote de peste de 1348 -comenta el escritor-. La ciudad se encuentra en cuarentena, con las calles llenas de cadáveres, y un grupo se jóvenes decide escapar de esa realidad. Escapar, claro está, figurativamente, porque no puede ser de otra manera, y se reúnen en un jardín a contar historias. Siempre me pareció que ese momento tenía una gran potencia escénica".
En su charla sobre literatura, Vargas Llosa quiso vindicar el humor en las letras: "Cuando era joven, creía que el humor era incompatible con la literatura seria, en parte por la influencia de Sartre, en cuya obra no puedes encontrar ni una sonrisa",y por eso títulos como La ciudad y los perros y Conversaciones en la catedral son "tan poco risueños". Pero luego, "ocurrió que al buscar la historia que daría lugar a Pantaleón y las visitadoras, descubrí que no había manera de afrontarlo si no era a través del humor. Que había escenas e historias que perdían el pacto de ficción, el pacto de realidad, de hecho, si no lo hacía así".
Vargas Llosa afirmó ser consciente de lo que "significa y representa este premio": "Como en tantos países latinoamericanos, en Perú podemos computar por igual los años de dictadura y democracia". El escritor señaló, además, que "en ningún momento de los tres siglos de la historia colonial entre España y América, se trabajó con un espíritu de unidad y colaboración similar al que se dio en la elaboración de la Constitución de 1812. Sin este texto, la nación que sería España posteriormente y, sobre todo, la historia de los distintos países latinoamericanos hubiera sido muy diferente. Si bien su vigencia fue muy corta en el tiempo, creó precedente de libertades y justicia para todos".
El autor de La guerra del fin del mundo dio la razón a la alcaldesa, Teófila Martínez, al afirmar que Cádiz es "realmente, la ciudad más iberoamericana de España y de Europa. Le da a uno la sensación de estar en el Caribe, en Cartagena, en Puerto Rico, el Santo Domingo... -evocó-, no sólo por la extraordinaria luminosidad sino también por cierto aire alegre, marinero, volcado hacia el mundo exterior, con una vocación innata por salir de sí misma... Ese es el ambiente que se respira en Cádiz".
El autor peruano también aprovechó para opinar sobre diversos temas de actualidad, como la abdicación de Juan Carlos I -un gesto que calificó de "valiente, generoso y oportuno"-, la proclamación de Felipe VI -un monarca "muy consciente" de "la complejidad de los problemas políticos, económicos y sociales del país", como demostró en un "discurso de tono muy realista"- o la lustrosa crisis: "Resulta curioso que, frente a todos los consejos que Estados Unidos y Europa daban a América Latina en torno a cómo reactivar la economía, ellos mismos no siguieran ninguno, lo que les ha llevado a una de las mayores crisis que han conocido, por supuesto", comentaba el escritor, que aun así se mostró convencido de que "lo peor ha quedado ya atrás", aunque la recuperación será "muy lenta. Mantener el optimismo -indicó- puede contribuir a que esa recuperación se dé antes".
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