Vecinos de Caños de Meca se hartan de la parálisis del Ayuntamiento
Infraestructuras
Tras pagar 233.062 euros al Consistorio barbateño para disponer de agua potable, el retraso en la tramitación de los AFO les impide disfrutar de un equipamiento de primera necesidad
Pelear porque el agua potable llegue a tu vivienda en pleno siglo XXI no parece un anhelo imposible. Sin embargo, decenas de vecinos de la urbanización Residencial Cabo Trafalgar de los Caños de Meca no lo consiguen por la que consideran exasperante lentitud del Ayuntamiento de Barbate a la hora de tramitar sus expedientes de Asimilado Fuera de Ordenación (AFO).
Esta reclamación de disponer de los servicios mínimos que contempla la Ley aprobada en 2019 por la Junta de Andalucía (agua, luz eléctrica y servicio de alcantarillado) no sólo ha consumido las energías de estos vecinos sino también su dinero. La AVV Residencial Cabo de Trafalgar Caños de Meca data de 2004 y cuenta con unos 180 asociados que pagan una cuota de 20 euros al mes. Su presidente, Ernesto Carmona, recuerda a este medio algunos de los pasos que han ido dando para conseguir algo tan natural como es abrir un grifo y que salga agua potable en sus casas. “En 2014 empezamos a hablar con el entonces alcalde, Rafael Quirós, el tema del agua. El Ayuntamiento metió una red de la Confederación Hidrográfica que pasaba por delante de nuestra urbanización. Rafael nos dijo que nos ocupáramos nosotros y eso hicimos. Empezamos a organizarnos y en 2015 ya teníamos el presupuesto de lo que nos costaba el agua y el ingreso de los propietarios hecho en la cuenta del proyecto de la red de agua potable”.
Sigue recordando Ernesto que tras la llegada de Miguel Molina las cosas “han empeorado”. “El 19 de julio de 2019 nos dijo Urbanismo que ingresáramos el dinero de lo que costaba el proyecto de Aqualia, que era el que había que coger por fuerza aunque fuera más caro. Ingresamos 233.062 euros. El importe total del proyecto. Nosotros abonábamos ese dinero y ellos pagaban las certificaciones con el visto bueno del director de obra y el mío”.
El 10 de octubre de 2019 se dio el banderazo de salida de las obras, que concluyeron el 15 de diciembre. Aqualia se la entregó al Ayuntamiento, que firmó el acta de recepción en enero de 2020. “Ya había otra red de agua potable pagada por los vecinos”, dice Carmona.
Lo que preocupa a los vecinos es que muchos meses después todavía no sólo no tienen agua potable sino que la Delegación de Urbanismo del Ayuntamiento de Barbate no ha tramitado ni uno de los expedientes AFO que le han llegado. “Tenemos el agua en la puerta de la casa, con contadores puestos y todo preparado, pero hasta que no tramiten los AFO no hay nada que hacer”.
“Todo esto significa riqueza para el ayuntamiento. Podrá cobrar el AFO, contribución, entrada de vehículos, basura, cosas que estando en pro indiviso no puede cobrar nada”, apunta Ernesto Carmona, que lamenta la lentitud de la burocracia barbateña. “Hay presentados 15 AFO y 75 más preparados. No han contestado a ninguno. Expedientes completos que cuestan su buen dinero hacerlos, certificados del Colegio de Aparejadores, planos... Y además que cuando se presenta en el Ayuntamiento tenemos que tener pagada la tasa del AFO, que puede ser una media de 5.000 euros el que menos. Después de habernos gastado en preparar la instalación para no verter al suelo otro tanto. Unos 10.000 euros de golpe en total para que al final el ayuntamiento no gestione los AFO”, lamenta.
Cree Carmona que la administración municipal “se duerme en los laureles. Lo que queremos es pagar y que nos regularicen las viviendas. El delegado de Urbanismo, que es el propio señor alcalde, dice que todo está controlado, pero no es esa la sensación que tengo. Hay una desorganización en Urbanismo que no lo he visto en ningún lado. No queremos otra cosa que tener agua potable en el siglo XXI. No creo que sea pedir demasiado. Máxime con el desembolso que llevamos hecho ya los vecinos”. Apunta que incluso están hablando de proyectar una depuradora, “viendo que la de San Ambrosio ni está ni se le espera, por más que nos diga el delegado”.
Y mientras que la instalación del agua les espera en las puertas de sus casas “tenemos que seguir apañándonos con garrafas, con botellas, con pozos, que cualquier día va a ocurrir una desgracia y luego nadie va a saber nada, porque aquí en verano somos 30.000 personas. No nos parece serio”, apunta.
Las calles de esta urbanización tienen sus nombres puestas, están asfaltadas y cuentan con luz gracias al empeño –y al dinero– de los vecinos. Pero para seguir avanzando en la urbanización de su residencial necesitan que el Ayuntamiento agilice los trámites del AFO. “No creo que sea pedir demasiado”, concluye.
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