Condenado a 8 años de cárcel por abusar sexualmente de una menor
Abusos sexuales a menores en Cádiz
La Audiencia de Cádiz da por probado que la víctima sufrió abusos desde que tenía 10 años y hasta que cumplió los 13 por parte de un hombre al que consideraba como su padre
Cádiz/La Audiencia Provincial de Cádiz ha condenado a un hombre que con 39 años abusó sexualmente y de manera continuada de una menor desde que ésta tenía 10 años y hasta que cumplió los 13. El tribunal de la Sección Primera le ha impuesto una pena de ocho años y medio de prisión y el pago de una indemnización de 12.000 euros a favor de la víctima por los daños morales que le ha causado.
La sentencia, que no es firme y puede ser recurrida en casación ante el Tribunal Supremo, recoge que la relación entre el acusado y la menor era de “cuasi parentesco”, ya que la niña consideraba al ahora condenado “como su padre”.
La menor no contó a nadie los abusos sexuales que estaba sufriendo desde el año 2006 hasta que tuvo un intento de suicidio en diciembre de 2009.
Este caso ha sufrido un significativo retraso en su tramitación (los hechos se remontan 13 años atrás), lo que ha valido al procesado una rebaja en la pena de prisión dictada, en primera instancia, por la Audiencia de Cádiz.
Todo empezó como un juego
La resolución judicial recoge como hechos probados que en 2006 la niña acudía regularmente al domicilio del encausado, R., pues, por razones laborales y de salud, la madre de la menor le encomendaba a él y a su esposa –a quien conocía desde la infancia– su cuidado. De esta forma, “se creó entre la menor y la pareja una especial relación casi familiar”, sobre todo entre el acusado y la víctima, que lo consideraba “un padre”.
Como la esposa de R. trabajaba por las tardes, de cuatro y media a ocho, la chica quedaba al cuidado únicamente del procesado.
Así, explica la resolución, desde 2006 y hasta 2008, periodo en el que la víctima tenía de 10 a 13 años, R. realizó diversos actos para satisfacer su ánimo lúbrico que comenzaron como un simple juego, como hacerle cosquillas a la niña en el sofá, y evolucionaron hasta tocarla por debajo de la ropa, besarla en la boca o visionar junto a ella películas pornográficas mientras la desnudaba y se masturbaba.
Según señala la sentencia, en otras ocasiones R. llevaba a la víctima al dormitorio de matrimonio para mantener relaciones sexuales. La primera vez quiso penetrarla vaginalmente, pero como la menor temía quedarse embarazada, no lo volvió a intentar. Entonces optó por penetrarla analmente.
Durante el mismo periodo, el adulto y la niña se trasladaban algunos viernes en el vehículo de él para comer en el McDonald. Posteriormente, R. conducía hasta un descampado, donde le realizaba a la chica diversos tocamientos por encima de la ropa.
“Con el fin de ganarse a la menor y que ésta guardase silencio, el procesado le hacía regalos como teléfonos móviles, ropa, extensiones de pelo y dinero”, detalla la resolución judicial. “También le hizo jurar sobre una biblia que no iba a contar nada”.
A consecuencia de estos hechos, la joven sufre hoy trastorno por estrés postraumático crónico e irreversible, además de un trastorno alimenticio.
Durante la celebración del juicio en la Audiencia de Cádiz, el encausado no solo negó haber abusado sexualmente de la niña, sino que calificó su relación con ella como de “vecinos conocidos”. Sin embargo, en su declaración en fase de instrucción, manifestó que él era “casi un padre” para ella.
La familia no denunció por miedo al escándalo
Esta sentencia condenatoria, de la que ha sido ponente la magistrada María Oliva Morillo, explica que “la menor no verbalizó los abusos sexuales de forma espontánea hasta que tuvo el intento de autolisis en diciembre de 2009”, cuando empezó la relación con su primer novio;después relató lo sucedido “con mucho sufrimiento” a la educadora social que la trató a posteriori.
Ni la víctima ni la familia formularon denuncia por estos hechos. La educadora y la trabajadora social declararon en el juicio que la familia “tenía miedo al juicio paralelo y al escándalo”, por lo que tuvieron que trabajar con todos sus miembros el tema de la denuncia. De hecho, fueron la educadora y la trabajadora social las que pusieron este caso en conocimiento de la Fiscalía.
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