Los alegres cruceristas nazis
El 'Usaramo' lleva a Cádiz en agosto de 1936 a 91 turistas: son militares alemanes que llegan de forma clandestina para ayudar a los sublevados. En octubre desembarcan otros 267. Y tanques
La Fuerza por la Alegría, conocida como la KdF (Kraft durch Freude), era una organización nazi que dependía del Frente Alemán del Trabajo y que organizaba y vigilaba en los años treinta el tiempo libre de la población alemana. Gestionaba excursiones, vacaciones y viajes. Como el de los 91 hombres que cuando comienza agosto de 1936 embarcan en Hamburgo en el Usaramo, un mercante con capacidad para transportar pasajeros. El barco pone rumbo a Cádiz, un destino extraño en esos momentos para un grupo de turistas. En España, buena parte del Ejército se ha sublevado contra la República, el golpe de Estado ha fracasado y acaba de comenzar una guerra civil.
El Usaramo llega al puerto de Cádiz el 7 de agosto. Lo han escoltado tres buques de guerra alemanes (Luchs, Deutschland y Leopard) y ha conseguido burlar a los barcos de la marina republicana que vigilan la zona. Uno de ellos, el Jaime I o bien el Almirante Valdés, persigue al mercante hasta la costa gaditana y dispara sus cañones. Pero no logra evitar que la operación encubierta tenga éxito.
El viaje organizado por la KdF es una tapadera. En realidad, el Usaramo transporta el primer contingente clandestino de hombres y material que envía a España la Alemania nazi en auxilio de los sublevados. Los turistas que desembarcan en Cádiz no son tales. Son militares alemanes que visten de paisano. Las cajas que salen de las bodegas del mercante esconden la verdadera mercancía: aviones (seis cazas He-51 y diez Junkers 52 desmontados), cañones antiaéreos, munición, piezas de recambio y medicamentos. Un tren lleva a los militares y el material a Sevilla.
El episodio lo refleja uno de los mapas del nuevo tomo del Atlas de la Guerra Civil Española que está publicando la editorial Dau. El tercer volumen, que firman los historiadores Jordi Barra y José Luis Martín Ramos, aborda desde la cartografía la intervención de la Legión Cóndor, la unidad de combate aéreo enviada por Hitler a España para ayudar a los franquistas (16.000 hombres, 800 aviones).
Antes de que ese importante envío de tropas sea oficial, a España llegan en secreto, en el verano y el otoño del 36, militares, aviones y tanques alemanes. Es entonces, en ese crucial transporte de la vanguardia de la Legión Cóndor, cuando la provincia de Cádiz adquiere el destacado papel que muestra el atlas.
Los envíos clandestinos fueron la respuesta de Hitler a una carta en la que el general Franco, a finales de julio de 1936, le pidió ayuda para romper el cerco en el Estrecho de Gibraltar, donde los barcos republicanos bloqueaban el paso de tropas a la Península.
"Excelencia, nuestro movimiento nacional y militar tiene como objeto la lucha contra la democracia corrupta y contra las fuerzas destructoras del comunismo organizadas bajo el mando de Rusia", le escribió Franco a Hitler. Antes de partir hacia España, a los voluntarios que desembarcaron en Cádiz como turistas les leyeron un telegrama de Hitler: "Führer ha decidido socorrer pueblo situación desesperada y rescatarle bolchevismo mediante ayuda alemana. Compromisos internacionales imposibilitan asistencia declarada por tanto acción de apoyo encubierta".
Esa ayuda fue fundamental: dio un giro de 180 grados a la situación de la guerra. Entre otras cosas, hizo posible el masivo transporte del Ejército de África, que comenzó el 5 de agosto por mar bajo cobertura de cazas italianos y de acorazados alemanes y que se aceleró cinco días después con el puente aéreo intensivo que tendieron los Junker 52, explica Martín Ramos. Los aviones que Hitler envió a Franco también llegaron a Marruecos (volando con los distintivos militares borrados) y a Lisboa (en otros mercantes).
Los buques de guerra alemanes que escoltaron al Usaramo fueron enviados a España oficialmente para repatriar a compatriotas residentes que lo desearan. Así lo reflejaba la prensa española, bajo censura de los militares, en el territorio que estaba en manos de los sublevados. Diario de Cádiz publicó el 1 de agosto de 1936 que el acorazado Deutschland se encontraba en el puerto gaditano y que su almirante, mister Cars, había desembarcado y visitado al gobernador civil y alcalde de la ciudad, Ramón de Carranza, y a otras autoridades. Él periódico mencionaba dos días después la llegada al puerto de un destructor alemán. Y el día 5, la de otro: el Leopard.
No hubo noticias en cambio sobre el Usaramo ni sobre los 91 turistas alemanes pero sí sobre episodios que el paso del tiempo y la información disponible permiten relacionar con la llegada de ese mercante.
La ciudad vivía esos días momentos convulsos: el día 6 fueron fusilados Mariano Zapico, que era gobernador civil cuando se produjo el golpe de Estado; Leoncio Jaso, que mandaba a los Carabineros; Antonio Yáñez, que estaba al frente de la Guardia de Asalto; y Luis Parrilla, oficial de Telégrafos. El mismo día, Queipo de Llano, al mando de la sublevación en Andalucía, destituyó a Carranza como gobernador civil; para aliviarle de tan pesada carga, argumentó el general en su decreto. Carranza respondió que no le había fatigado en lo más mínimo la labor en dos destinos; se enfadó tanto, que al día siguiente quiso abandonar también la alcaldía. Pero justo en esa jornada tuvo que enfrentarse a una tragedia en la ciudad: un proyectil disparado por un barco de la escuadra republicana impactó en la azotea de una casa de la calle Pasquín. La metralla mató a un vecino, Fernando Rodríguez, de 36 años, e hirió a otros.
El ataque iba dirigido contra el Usaramo porque el Gobierno republicano conocía la verdadera misión de ese barco. Pero la versión oficial que recibieron los vecinos de Cádiz fue otra bien distinta. Los disparos, publicó la prensa, habían sido hechos por los "barcos piratas, que cobardemente tratan de asesinar a gentes indefensas de la población civil, pretendiendo lograr así sus torpes designios". Sólo uno de los proyectiles hizo blanco en la ciudad, reconocían los sublevados. Pero, añadían, cayó en una casa "habitada por gente trabajadora, gente humilde, a la que quieren liberar, dicen, los secuaces del marxismo, por este inhumano procedimiento".
La información ocultaba lo realmente sucedido. Únicamente una advertencia en la nota difundida por el gobernador militar, López Pinto, permite ahora entender que hay una referencia al Usaramo y a esa ayuda alemana que venía a levantar el ánimo de los golpistas: "Caro pagarán lo que están haciendo pues se prepara una enérgica acción destructora contra ellos en vista de que no cejan en su empeño, ya que los verdaderos hijos de España están dispuestos a defenderla".
Los sublevados estaban necesitados de noticias que elevasen su moral. "De día encontré en Cádiz una ciudad deprimida, triste; de noche, muerta", se lamentaba en su primer bando, el 8 de agosto, el nuevo gobernador civil, Eduardo Valera. El día anterior, las fuerzas leales a la República también habían bombardeado el Campo de Gibraltar. El atlas contiene un mapa sobre ese bombardeo desde el mar y desde el aire, el más importante que sufrió Algeciras durante la Guerra Civil. Otro mapa aborda el primer puente aéreo de la historia: el traslado del Ejército de África a la Península con los Junkers facilitados por Hitler, que volaban desde el aeródromo de Tetuán a los de Sevilla y Jerez. Fue en este municipio gaditano donde el 15 de agosto se produjeron las primeras bajas mortales de las tropas alemanas en España: los alféreces Helmut Schulze y Herbert Zech, que habían realizado varios vuelos del puente aéreo, murieron al estrellarse el Ju-52 que pilotaban cuando aterrizaban en el aeródromo de Jerez. Sus cadáveres fueron embarcados a finales de agosto en Huelva en el mercante Giargenti.
Precisamente el Giargenti es uno de los dos barcos que tocó puerto en Cádiz el 7 de octubre del 36, en otra operación secreta también cartografiada: el envío a España desde Alemania de la primera unidad de tanques con la que instruir a los sublevados en el funcionamiento y uso táctico de vehículos y armamento acorazado. Como ocurrió con el primer contingente en agosto, 267 militares alemanes desembarcaron en Cádiz sin uniforme, como si fueran turistas. El Giargenti y el Passages navegaron escoltados por los acorazados Deutschland y Admiral Scheer. En los mercantes, oculto en enormes cajas de madera que oficialmente contenían maquinaria industrial y agrícola, iba el armamento: 41 tanques Panzer IA y 20 cañones anticarro Pak 35/36. También 55 camiones, 6 camiones taller y munición para los tanques.
Hombres y material partieron desde Cádiz hacia Sevilla y, posteriormente, de allí a Cáceres. En un lugar cercano a la capital de esa provincia, los Castillos de las Arguijuelas, los alemanes se dedicaron a preparar y formar a españoles en el manejo de los Panzer y los antitanque.
La prensa controlada por los sublevados no publicó nada, lógicamente, sobre la ayuda clandestina alemana pero sí difundía noticias acerca de la que prestaban otros países a la República. Al día siguiente de la llegada del Usaramo a la capital gaditana, Diario de Cádiz explicaba que Rusia había decidido apoyar a los marxistas españoles de una forma material y que de ese modo cometía un atentado criminal contra la integridad de un país extranjero. Otra noticia daba cuenta de que el Gobierno de Madrid recurría al extremo de reclutar obreros en París para luchar con los marxistas, con armas, contra las tropas salvadoras de España. Añadía un mensaje en línea con el estilo radiofónico de Queipo de Llano: "Si estáis seguros de vuestra victoria, ¿por qué no empleáis en la lucha solamente a españoles? Descuidad, iremos contra vosotros y contra ellos. Preparad el camino para vuestra huida. La hora se acerca y no habrá misericordia".
En octubre del 36, tras la llegada a Cádiz de los tanques alemanes, los gaditanos eran informados de que en Burdeos había varios aviones soviéticos, con sus respectivos pilotos, preparados para ser enviados a los marxistas españoles. También de que técnicos soviéticos organizarían en Madrid las defensas de alambradas. Otra noticia explicaba que el Gobierno alemán había protestado ante el comité de neutralidad en los asuntos de España porque se le achacaba ser parcial en ese conflicto. Alemania se quejaban de la ayuda "a los rojos" prestada por Francia, México y Rusia. La nota concluía con un párrafo memorable: los alemanes dicen que "ellos nunca intervendrán en un conflicto interno en cualquier país del mundo".
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