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"Ha llegado la hora de flexibilizar algo las normas urbanísticas en el parque natural"

Alfonso Moscoso | Alcalde de Villaluenga del Rosario

El alcalde payoyo propone abrir un debate sobre las "estrictas" medidas de protección medioambiental que considera que frenan al sector ganadero y al desarrollo de los pueblos

"La política es una noria y yo le estoy muy agradecido a la ejecutiva federal del PSOE por permitirme ser senador"

"La industria del queso no ha alcanzado aún su techo. Con un polígono industrial aquí habría seis fábricas más"

Alfonso Moscoso, durante la entrevista en el Ayuntamiento de Villaluenga. / Ramón Aguilar

Villaluenga del Rosario/Nunca Villaluenga del Rosario había sonado tanto dentro y fuera de la provincia de Cádiz. Y buena culpa de ello la tiene el socialista Alfonso Moscoso, alcalde desde hace 20 años y que pese a contar con apenas 47 años de edad ya es en solitario el regidor gaditano que más tiempo lleva en el cargo.

Con su nueva mayoría absoluta –y van seis consecutivas– Moscoso reconoce que las cosas pintan bien tanto para él –además de alcalde es senador desde abril– como para su pueblo, que ha encontrado en la industria del queso un salvavidas. Eso sí, advierte que para frenar la despoblación creciente en esta parte de la Serranía gaditana es imprescindible flexibilizar algo las normas urbanísticas en el Parque Natural Sierra de Grazalema.

–Sexta mayoría absoluta consecutiva y además ganando un concejal. Desde fuera da la impresión de que gana usted sin despeinarse, que da igual quién se presente en la oposición.

–Para nada. Estos últimos cuatro años han sido muy intensos, de mucha dedicación exclusiva al pueblo. Tenga en cuenta que en 2015 me quedé sin un cargo supramunicipal después de ocho años como presidente de la Mancomunidad de la Sierra y cuatro más como diputado provincial. Esto me ha permitido desarrollar más proyectos y estar más en contacto con los vecinos. Además, renuncié a la opción de ser el gerente de la Agencia Pública de Educación de la Junta porque eso me obligaba a renunciar a la Alcaldía y no estaba dispuesto. Creo que la gente de Villaluenga ha visto todo esto, lo ha valorado y además ha penalizado a la oposición, sobre todo a IU, que se ha dedicado a intentar romper la buena armonía y la cordialidad que hay en el pueblo.

–¿Qué supone para usted ser el alcalde más veterano de la provincia de Cádiz?

–Supone un orgullo porque viene a demostrar que la gente del pueblo te quiere. Pero también es un reconocimiento a tantos años de trabajo y a unas políticas en favor del pueblo que después de 20 años siguen teniendo eco.

–¿Y en qué ha cambiado Villaluenga en estos 20 años?

–Pues hemos fortalecido el crecimiento económico, el bienestar social y la calidad de vida. Hace dos décadas en Villaluenga había restricciones de agua, no había luz y hasta había problemas para ver la televisión. Y hoy es un pueblo próspero con un presente y un futuro esperanzador. Estoy muy orgulloso sobre todo del crecimiento de la industria quesera, que ha pasado de tener una sola fábrica hace dos décadas a contar ahora con seis, que emplean a 50 personas. Todo eso hace que Villaluenga sea ahora el pueblo del queso, de la espeleología, de la tauromaquia, de la ganadería y de la literatura. Nuestra convivencia es nuestra fortaleza, el queso es una oportunidad, el Parque Natural es una debilidad y el número de habitantes es una amenaza.

–¿Cuál va a ser la prioridad de su gobierno para los próximos cuatro años?

–La prioridad absoluta va a ser la residencia de ancianos que vamos a empezar a construir en octubre y que queremos que esté en servicio en un plazo aproximado de tres años. Tendrá 50 plazas y la idea es que sea un referente comarcal. Con ella buscamos prestar una asistencia de calidad a nuestros mayores, para que no se tengan que ir del pueblo, pero también crear puestos de trabajo buscando el pleno empleo. En esa residencia trabajarán 30 personas y queremos que ahí pueda entrar el 75 o el 80% de los parados que hay ahora en el pueblo, que son 27. Y en paralelo queremos fomentar tanto el turismo como la industria quesera, que es nuestro orgullo.

–Hablemos de ambos asuntos. ¿Qué se puede hacer en el pueblo para impulsar el turismo?

–Nosotros sabemos que nuestro futuro está y debe seguir estando en la industria del queso. Pero partiendo de ahí no renunciamos al turismo para intentar diversificar algo nuestra economía. Creo que tenemos una buena oferta, con un hotel y 50 casas de turismo rural. Y mantenemos atractivos como el Museo del Queso, el Museo de la Literatura, la Sima de Villaluenga, la plaza de toros que tiene más de 200 años, el cementerio, etc. Ahora queremos mejorar algunos elementos patrimoniales como la Ermita del Calvario o la Fuente Nueva, además de mejorar algunos senderos. Y también queremos fomentar las infraestructuras de turismo deportivo y de aventura. Aprovechando que tenemos un rocódromo municipal pretendemos habilitar una tirolina en la parte alta del municipio. Es que en los pueblos pequeños tenemos que tirar siempre de imaginación.

–¿La industria quesera de Villaluenga ha tocado techo?

–Para nada. Aún puede crecer mucho más. Este sector es muy importante porque las seis fábricas que tenemos elaboran más de 400.000 kilos de queso al año, que es aproximadamente el 50% del queso que sale de la provincia. Y el volumen de ventas que genera es de nueve millones de euros al año. Pero hay que tener en cuenta que si en Europa la media de consumo es de cinco kilos de queso por persona al año, en España es de apenas dos kilos. Es decir, que hay mucho campo por desarrollar y este sector, que es muy nuevo pero que se está modernizando mucho y cada vez con más calidad, seguro que sigue creciendo. Y si logramos la Denominación de Origen, mejor. Y si tuviéramos un polígono industrial, creo que tranquilamente podríamos tener seis fábricas queseras más. Es decir, que tenemos mucho futuro pero es fundamental cuidar más al sector ganadero.

–¿Y cómo se consigue fomentar la ganadería?

–Los datos dicen que en los últimos 30 años la cabaña ganadera en la Sierra se ha reducido en un 30%. Y eso ocurre curiosamente cuando hay mucha gente que quiere trabajar en el campo. Pero esa gente quiere vivir lógicamente en esa misma explotación ganadera, en una vivienda que precisa de luz, agua y unos accesos adecuados. Pero eso choca con la normativa urbanística tan estricta que tiene el Parque Natural Sierra de Grazalema. Por eso somos muchos los que pensamos que ha llegado el momento de flexibilizar algo esas normas. Con eso buscamos además que estos municipios no se despueblen. Porque en estas tres décadas de parque natural los 11 municipios que están dentro han perdido un 20% de población.

–No parece que eso sea tan fácil. Para empezar me imagino que tendrán la oposición frontal de los ecologistas.

–No estamos hablando de quitar el Parque Natural, ni de abrir la mano a la especulación urbanística, evidentemente. Sólo hablamos de eliminar trabas burocráticas y administrativas que frenan a la ganadería, un sector esencial para el desarrollo económico de la zona y para la prevención de incendios, y que también frenan a unos pueblos que, por ejemplo, no podemos disponer de un polígono industrial y tardamos hasta 15 años en tramitar un PGOU. O sea, que algo se está haciendo mal. Por eso en los próximos meses los alcaldes de los pueblos afectados queremos reunirnos para abrir un foro de debate que ponga sobre la mesa debilidades, fortalezas, amenazas y oportunidades del Parque Natural. Queremos escuchar demandas, problemas y sugerencias para salir de un estancamiento que, insisto, agrava la despoblación en la zona rural.

–¿Y no ha pensado en rescatar el cheque-bebé que instauró en Villaluenga en 2007, antes incluso de que lo aprobara el presidente Zapatero para toda España?

–Claro que sí. Esa medida iba en nuestro programa electoral y la cumpliremos. Ahora tenemos que hacer la ordenanza antes de ponerlo en práctica. Las condiciones serán las mismas pero la cuantía bajará de 3.000 a 1.000 euros. Aquella medida de 2007 fue muy bien, nacieron una media de nueve niños al año, pero con nuestros escasos recursos nos costó mucho pagar ese dinero. Creo recordar que tardamos tres años en pagarlo todo, pero lo hicimos, ¿eh?

–Alcalde y senador, casi nada. ¿Se siente usted ahora más valorado en su partido?

–Bueno, lo que se ha demostrado una vez más es que la política es una noria porque hace cuatro años yo estaba abajo y ahora estoy arriba. Esto es así. Estoy enormemente agradecido a la ejecutiva federal de mi partido por incluirme en la lista al Senado en las últimas generales. Entiendo que ahora estoy más valorado pero es que detrás hay 20 años de gestión, de trayectoria, de experiencia y de dedicación, elementos que yo siempre he pensado que tendrían que ser importantes a la hora de que un partido elija a sus candidatos.

–Aseguraba Francisco González Cabaña en una reciente entrevista que Luis Pizarro había presionado mucho a la dirección federal del PSOE para que usted fuera en esa lista al Senado. ¿Qué opina?

–No comparto lo que dijo Cabaña. En política los representantes públicos estamos a las órdenes del partido y los dirigentes son los que nos ponen y los que nos quitan. No creo que Cabaña sea tan bueno y yo sea tan malo. Además, en esa entrevista dejó mucho que desear alguien que fue 12 años secretario general del PSOE de Cádiz y ocho años presidente de la Diputación. Porque algo de gratitud debería tenerle a este partido que durante tantos años le permitió ostentar cargos de esa responsabilidad cuando seguro que había compañeros que habrían hecho ese mismo trabajo igual o incluso mejor que él.

–Pero a usted jamás le ha molestado que le llamen pizarrista, ¿no?

–No, no me molesta pero yo me considero socialista a secas, sin apellidos. Con Luis Pizarro tengo una estrecha amistad pero en mi gestión orgánica e institucional siempre he antepuesto los intereses generales a los particulares. Valga como ejemplo que en los 20 años que llevo en política apenas he estado ocho años en la ejecutiva provincial del PSOE.

–Hace pocos años vislumbraba usted el final de su ciclo político como alcalde. Apuntaba incluso que las de 2019 podían ser sus últimas elecciones como candidato. ¿Sigue pensando lo mismo?

–No, qué va. Ahora me he venido arriba. Ahora voy a por 20 años más como alcalde de Villaluenga.

Imaginación al poder, el lema del coleccionista de mayorías

Alfonso Moscoso detesta una cosa y es que alguien diga o deje caer que ser alcalde del pueblo más pequeño de la provincia tiene que ser un chollo. Eso le rebela. Y su respuesta siempre es la misma: que un alcalde de pueblo tiene que llamar a más puertas y tiene que hacer más ruido que otros para lograr avances en sus municipios. Y a esto hay que unirle amplias dosis de imaginación, algo que en los últimos 20 años ha demostrado tener, y de sobra, este socialista convencido que el pasado 28 de junio cumplió 47 años de edad. La Feria del Queso, una Escuela de Espeleología, corridas con matadores de primer nivel en una plaza de toros única y remodelada, un concierto del mismísimo Alejandro Sanz, el pago de un cheque-bebé de 3.000 euros por cada recién nacido que se empadronara en Villaluenga y un rocódromo municipal son sólo algunos exponentes de una gestión que no para y que ya tiene nuevas metas en el horizonte: una tirolina desde la parte superior del pueblo que permita atraer al turismo deportivo y de aventura y, sobre todo, una residencia de ancianos de 50 plazas que quiere levantar en los terrenos anexos a la piscina municipal.

Es el sigue y no para de este hombre nacido en la misma Villlaluenga pero que se formó primero como interno en el colegio de los Maristas de Bonanza (Sanlúcar) y luego en un instituto de Ubrique para sacarse finalmente el título de Graduado Social en Jerez.

A finales de la década de los noventa, Alfonso Moscoso era un joven que trabajaba en una sucursal de la Caja San Fernando en la Sierra y que no militaba en partido alguno. Y el gusanillo de la política le llegó de la mano de Alfonso Perales y Antonio Mateos, entonces alcalde de Grazalema. Le ficharon para el PSOE con el reto de que sacara a Villaluenga del anonimato, una misión que ha cumplido de sobra. O eso al menos lo que parece que piensan los habitantes de este pueblo de menos de 500 habitantes que le han regalado seis mayorías absolutas consecutivas. La primera, la de 1999, fue ajustada porque ganó al PP por un estrecho 4-3 en el reparto de concejales. Pero luego llegaron cinco goleadas más que llamativas: un histórico 7-0 en el año 2003; un 6-1 en 2007; otro 6-1 en 2011; un 5-2 en 2015 y otro 6-1 en las elecciones municipales del pasado 26 de mayo. Esa última cita con las urnas dejó como único referente en la oposición al líder local de IU, aunque Moscoso dice con sinceridad que ya echa de menos a la concejala que tenía el PP “porque es buena persona”.

Tantas victorias permitieron a Moscoso ser más de ochos años presidente de la Mancomunidad de la Sierra y cuatro años diputado provincial. Pero su gran salto ha sido este año, cuando ha logrado un escaño en el Senado gracias al sector pedrista del PSOE gaditano, que lo incluyó en esa candidatura a última hora. Y eso que apoyó a Susana Díaz en las primarias de 2017.

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