La almadraba contra un muro
El respaldo a las artes gaditanas de políticos y administraciones, sindicatos, ecologistas y hasta de la alta cocina no ha servido para lograr ninguna garantía de supervivencia
Juan María Arzak, el abuelo ilustre de la alta cocina, describió de forma espontánea pero precisa la diferencia entre las almadrabas y las flotas industriales de atún rojo: "Mire, unos son artesanos y pescan con las manos, y otros pescan con barcos que parecen portaaviones, como si fuesen a la guerra". Fue en junio. El donostiarra era el alma mater de una expedición a Barbate de cincuenta de los mejores cocineros del país para conocer las artes gaditanas y su industria. Todos se rindieron a la almadraba.
Los pescadores jandeños insisten en este mensaje crucial: artesanos e industriales son antagonistas; los primeros han gestionado el recurso durante tres mil años de forma sostenible, los segundos han llevado al atún rojo al borde de la extinción en sólo veinte años de voraz actividad. La diferencia ha sido subrayada por partidos políticos, administraciones públicas, sindicatos, científicos -que valoran el interés de la almadraba para el análisis estadístico de la especie- y por grupos ecologistas. Sin embargo, sigue siendo totalmente ignorada por los gobiernos y por la diplomacia internacional.
Así ha quedado patente, un año más, en la asamblea de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (Iccat). El recorte del 4,4% del Total Admisible de Capturas (TAC) para 2011, que se suma al del 40% registrado esta campaña, vuelve a aplicarse de forma indiscriminada a todas las flotas internacionales y deja a la almadraba en la situación más crítica de su historia con apenas 630 toneladas de cuota, la mitad de su margen de rentabilidad.
La Organización de Productores Pesqueros de Almadraba OPP-51 reclamó que las medidas de la Iccat gravaran a las flotas industriales con una moratoria o con ampliación de las vedas. La Consejería de Pesca de la Junta de Andalucía abanderó esa postura ante el Gobierno español. Pero la Comisión Europea (CE), que representa la postura de los Veintisiete en la Iccat, se convirtió en un muro para las reivindicaciones andaluzas.
Lo admitió la consejera de Pesca, Clara Aguilera, que, durante la asamblea celebrada en París, envió un comunicado en el que criticaba a la comisaria europea del ramo, Maria Damanakis, por hacer "oídos sordos" a las propuestas del sector pesquero andaluz y le reclamaba "más atención y sensibilidad" hacia las flotas artesanales.
Al final, la expedición española se conformó con contener un recorte de cuotas pesqueras que aun pudo ser mayor y la ministra de Medio Marino, Rosa Aguilar, se felicitó porque los resultados de la cumbre "consolidan la línea de acción promovida por España".
Esta satisfacción en el Gobierno contrasta con la frustración en la almadraba. "Ha sido una puesta en escena bochornosa. La Iccat es incapaz de abordar el origen del problema", ha lamentado Diego Crespo, gerente de la OPP-51.
Tras la resolución de la Comisión internacional, vuelven las muestras de apoyo y movimientos políticos para garantizar el futuro de las artes gaditanas, en proceso de declaración de Bien de Interés Cultural (BIC). Llegan de los ayuntamientos de Conil, Tarifa y Barbate, que han pedido una reunión a la ministra, de la Diputación de Cádiz, de los sindicatos, que ayer anunciaron movilizaciones, y de todos los partidos políticos.
Las agrupaciones provinciales de PP, IU y PSOE han presentado proposiciones no de Ley en el Parlamento andaluz para que la Junta reclame al Ministerio medidas que garanticen el mantenimiento de la actividad almadrabera y del empleo. El MARM dispone de una herramienta para lograr este objetivo: modificar el reparto de la cuotas de atún rojo en España (2.413 toneladas) para compensar a las almadrabas, que sólo reciben 630, en detrimento de las flotas de cerco. A expensas del engranaje político, la artes gaditanas se ahogan.
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