Almudena Martínez, ¿otra oportunidad perdida?

Tras su primer año de mandato, en el PP echan de menos un mayor protagonismo de la presidenta de la Diputación en defensa de la provincia de Cádiz

La carta blanca que tiene el alcalde de El Puerto en el Patronato de Turismo es otro motivo de discordia

Almudena Martínez: "En la oposición estamos atendiendo a todos los municipios, pero la oposición algo tendrá que decir"

Almudena Martínez, fotografiada el pasado mes de julio en la azotea de la sede de la Diputación de Cádiz / Germán Mesa

A José Loaiza nunca se le olvidará el mes de junio del año 2015. Porque si cuatro años antes todo era alegría, con su desembarco casi al mismo tiempo en la Alcaldía de San Fernando y en la Presidencia de la Diputación Provincial de Cádiz, culminado ese mandato corporativo conoció el amargor de la derrota en ambas instituciones. Y aunque al PP gaditano –y al propio Loaiza– le dolió tener que hacer ambas mudanzas, sin duda fue más dolorosa la de la Corporación provincial, donde tras varias décadas persiguiendo el sueño de alcanzar el poder en esa institución, finalmente sólo pudieron disfrutarlo durante cuatro años que pasaron muy rápido.

De aquello, del momento en que Loaiza tuvo que cederle el testigo de la Diputación gaditana a la socialista Irene García, han pasado ya nueve años. Y aunque desde julio de 2023 el PP puede presumir de haber recuperado ese bastón de mando, es indiscutible que en esta formación política crece cada día el temor de que este paso por la Presidencia vuelva a ser efímero y se circunscriba de nuevo a sólo esos cuatro años de rigor.

Y es que la sensación general que hay en el PP es que en este año y poco que ha transcurrido del presente mandato corporativo si algo está quedando claro es que la actual presidenta de la Diputación, la jerezana Almudena Martínez del Junco, no está asumiendo ese papel protagonista que el PP le había puesto en bandeja y que esta provincia necesita.

Sí, porque esta provincia necesita desde hace tiempo que una persona o una institución deje a un lado cualquier atisbo de partidismo y se erija en una voz autorizada para defender los intereses de todo lo gaditano en Sevilla, en Madrid, en Bruselas y donde haga falta. Y hay materia de sobra para hacerse notar, ya sea por los problemas en las comunicaciones, por las carencias en infraestructuras, por las dudas sobre el turismo, por esa montaña rusa que es la industria y por el declive generalizado del sector primario, por ejemplo.

Pero, al menos en estos primeros 14 meses que lleva en el cargo, no se ha atisbado en la presidenta de la Diputación mucho afán por liderar algo, pese a que tiene el camino expedito por parte de la dirección del PP para plantear cualquier propuesta de futuro que considere oportuno.

Cuando llegó a la Presidencia de la Diputación, Almudena Martínez sabía que tenía encima una hipoteca pero que iba a pagarla hasta con agrado: las inversiones en La Línea comprometidas con el partido que lidera el regidor linense, Juan Franco. Gracias al pacto con este partido localista, La Línea 100x100, el PP volvía a tomar los mandos de la Corporación provincial pero tenía –y tiene– que cumplir con lo prometido. Vamos, lo mismo que hubiera tenido que hacer el PSOE si hubieran sido ellos los elegidos.

Pero quitando esa atadura, y sabiendo del peso específico y en cierto modo de la libertad de movimientos que tienen en el PP los alcaldes actuales de Cádiz, Jerez y Algeciras, Almudena Martínez tenía las manos libres para marcar su propio camino. Y hasta parecía que iba a asir con fuerza las riendas de la Diputación cuando a las pocas semanas de llegar al cargo redistribuyó las competencias entre sus compañeros del PP con responsabilidades de gobierno para asumir ella misma el control directo de algunas áreas. Pero la gestión, al menos hasta la fecha, está resultando más bien plana, según reconocen en privado cargos del PP. “Es que nunca había tocado gobierno antes de llegar a la Diputación”, advierte un dirigente del partido. Y otro que la conoce relativamente bien, aclara: “Tiene su carácter, sabe siempre cuál es su sitio pero es sobre todo una persona muy prudente, algo que en política ni es bueno del todo ni es malo del todo”. 

A diferencia de lo que había sucedido en la Diputación de Cádiz en los últimos 30 años, la persona que aterrizaba en la Presidencia en julio de 2023 era una completa desconocida para casi todos. Es verdad que esa abogada de profesión que este verano ha cumplido 48 años de edad llevaba una larga trayectoria como militante del el PP, aunque jamás había asumido un cargo público. Tuvo que ser Antonio Saldaña quien en 2019 se fijó en ella y la incluyó en la lista del PP a las elecciones municipales de ese año en Jerez. A partir de ahí, cuatro años de concejala y de diputada provincial, pero en ambos casos en la oposición, sin responsabilidades de gobierno. Y en paralelo fue creciendo en la estructura del PP provincial, tanto que en octubre de 2022 Bruno García la convirtió en la secretaria general. Y pocos meses después, en las elecciones municipales de mayo de 2023, María José García-Pelayo la mantuvo en la lista del PP de Jerez, fue elegida concejala y en julio de ese mismo año le tocó la lotería en la Diputación.

Martínez fue elegida para el cargo porque hacía falta una mujer y que no fuera de Cádiz

En el PP nunca han explicado las razones por las que Almudena Martínez fue la elegida para la Presidencia, cuando la mayoría de las quinielas apuntaban a que el elegido sería Juancho Ortiz, concejal en Cádiz y actual vicepresidente primero de la Corporación provincial. Pero hay hasta tres motivos diferentes que le terminaron abriendo la puerta a Martínez, sin que sepa cuál de ellas terminó pesando más. Una razón era que no era conveniente que la persona designada para el cargo fuera alguien de Cádiz capital. Si a la presencia de Mercedes Colombo en la Delegación del Gobierno andaluz en la provincia, de Bruno García –ya más de Cádiz que de Jerez– en la presidencia provincial del partido y de Ignacio Romaní como referente del grupo de diputados del PP gaditano en el Congreso se sumaba a Juancho Ortiz en la Diputación, ese predominio capitalino podría originar cierto resquemor en otros rincones de la provincia. Y la opción de que el elegido para la Presidencia fuera alguien de Jerez, algo que no había sucedido jamás en democracia, empezó a sonar bien y fue ganando fuerza poco a poco.

Pero de repente se planteó la posibilidad/necesidad de que la persona elegida fuera una mujer. ¿Por qué? Pues porque alguien en el PP de Andalucía cayó en la cuenta de que el elegido para presidir la Diputación de Málaga era un hombre, y el de Córdoba, y el de Granada, y el de Almería, y el de Huelva también. Y la foto de Juanma Moreno rodeado de seis presidentes varones, si se sumaba el de Cádiz, no sería bien vista desde cierto sector de la sociedad.

Así que había que buscar a una mujer en la provincia de Cádiz. Y se fueron descartando nombres de dirigentes féminas que ya estaban asumiendo responsabilidades de peso en otras instituciones... hasta que se llegó a Almudena Martínez. Y se optó por ella porque ya tenía experiencia como diputada provincial, aunque fuera en la oposición, y, sobre todo, porque era –y es– la número dos del PP en la provincia. Y, por lo general, en este partido los galones siempre han pesado

Al analizar estos 14 primeros meses de la era Martínez en la Diputación, en el PP de Cádiz se llega a dos conclusiones. La primera es que si alguien tenía dudas de la actitud que iba a tener Juancho Ortiz como segundo de a bordo, ya las debe tener aclaradas, porque de hacerle la cama a la presidenta, nada de nada. “El papel de Juancho no era fácil después de que le quitaran primero de la carrera por la Alcaldía de Cádiz y de que le relegaran luego de la Presidencia de la Diputación, pero se está comportando como un caballero”, coinciden en sus valoraciones más de un dirigente de peso del PP provincial.

Germán Beardo y Juancho Ortiz miran a Almudena Martínez en una rueda de prensa. / Lourdes de Vicente

Y esa coincidencia se vuelve a producir en la segunda conclusión de ese balance de gestión y que no es otra que el resquemor generalizado que provoca el protagonismo cada vez más evidente del alcalde de El Puerto, Germán Beardo, en la Diputación. Después de que en 2021 el PP nacional frenara su llegada a la presidencia del partido en Cádiz en beneficio de Bruno García, y después de que en octubre de 2022 fuera destituido como secretario general para hacerle sitio a Almudena Martínez, Beardo parecía haber entrado en decadencia en el PP gaditano. Pero su incontestable mayoría absoluta en El Puerto lograda el año pasado le abrió la puerta de la Diputación, donde llegó de la mano de su inseparable Javier Bello, un edil portuense con un historial repleto de polémicas. Y la presidenta le confió a Beardo el Patronato Provincial de Turismo, donde pincha y corta todo lo que le da la gana, sin freno alguno y usando el presupuesto a su cargo para cuestiones no siempre entendibles. Los 900.000 euros que la Diputación decidió abonar al Cádiz CF por promocionar a la provincia en este año hizo que algunos en el PP se llevaran las manos a la cabeza por lo elevado del montante. Y esa reacción fue a más cuando se desveló que en el acuerdo firmado entre ambas partes se incluía la posibilidad de que la cantidad a ingresar por la entidad cadista se elevara hasta los 3,6 millones de euros si el patrocinio se ampliaba para tres años más.

La libertad con la que cuenta Germán Beardo en el gobierno de la Diputación es la principal crítica que muchos en el PP hacen en privado a la presidenta. “Está desatado. Beardo parece cascarón de huevo, porque nadie le tiene en cuenta. Pero también es verdad que nadie en el partido le controla. Nadie se atreve a atarlo en corto, y la presidenta, menos aún”, añaden fuentes cercanas al gobierno provincial.

A la hora de poner notas de este primer año de gobierno en la Diputación, en el PP le dan un sobresaliente a Almudena Martínez en sus relaciones con La Línea 100x100, clave para la estabilidad de su gobierno; le dan un notable a la labor global de los diputados provinciales del PP con responsabilidades de gobierno, porque entienden que están al día de las carencias de las localidades de la provincia, sobre todo de las medianas y pequeñas; suspenden a la presidenta por no saber o no querer atar en corto al alcalde de El Puerto al frente del área de Turismo; y dejan con un ‘pendiente de valoración’ el apartado destinado a liderar las reivindicaciones de la provincia. Las sensaciones en este último punto no son buenas, es verdad, pero queda tiempo para darle un cambio de rumbo a la situación. Tres años pueden dar para mucho.

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