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Antología del bulo andaluz

Desinformación

La mitad de los andaluces considera que ha recibido alguna noticia falsa esta semana. Nos bombardean a patrañas y la inmigración está en el punto de mira de los desinformadores

La Consejería de Salud desmintiendo un bulo sobre las falsas tarifas en atención primaria
Pedro Ingelmo

22 de septiembre 2024 - 07:48

 A veces son tonterías, como que Correos ha decidido vender los paquetes que no son recogidos por 2,85 euros o que la Aemet baja los umbrales de temperatura para poder declarar más días de calor extremo; otras veces son absurdos, como que Ayzal y Muhammad son los nombres más comunes entre bebés menores de un año en España, según el INE; otras veces son clásicos, como que la Universidad de Harvard predice el fin del mundo para el 13 de noviembre de 2026; y otras veces son peligrosos como que Suiza prohíbe las mamografías porque provocan cáncer. E incluso, a veces, picas. Yo me creí que Miss Venezuela se echó encima pintura roja para protestar contra el régimen de Maduro. ¿Por qué no? Cosas más raras se han visto.

Porque no hablamos de errores periodísticos, hablamos directamente de mentiras.

El bulo existe desde que el mundo es mundo. De hecho, la mayor parte de las creencias religiosas se asientan en bulos, en cosas que nunca pasaron. Al fin y al cabo, Adán y Eva nunca existieron y es cuando menos improbable que Dios creara el mundo en siete días o que Noé metiera en un arca a todas las especies para salvarlas de un diluvio. Lo que pasa es que no lo llamamos bulo, es sólo una narrativa mágica, aunque durante mucho tiempo fuera de creencia generalizada en Occidente. Incluso hay quien lo sigue creyendo.

Al parecer, la palabra bulo tiene origen andaluz (no sé si es un bulo). El filólogo Pedro Álvarez de Miranda se complace de que bulo -con múltiples sinónimos como trola, camelo o paparrucha- sea el vocablo que está parando los pies al anglicismo fake. Cita su origen, aunque hay otras teorías, en el caló ‘bul’, que significa porquería, y recuerda que es citada a principios de siglo por Miguel de Toro y Gisbert, pionero en el estudio de los dialectos, en su obra 'Voces andaluzas'.

Ahora el bulo ha adquirido una dimensión desconocida por su capacidad de propagación en las redes sociales y por haber llegado al lugar de donde tantos bulos han salido tradicionalmente, el Congreso de los Diputados. Se quiere regular el bulo. El bulo es cosa seria. Incluso la Universidad de Málaga lo ha querido medir en su proyecto 'Impacto de la desinformación en Andalucía: análisis transversal de las audiencias y las rutinas y agendas periodísticas'. Se ha preguntado a 1.500 andaluces sobre el asunto y esta misma semana se ha dado a conocer el resultado y así sabemos que el 88% de los andaluces detecta informaciones falsas en los medios y que el 68% se jacta de pillarlas al vuelo. De hecho, un 53% de los encuestados afirma creer que ha recibido una noticia falsa en los últimos siete días, pero sólo el 7% confiesa haberla compartido. El 87% considera que es un problema para Andalucía (los de Jaén están especialmente preocupados, ya que al 95% les parece un problema serio y los gaditanos no se lo toman tan a pecho y sólo el 83% lo piensa) y aún así el 72% cree que los medios de comunicación ofrecen información fiable (los onubenses son los más descreídos con un 65%).

Durante la pandemia la Junta de Andalucía sí que consideró que los bulos eran un problema. Y realmente lo eran. Aquel episodio distópico era el mejor fermento para las paranoias y las conspiraciones. La cosa llegó al punto que creó su propia oficina anti-bulos, pero tuvo muy poca actividad, no más de una decena de entradas del tipo “no es cierto que se vacune a los ancianos en sus domicilios” o “no es cierto que la planta cardiovascular del Macarena esté colapsada por el covid”.

Pero aquello ni tuvo mucho seguimiento ni tenía un método muy riguroso, por lo que se decidió externalizar. En el año 2021 se encargó a una de las tres empresas españolas dedicadas al llamado fact checking, Maldita (por su web inicial Maldita Hemeroteca, creada en 2018), que fuera desentrañando todas las noticias que pudieran ser inexactas sobre la Junta. Básicamente, una oficina de desmentidos. Maldita realizaba sus informes mensualmente, pero el Gobierno andaluz nunca los difundió, aunque pagó por ellos algo más de 27.000 euros bajo el epígrafe 'Servicio para identificación de desinformación que afecte a la comunidad autónoma de Andalucía y su ciudadanía'.

Aquel acuerdo no se renovó para 2023. Los informes de Maldita utilizaban su propia metodología. Monitorizaban cualquier desinformación que detectaran, pero la Junta no podía indicarles qué investigar o qué desmentir, por lo que el gobierno andaluz consideró que el servicio no era de utilidad, ya que los bulos cazados ya se publicaban en la propia página de Maldita.

Inmigración

Las otras dos empresas españolas dedicadas a desenmascarar bulos son Newtral y Efe Verifica. Buceando en las tres se puede conocer cuál es la tipología de bulos que circulan por la región. Y, en ese sentido, la inmigración está en el punto de mira de los desinformadores, con tanto éxito que ha conseguido encaramarse como la principal preocupación de los andaluces. De este modo, se ha podido ver en redes vídeos de un acróbata egipcio para afirmar que llegaban a nuestras costas inmigrantes ejercitados en el uso de machetes o que un grupo de lanchas preparaban un desembarco anfibio sin que la Guardia Civil hiciera nada cuando las imágenes pertenecían a un ejercicio del ejército argelino. En otro se mostraba un vídeo de un grupo de personas negras caminando por una carretera con el irónico título “está pasando, pero tranquilos, no es una invasión” cuando la imagen pertenecía a un lugar situado en la frontera entre Túnez y Libia. Uno más mostraba una foto de aparentes pateras que, según alertaba la no noticia, formaban parte de un contingente de 500 pateras que se disponían a cruzar el Estrecho: “Avistan 500 pateras en Argelia a punto de zarpar rumbo a España: 5.000 inmigrantes ilegales llegarán en breve”. La foto estaba tomada de Google Earth en Mauritania y no eran más que las barcas de pesca artesanal utilizadas en este país.

En el año 2021 fue asesinado Francisco Zúñiga, sacristán de Alcalá la Real, en Jaén, cuando procedía a cerrar la Iglesia. En las redes rápidamente se señaló al autor como “un musulmán magrebí (…) pero la mafia informativa no lo publicará”. Lo cierto es que el crimen no había tenido ningún componente religioso y el autor resultó ser un mendigo rumano que solía pedir a la puerta de la iglesia. Fue detenido el mismo día, pero eso no evitó que el mensaje de odio se propagara durante las jornadas siguientes. Y, por terminar, Cáritas Almería jamás denunció que los inmigrantes a los que atendía tiraban la comida que les proporcionaban. El bulo se basaba en el vídeo de unas mujeres con hiyab pasando con un carrito de la compra por delante de unos contenedores de basura, pero ni tiraban la comida ni los carritos procedían de Cáritas.

Barbate

La muerte de dos guardias civiles en Barbate arrollados por una narcolancha el pasado febrero conmocionó a todo el país. Las noticias falsas sobre el suceso se multiplicaron. Hubo hasta un intento de timo whatsapp por el que se decía que la Guardia Civil recaudaba fondos para las viudas y huérfanos de las víctimas. Tampoco hubo sanciones para los guardias civiles que aplaudieron cuando una de las viudas rechazó la condecoración que le iba a imponer el ministro Marlaska ni el Gobierno prohibió poner en los cuarteles la bandera a media asta en señal de duelo por el suceso. Un vídeo de tiktok de una mujer que decía “yo ponía una bomba en los Goya (la gala del cine español) y que se fueran todos a tomar por culo” se viralizó debido a que un tal Doctor Tricornio puso sobre el vídeo: “Las palabras de la viuda de uno de los miembros de la Guardia Civil asesinados en Barbate: sólo retuitea”. La verdad es que la mujer se llama Susana Hermoso y tiene bastante éxito con sus diatribas contra el Gobierno a través de su cuenta Gusapaga. Es de Barcelona y no tenía nada que ver con los agentes ni, por supuesto, era una de las viudas.

El bulo de las fosas tapadas de víctimas de los republicanos

Pero quizá el más grave de todos aquellos mensajes fue el que colgó el sevillano Alvise Pérez, hoy eurodiputado, cuando señaló como uno de los asesinos, con su foto incluida, a un vecino de Algeciras que no había tenido nada que ver con los hechos. Durante días tanto él como su familia fueron acosados y amenazados de muerte. Poco después Alvise volvió a lanzar un mensaje falso tras la desaparición del joven cordobés Álvaro Prieto en la estación de Santa Justa: "Cogen peso las pruebas del posible homicidio de Álvaro Prieto a manos de un grupo de gitanos". El cuerpo del joven apareció días después entre unos vagones. Había muerto electrocutado. Efe Verifica aprovechó para dedicarle una pieza especial a Alvise: “Es un destacado desinformador, condenado e investigado judicialmente en varias ocasiones por mentir”. Cada mensaje escrito por el “destacado desinformador” llega directamente a más de 500.000 personas.

Para los negacionistas del cambio climático las redes son un campo muy útil. Un tuitero halló una mina en un recorte de un periódico antiguo que titulaba “El día más caluroso de la historia: El 30 de julio de 1876 Sevilla alcanzó los 51 grados” y, a continuación, comentaba: “lo que Aemet y la iglesia climática ocultan”. La misma Aemet tuvo que salir a dar explicaciones recordando que las mediciones de temperatura en el siglo XIX no eran fiables y que, en cualquier caso, eso no invalidaba la evidencia científica del calentamiento del planeta.

Otro campo de esta particular batalla cultural se centra en la memoria histórica. Por ejemplo, se hizo muy popular un bulo que afirmaba que Pedro Sánchez era nieto de Antonio Castejón, el sanguinario comandante legionario que tomó por orden de Queipo de Llano Morón, Utrera y Puente Genil. La verdad es que el abuelo de Pedro Sánchez era tendero. Recientemente se ha publicado un mapa de fosas que, según un tuit muy difundido, volvieron a ser tapadas cuando se descubrió que se trataba de represaliados por el ejército republicano. No eran pocas, casi 600. Y no son pocas porque es el mapa de todas las fosas encontradas hasta 2017 y, de hecho, la mayor parte de ellas no han sido aún levantadas.

La política está en el centro de la diana de los desinformadores. El periodista y tuitero gaditano Fonsi Loaiza utilizó una estrategia para hacer parecer que el presidente de la Junta había dicho lo que no había dicho, aunque en realidad sí lo había dicho. “Tras los 600.000 euros que le adjudica Bárcenas en la caja B del PP ha declarado: Lo que sucedió hace una década, sucedió hace una década”. Parecía que Moreno Bonilla, que siempre negó haber percibido sobresueldos de la caja B, reconocía ese cobro y así se multiplicó en la red. Incluso el portavoz del PSOE en el Parlamento recogió el guante y declaró que “parece que Bonilla cobró 600.00 euros y esto merece una explicación”. Y Moreno sí había dicho esa frase, pero la pregunta a la que él respondía era si creía que el juicio que entonces se iniciaba contra el ex tesorero del PP podía afectar a los resultados del PP en las elecciones catalanas.

El ex alcalde de Cádiz, José María González, sufrió una continua campaña de bulos durante su mandato / Jesús Marín

Todos los políticos han sufrido lapidación mediática por cosas que no han dicho o no han hecho. Del socialista Espadas se dijo que estaba investigado por el caso de los ERE, Teresa Rodríguez nunca pidió restaurar los valores del califato Omeya, Inma Nieto nunca situó Ronda en Extremadura y Vox no puso luces de Navidad con la esvástica en Granada. Pero si hay un político andaluz que ha tenido que padecer los bulos ha sido, sin lugar a dudas, el anterior alcalde de Cádiz, José María González ‘Kichi’. Por poner sólo tres ejemplos: de él se dijo que había prohibido poner el Belén en el Ayuntamiento, que se había comprado un lujoso chalé en Chiclana o se manipuló una foto para que pareciera que promocionaba un curso de estimulación del clítoris para mujeres en paro cuando en la realidad el alcalde posaba ante una pancarta contra la violencia de género.

Pueden parecer cosas sin importancia porque la mayoría de estos mensajes son evidentemente ridículos pero todos ellos fueron reenviados miles de veces en una multiplicación vírica. Es una desinformación masiva y contaminante del ecosistema informativo. Cada cual recibe este producto en malas condiciones en su respectiva burbuja, en su particular cámara de eco. Y un receptor se nutre de la información que consume. Si la información es tóxica, su pensamiento también lo será.

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