Los 'autobuses' de los desesperados

Polémica parlamentaria por el rescate de inmigrantes

La parlamentaria de Vox había oído campanas en su desfasada denuncia contra Salvamento Marítimo. Este servicio atendió en 2017 a 23.000 inmigrantes y facturó 168 millones

Inmigrantes rescatados por Salvamento Marítimo en 2017 tras incendiarse su patera.
Pedro Ingelmo

16 de marzo 2019 - 15:46

Luz Belinda Rodríguez estuvo en el Ejército del Aire, está formada como vigilante de seguridad, está casada con un miembro de las Fuerzas Armadas y ha vivido en Almería, Melilla y Algeciras. Es la voz de Vox en Almería, donde su discurso antimigratorio aupó a la formación como primera fuerza en localidades como El Ejido.

Quizá estos datos podrían hacernos pensar que la parlamentaria andaluza de Vox conoce bien cómo funciona el fenómeno de la inmigración más allá de que le parezca mal que miles de personas crucen cada año el Estrecho y de qué modo. Esta semana afirmó que Salvamento Marítimo ejercía como un “servicio de autobuses” para los inmigrantes. La afirmación es falsa, pero tiene matices.

Salvamento Marítimo es un servicio único en la Unión Europea. La prueba de su eficacia es que en el Estrecho no hay necesidad de que operen buques de ONG’s como ocurre en la zona de Libia. Aquí no tenemos ‘Aquarius’ porque lo que ellos hacen lo hace aquí una empresa pública. Lo que tiene la Unión Europea es la Misión Sofía, en honor al nombre de una niña nacida en un barco de inmigrantes que cruzaba el Estrecho. Pero la principal función de esta misión es detener el negocio de las mafias que operan en este pasillo, traficantes de seres humanos. La misión de Salvamento Marítimo no lleva ese componente. Su única misión es salvar vidas.

En 2017, según su memoria, la inmigración ilegal supuso el 64% de su actividad, rescataron 1.211 pateras y atendieron a 23.000 inmigrantes. Sólo cinco años antes, en 2013, la cifra apenas superaba los 4.000 inmigrantes atendidos. La diferencia tiene que ver con un mayor flujo migratorio, pero no todo.

Como tal, Salvamento es una empresa dependiente del Ministerio de Fomento y de capital público (antes Remasa, hoy dentro de Salmemar), en la que un 30% de sus 1.626 trabajadores, según los sindicatos, son eventuales o no tienen contrato fijo. El concepto es ‘fijo a extinguir’. El trabajo de muchos de estos hombres que, en ocasiones, se juegan la vida para salvar vidas es precisamente ese: salvar vidas. Si no hay vidas que salvar, no hay trabajo. “Hay gente que se ha dejado cuatro meses en una de las crisis humanitarias más graves y ahora están en la calle”, denunciaba en una entrevista Ismael Furió, presidente del comité de empresa de Salvamento.

Los últimos datos económicos de Salvamento Marítimo han sido buenos para lo que es una empresa pública. Sus ingresos fueron 168 millones de euros en 2017 por 161 millones de gastos y en 2018 han tenido una actividad frenética.

Esa actividad es la que acabó por chocar con otro departamento del Gobierno, Interior. Guardia Civil denunció que Salvamento Marítimo estaba realizando rescates por debajo del paralelo 35, muy cerca de la costa marroquí. Las pateras que rescataban en esta zona eran siempre de inmigrantes subsaharianos. Los marroquíes no quieren ver el barco de Salvamento Marítimo ni en pintura a no ser que la cosa se ponga tremendamente fea.

Según la ley del Mar todo patrón, sea de Salvamento Marítimo o no, está obligado a rescatar a un ser humano y llevarlo al puerto seguro más cercano. La Guardia Civil, en una tensa reunión del pasado julio entre Fomento e Interior, en plena crisis migratoria, reprochó a Salvamento Marítimo que incumplían esa norma, ya que el puerto al que debían llevar a los inmigrantes era al marroquí más cercano o a Ceuta, pero, sin embargo, los traían a Tarifa, agravando la situación de falta de medios que se estaba viviendo.

El resultado de esa reunión fue que Interior y Fomento entregaban a la Guardia Civil el mando único de la gestión de la inmigración. La plantilla de Salvamento Marítimo se sintió ofendida. Consideraban que era un paso previo am la “militarización” del servicio. Pero lo cierto es que ahí se acabó la polémica. Y a esto era a lo que, al parecer, se refería, de manera desfasada, la parlamentaria de Vox. La comparación un servicio de autobuses, pese a reconocer ella misma que el Estrecho se está convirtiendo en un cementerio, fue desafortunada.

Fuentes de la Guardia Civil temen que esta polémica afecte a la imagen de Salvamento Marítimo, pese a que no niegan que ha habido roces : “El trabajo que hacen en el Estrecho es indispensable y sus trabajadores son profesionales muy bien preparados. Las discrepancias que pudieran existir ya están solucionadas y no sucede en la actualidad nada de lo que ha dicho esta parlamentaria”, apunta un mando.

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