Una ayuda que alimenta el cuerpo y el espíritu
Coronavirus en Cádiz
Las hermanas del convento del Espíritu Santo, en El Puerto de Santa María, atienden a diario a más de 70 personas que acuden a su torno en busca de comida y consuelo
Ver una cola de personas a las puertas del convento del Espíritu Santo, en El Puerto de Santa María, es algo habitual en una ciudad en la que por desgracia sigue habiendo un buen número de familias con graves necesidades sociales. Sabido es que estas religiosas, las comendadoras del Espíritu Santo, se han destacado siempre por su atención a los más necesitados, ofreciendo comidas a través de su torno a todo aquel que se vea en un apuro.
La crisis del coronavirus, sin embargo, ha puesto de manifiesto que esta labor de ayuda es más necesaria que nunca, y a pesar del servicio de atención a personas sin techo puesto en marcha por el Ayuntamiento, en el centro de emergencia social de La Florida, son muchas las personas que cada mañana acuden a este punto, entre la calle Espíritu Santo y la Ribera del Río, en busca no solo de algo que llevarse a la boca, sino también en demanda de un poco de consuelo.
Cada mañana son más de 70 las personas que acuden puntuales a su cita con estas religiosas, un total de 18 que siguen desempeñando sus tareas habituales, aunque han tenido que detener su producción artesanal de dulces para dar respuesta a quienes les piden la ayuda más básica.
"Antes venían estas personas a nuestro torno dos veces al día, por la mañana y por la tarde, pero ahora les hemos pedido que vengan solo por la mañana, porque no damos abasto", explica la hermana María, que con su buen humor y su disposición habitual no se arredra ante las dificultades.
Desde el principio de esta crisis, en los primeros momentos del Estado de Alarma este convento fue casi el único recurso para la obtención de alimentos de muchos sin techo de El Puerto. Posteriormente el Ayuntamiento habilitó un punto de entrega de comida en la Guardería Municipal, aunque el convento siguió siendo el punto de entrega los fines de semana, y ahora con el nuevo albergue en el centro de emergencia siguen atendiendo a diario no solo a personas sin hogar, sino también a muchas familias trabajadoras que con el parón de la actividad económica se han visto de repente con una mano delante y otra detrás. "Atendemos a familias que no son usuarias de otras entidades como Cáritas o el comedor social. Son personas que trabajaban en casas o haciendo labores que ahora mismo están paradas, y se han quedado sin ningún tipo de ingresos. No tienen nada", explican. Es el caso de Pepe, un hombre de mediana edad, pintor de profesión que por vicisitudes de la vida se defendía haciendo trabajos sin estar dado de alta. "Llevo ya tres semanas sin poder trabajar y no tengo para comer", lamenta.
Pepe no es un usuario habitual del torno del convento, es más, durante muchos años ha colaborado con distintas ONGs como voluntario. Ahora se ve en la necesidad de pedir ayuda, después de haberla solicitado sin éxito a través de los canales oficiales, que están saturados. "Vengo además con miedo a que me multen por estar en la calle, como si fuera un delincuente", se lamenta, y agradece a las monjas que le hayan entregado leche, aceite y azúcar para poder aviarse unos días en su casa, con algunas legumbres que ha podido conseguir gracias a sus vecinos.
La hermana María reflexiona sobre esta situación que atravesamos y señala que "cuando pasa algo tan triste como esto es cuando nos damos cuenta de lo buenas y solidarias que pueden ser las personas. Estamos recibiendo muchas donaciones, aunque es verdad que no son suficientes, porque hay mucha demanda", lamenta. Hoy mismo el alcalde portuense, Germán Beardo, acudía personalmente a las puertas del convento con varios paquetes de carne, consciente de la gran labor que realizan las religiosas portuenses.
Hoy, por ejemplo, las hermanas han repartido arroz con leche, después de recibir un lote de leche que caducaba enseguida, con lo que han endulzado la vida de un buen número de personas, aunque haya sido en estas circunstancias.
Normalmente las bolsas que entregan las hermanas a través del torno incluyen bocadillos, fruta o yogures, ya que ellas ya no cocinan como antes, y por eso necesitan todas las aportaciones posibles en forma de pan o embutidos, pero también legumbres, pasta, aceite o lácteos. Todo es bienvenido. "Tenemos voluntarios que valen muchísimo, ellos buscan los productos, los recogen y nos los traen, y también algunas hermandades", explica la religiosa, que señala también que a sus usuarios habituales se están sumando estos días muchos nuevos, algunos procedentes de otras localidades.
"Espero que esto nos enseñe a valorar lo que tenemos", dice la hermana María, que ve estos días cómo muchas personas que no se paraban a mirar a su alrededor se están dando cuenta ahora de las necesidades de quienes viven en su entorno. "El que antes no miraba, ahora mira", explica.
En esta guerra contra un enemigo invisible, la fe se vuelve también un arma para muchas personas, y además de atender la demanda material de muchos usuarios, las religiosas tienen que convertirse en una suerte de psicólogas para quienes buscan alguna explicación y sobre todo, consuelo y esperanza. "Estamos atendiendo muchísimas llamadas de teléfono, personas que nos piden que recemos por ellas, o gente que simplemente necesita hablar", señala la religiosa.
Las hermanas del Espíritu Santo rezan también a diario por los que consideran los héroes de esta crisis, los sanitarios, que realizan una labor admirable. "Estamos viendo muchos héroes en cada rincón del mundo, gente que se da a los demás y se la juega por ayudar", recuerda la hermana María, quien también extrae como aspecto positivo de esta crisis "la unión familiar que se está dando. Estábamos muy despistados con la tele, los móviles, las tablets, y ahora estamos redescubriendo la familia, recuperando lazos que se habían perdido", dice.
Por lo que respecta al confinamiento en sí, las religiosas son quienes mejor pueden entender lo que significa esta palabra, ya que ellas apenas salen a la calle. "Nosotras dormimos en celdas, alguna vez algún preso que me ha escrito me ha dicho que se identifica con nosotras porque nosotras también estamos recluidas", señala la hermana María, pero como recuerda "hay una gran diferencia, y es que lo nuestro es por elección, no es algo impuesto. No es lo mismo vivir la soledad de forma voluntaria que de forma impuesta", reconoce".
Las hermanas se han caracterizado siempre por su faceta solidaria en El Puerto, y ese esfuerzo también ha dado sus frutos. Recientemente las religiosas lanzaron un SOS porque necesitaban un ascensor para que las monjas más mayores no se quedaran aisladas del resto. Con mucho esfuerzo, y a falta de algún plazo por pagar, ya lo tienen instalado pero la recaudación de fondos que estaban realizando para este fin se sigue llevando adelante ahora con este esfuerzo que están realizando para atender las demandas más urgentes de tantas personas.
Las religiosas, a pesar de estar recluidas en el convento, están al día de todas las noticias. "Vemos a diario los informativos y leemos el periódico", afirman, y saben por eso que los datos de la pandemia en Andalucía no son tan malos como en otras comunidades. "Aquí nos lo hemos tomado muy en serio", destacan, y alaban también la disposición con la que los cristianos han acogido decisiones como la de la supresión de las procesiones de Semana Santa. "Cada uno tendrá que vivirla desde su casa. Los cofrades no se han rebelado y han aceptado muy bien la situación. Nosotras, mientras tanto, hacemos lo que mejor sabemos hacer, orar y pedir la intercesión de la Virgen.
María, la que desata los nudos
El convento del Espíritu Santo alberga desde hace algo más de un año una imagen de la Virgen Desatanudos, una advocación de la Inmaculada Concepción. Hasta ahora muchos feligreses depositaban en el buzón del convento sus peticiones a la Virgen, que se ha hecho muy popular gracias al Papa Francisco. Ahora, ante la imposibilidad de desplazarse físicamente al convento, las personas devotas llaman por teléfono para que las religiosas les hagan de intermediarias a la hora de realizar sus peticiones, que se renuevan cada 28 días.
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