Brotes verdes en el sentir andalucista
4 de diciembre
Lejos de haber desaparecido, el andalucismo ha revivido en los últimos años con un perfil cultural joven y vindicativo
Mientras, la Junta de Moreno Bonilla se suma también a una vindicación de lo andaluz
"Puerto Real fue el primer ayuntamiento en pedir la autonomía histórica para Andalucía"
“Da igual cómo piense cada uno. Mucha gente tiene sus siglas, todas legítimas, pero tengo muy claro que en esta lucha solo hay unas siglas posibles, las nueve letras de Andalucía”. Lo crean o no, estas palabras forman parte del discurso que Juanma Moreno dio el pasado miércoles para conmemorar la fecha del 4D, rebautizada como Día de la Bandera. Y no se quedó ahí: el presidente de la Junta de Andalucía continuó diciendo que “cada vez que izamos la bandera de Andalucía, pedimos que se nos trate igual: una reivindicación histórica que simbolizan los colores que la forman”, y mencionó a Blas Infante para añadir que ojalá pudiera ver “la Andalucía de hoy, la que pinta su bandera en las caras de los niños”.
Un discurso de verde luna. De hecho, “nadie en el PSOE ha realizado nunca un discurso tan andalucista como el de Juanma Moreno este 4D”, afirma al respecto el linense José Luis de Villar, cercano al andalucismo desde sus inicios y autor de 28F:Toda la verdad sobre la conquista de la autonomía por el pueblo andaluz.
No es un hecho aislado. El mismo 4D ha pasado de ser una fecha oficiosa, más que oficial, a ser aupada dentro del Partido Popular andaluz, “aunque no se conmemora como recuerdo de movilización social y toma de conciencia, sino como el Día de la Bandera, que no deja de ser un trapo si la vacías de contenido”, puntualiza, desde la Universidad Pablo Olavide, el catedrático en Antropología Social Javier Escalera.
Sin embargo, la defensa del andalucismo, y de lo andaluz, ha sido especialmente potente este pasado 4D dentro del Gobierno autonómico. La Delegación de Gobierno de la Junta en Cádiz reconocía, a título póstumo, la aportación del portuense Diego Caraballo, autor del pasodoble Un cuatro de diciembre.
Y no sólo desde el PP autonómico han llegado las vindicaciones: el Gobierno español comunicaba, también la semana pasada, que se reconocerá al malagueño Manuel José García Caparrós como “víctima del posfranquismo”.
Lo cierto es que, desde su nacimiento germinal en plena dictadura, el andalucismo ha atravesado por distintas fases. De su eclosión a mediados de los 70, hasta su minimización tras el referéndum autonómico que llevó – “con la excepción de su presencia ligada a figuras de liderazgo potentes, como Pacheco o Rojas Marcos”, indica José Luis de Villar– a la desaparición del Partido Andalucista en 2015.
“En los últimos años –coincide el portavoz de Adelante Andalucía, José Ignacio García–, se ha estado dando un despertar potente del sentir andaluz, pero desde un ámbito más cultural, y más juvenil. Esta última oleada tiene representación en la música, en el diseño gráfico, en un feminismo andaluz... que rescatan nuestra cultura pero en clave actual y moderna, así como lo mejor de nuestras tradiciones culturales”.
De la misma opinión es Javier Escalera: “Desde hace un tiempo, sí que hay un reverdecimiento del andalucismo, sobre todo, entre la gente joven: se ve en el orgullo por la lengua, por ejemplo. Pero también en manifestaciones musicales, culturales, artísticas, literarias... Con muchas mujeres presentes. Ese reverdecimiento está, todavía, lejos de llegar a la toma de conciencia: estamos aún muy lejos de ver que no podemos seguir dando nuestro voto a actores que usan a los andaluces para sus intereses”.
Y es que, añade, vindicar lo andaluz suena bonito. En este sentido, ”Juanma Moreno ha aprendido bien algunas cosas del PSOE; e incluso les ha superado en la desactivación lo más profunda posible de elementos que puedan servir para la catalización. Existe el orgullo de hablar en andaluz, o el flamenco descontextualizado, como una materia maría más. Pero vemos que no hay un plan, por ejemplo, para incorporar una historia de Andalucía donde se combatan los mitos del españolismo”.
“De momentos clave en la historia de Andalucía como la desbandá –continúa–, sólo se ha empezado a hablar recientemente, y otros episodios de obligado conocimiento sobre el carácter colonial que ha tenido la región desde hace mucho tiempo, como el año de los tiros, apenas se conocen más allá de Huelva”.
“La nueva vigencia de lo andaluz está teniendo diferentes interpretaciones políticas –desarrolla José Ignacio García–. El PP traduce eso a través del Andalusian Crush, o la canalización a través de un regionalismo que está inventando Juanma Moreno. Pero no se puede quedar ahí”.
“En el andalucismo –advierte Escalera– conviene diferenciar el grano de la paja. Por un lado, están las manifestaciones de un sentimiento más o menos difuso, de un sentido de pertenencia, pero eso no significa que se llegue a una afirmación de una sociedad, de un pueblo como sujeto. Y eso es lo que diferencia el andalucismo desde una perspectiva rigurosa. No por ponerse a hablar en andaluz o coger una bandera se va a ser andalucista. Un compromiso con Andalucía tiene que ver con su reconocimiento como pueblo soberano es, decir, como pueblo capaz de decidir su destino, que es la idea que tenía no sólo Blas Infante, sino que aparece en la Constitución de Antequera en 1883. La toma de conciencia supone coger con nuestras manos nuestros problemas”.
“El sueldo medio en Andalucía es 173 euros más bajo que en el resto del país, y 475 euros (al mes) más bajo que en Madrid –ilustra el portavoz de Adelante Andalucía–. Eso es lo que tiene que poner sobre la mesa el andalucismo. Si en Andalucía hay más pobreza, más desigualdad, esas son las cuestiones a tratar, y eso es entender el andalucismo como un elemento que se interrelaciona con la cuestión de clase”.
Tanto José Ignacio García como Javier Escalera hablan de Andalucía como “territorio de sacrificio”: “¿Dónde hay un cementerio nuclear? Aquí, en Huelva. Qué mejor ejemplo que el del tema de Airbus, que mientras se desmantelaba su planta en Puerto Real,veía cómo se ampliaba el centro de Getafe, que era inaugurado por Pedro Sánchez y por el rey. O la cuestión del monocultivo turístico, que sabemos que es un sector que tiene poco valor añadido, y genera dependencia y precariaje. Para nosotros –señala García–, el andalucismo es hablar de todas esas cosas. Para Moreno Bonilla, parece que lo que hay que celebrar sigue siendo la imagen de charanga y pandereta, con muchas fiestas y paisajes muy bonitos, y sitios en los que se come muy bien. Y, a la hora de reivindicar, el enfrentamiento con los catalanes y con Sánchez”.
LA NECESIDAD DE IR MÁS ALLÁ DEL TIPISMO
Y es que el imaginario andaluz es potente. Lo saben en la Junta. Lo saben en Cruzcampo, que ha resucitado a Lola, que les ha sacudido el polvo a las Muñecas de Marín. Lo sabía hasta el franquismo, que hizo que muchos de los símbolos y tradiciones de Andalucía alimentaran su Spain is different: “Ya Ortega y Gasset decía que Andalucía era el pueblo con la cultura más propia y peculiar de España –explica Javier Escalera–. En el franquismo, la copla andaluza pasó a ser canción española; el caballo andaluz se convirtió en raza española. Se tomaron muchos elementos que forman parte de nuestras formas de expresión, descontextualizándolos y usándolos como emblema, marca o decorado de otra cosa que no tienen nada que ver con las realidades de las que surge o sobre las que se ha construido”.
Para ir más allá de la estampa, el andalucismo ha de tener una toma a tierra. Y resulta que, cuando ha podido hacerse –venciendo a la inercia histórica–, ha sido desactivado: “En un momento dado –prosigue Escalera–, se vio que la toma de conciencia amplia por parte del pueblo andaluz pondría claramente en solfa al sistema: siempre se habla del problema catalán o vasco para una determinada idea de España, pero el gran problema del Estado español vendría si Andalucía, con sus más de ocho millones de habitantes y su condición de zona extractiva, se levanta. Es increíble que tengamos 61 diputados en el Congreso y Andalucía apenas alga en el discurso oficial”.
Por otro lado, y al contrario de lo que ocurrió en Cataluña y País Vasco, la “clase dirigente en Andalucía no sólo no estaba por la labor de una Andalucía fuerte, sino totalmente en contra. Desde esos sectores, se contribuyó también a dinamitar y bloquear el proceso”.
Se habla del problema del País Vasco y Cataluña, pero el problema real para el Estado español vendría si Andalucía se levanta"
“Al analizar el cómo se desarrolla la economía andaluza –explica José Ignacio García–, aparte de la cuestión de clase y patriarcal, tenemos otra fundamental y es que, en Andalucía, por el hecho de vivir en Andalucía, vivimos peor, tenemos menos oportunidades. ¿Por qué es esto? Pues porque la riqueza se va a otro sitio, porque tenemos sectores menos potentes, por una actitud extractiva hacia la zona... casi todo obedece a razones políticas de cómo se construyó España”.
Para el portavoz de Adelante Andalucía, la región necesita una industrialización sostenible: “El valor añadido parece que sólo es para determinados sitios y, casualmente, esos sitios siempre son del norte. El desmantelamiento ha sido tal que, actualmente, Andalucía tiene menos peso industrial del que tenía hace 100 años. El turismo reparte mal la riqueza. Pero también hay un extractivismo cultural, ¿cómo es eso de que la cuna del flamenco está en Madrid? Desde luego, esta fagocitación no sólo se da en Andalucía, pero siempre es en Andalucía”.
García pone como ejemplo la cuestión del PIB, “que refleja bien cómo piensa el Gobierno del PSOE: se premia la producción, así que el que más tiene es el que más recibe. Todo el mundo que tiene una cuenta en la Caixa cuenta en el PIB de Cataluña, o todo lo que entra por el puerto de Algeciras, pasa por la banca fiscal de Madrid. ¿Eso es justo?”.
“El problema –continúa– es que la gente que vive de su trabajo, sueldo y esfuerzo, por ahora no ha entendido que también parte de sus dificultades vienen del hecho de ser andaluz. Todo el mundo sabe que somos más pobres, que se ha emigrado, que cualquier cosa tiene más prestigio si viene de fuera... eso se ha interiorizado. La mayor parte de la gente es consciente de cosas como la identidad andaluza o la opresión de la región, pero que la solución pasa por un camino en andaluz, se lo salta”.
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