Galería del crimen | Capítulo 22
Por el honor de nuestra vecina
No hay una ciudad cuyo callejero no incluya calles con nombres curiosos y sorprendentes. Muchos acumulan décadas de historia y hacen referencia a periodos históricos de las propias localidades, o a personajes de estas poblaciones. Aquí van algunos ejemplos.
Cádiz
En Cádiz el nomenclátor ha ido dejando de un lado a estos nombres peculiares hasta tener un callejero muy serio, con abundancia de nombres religiosos, así como de referentes de nuestra sociedad. Sí resulta curioso el haber nominado una calle a un perro: Canelo. El can falleció atropellado por un vehículo en 2002. Se hizo famoso al estar durante doce años esperando a la puerta del Hospital Puerta del Mar la salida de su dueño, que había fallecido mientras permanecía hospitalizado.
Puerto Real.
La calle Cruz de la Degollada, en Puerto Real, es una de las más transitadas del municipio debido a que por ella se accede a la zona centro desde el norte y además alberga grandes superficies comerciales.
Su tétrico nombre llama la atención, aunque nada tiene que ver con un suceso negro. El origen de podría ser la evolución fonética de una expresión o palabra anterior. Concretamente de la Cruz de la Boyada, de la que sí existen referencias en el siglo XVIII y XIX, por la presencia de bueyes (ganado boyal) en la zona. De ahí pudo pasar a ‘Cruz de la Degollada’, que realmente carece de sentido.
San Fernando
En La Isla es posible que un repartidor tenga que ir hasta Plutón a llevar unas pizzas. O a Neptuno o, incluso, a la mismísima Vía Láctea, que son los peculiares nombres que reciben varias de las calles de la barriada de El Buen Pastor, cerca del muelle de Gallineras.
Pero aún más curioso resulta todavía el nombre del Paseo de los Impresentables, que resulta desconocido incluso para los propios isleños. Pero sí, existe. Es cierto que, realmente, no forma propiamente parte del nomenclátor de calles porque radica en el complejo deportivo y comercial de Bahía Sur. Pero ahí está, con su rótulo y todo. La razón por la que se le puso este nombre es toda una incógnita.
El Puerto
En El Puerto llama la atención la calle Gatona. Es una vía que transcurre entre San Francisco y Federico Rubio. El nombre, del que ya hay registros desde 1874 en el nomenclátor municipal, es en realidad un sobrenombre que hace referencia a doña Ana Gatón, a la que el pueblo apodó popularmente como La Gatona, quizás también como un juego de palabras por su proximidad a la calle Conejitos, según recoge Juan Leiva Sánchez en su libro 'El Puerto a través de sus gentes, sus calles, sus tierras, sus playas...'.
Se trata de una calle pequeña, una de cuyas fincas más conocidas fue residencia de la colonia veraniega para niños de Jerez y Córdoba. Después esa misma finca sería sede de la CNT desde los años 20 a los 30 del siglo XX, y hoy en día sigue teniendo uso sindical y alberga a diferentes colectivos sociales.
Prácticamente en la prolongación de la calle Gatona encontramos la calle Conejitos, que va desde Federico Rubio a Durango.
Tiene la fisonomía propia de las calles del casco histórico portuense. El origen de su nombre puede deberse a la existencia de una huerta que hubo en ese lugar, donde seguramente habría también una granja o criadero de conejos. La tradición de la cunicultura estuvo muy arraigada en toda Andalucía por su interés económico y se explotaban granjas para el procesamiento de la carne y el pelo de estos animales. Hay que recordar que en El Puerto hubo varias fábricas de peletería en el siglo XVIII.
Setenil
Hay una calle en Setenil de las Bodegas, con un rótulo tan genuino, que despierta tanto interés en cualquier visitante que llegue a este pueblo como las singulares casas cuevas que pueblan su centro histórico. La vía se denomina ‘Gibraltar Español’ y su rotulación se realizó en los años 60 por parte del Ayuntamiento para reivindicar el espíritu patrio como reflejo del contencioso diplomático entre los Gobiernos de España y Reino Unido que había.
Setenil de las Bodegas es la única localidad de la provincia gaditana que cuenta con una calle 'Gibraltar español', una vía que no se pierden los cientos de turistas que, cada día, llegan al municipio. Los foráneos buscan a propósito esta calle y bajo el rótulo de la misma se inmortalizan en fotos para después enseñarlas a sus familiares y conocidos por lo que tiene de llamativa. Y es que Setenil hace bandera de esta vía, y sus vecinos se sienten orgullosos de que su municipio esté entre la media docena de localidades en toda España que ostenten una calle con el nombre ‘Gibraltar Español’.
Chiclana:
En Chiclana llama la atención la calle Salsipuedes: Como su propio nombre indica, a veces es complicado ver el fin de la calle Salsipuedes. No es un laberinto, un callejón sin salida ni nada que se le parezca. Si la encaras desde la calle San Sebastián tiene otro final, la calle Ancha, pero los pocos metros que la conforman se pueden hacer eternos. Cuando entras, a veces es difícil subir y salir de esta pendiente empinada situada en La Banda; una cuesta a la que el nombre de la calle le hace justicia.
También está la calle La Boca: No es una orden y el rótulo no pide silencio a los viandantes, aunque en más de una ocasión haya sido objeto de burla. Situada en la urbanización La Almadraba y transitada cada año por miles de usuarios, estaba en el foco para que algún día pasara lo que tenía que pasar: un usuario hizo la broma en Twitter subiendo una foto del rótulo y la publicación, que se hizo viral, promovió un hilo de respuestas con alguno de los nombres de calles más graciosos del país.
Vejer
En el casco antiguo de Vejer, en paralelo a la calle de La Fuente, y cerca de la calle Santo Cristo, discurre la empinada calle Pocasangre o calle de Poca Sangre, como reza en una antigua placa que se conserva aún ante el rótulo puesto en su día por el Ayuntamiento para designar esta vía, ahora poco transitada, que pero que era un hervidero de vecinos a mediados del siglo pasado.
Según destaca el historiador local, Carlos Gómez, el nombre de la calle se debe a que en ella residía esa familia, Los Pocasangre. Fue un apellido ostentado por una familia de renombre en la época moderna, y personas que ostentaron cargos municipales de importancia, entre ellos militares.
Miguel de Morales Pocasangre, fue por ejemplo Hermano Mayor del Nazareno a finales del siglo XVII. Fue
quien compró una capilla propia para su enterramiento y el de su familia, en el convento de La Merced.
Además, según la investigación de este historiador vejeriego, en Medina Sidonia hay otra calle homónima, de la misma familia y relaciones.
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