Cambio climático en Cádiz: un centímetro en el mar, metros en la costa
a la sombra de la COP26
La Bahía de Cádiz y la de Algeciras son las dos zonas de especial vulnerabilidad en la provincia ante la subida del nivel del mar
Las últimas revisiones del Panel Climático Internacional (IPCC) corrigieron al alza sus previsiones de subida del nivel del mar, pasando de aproximadamente 1,5mm al año a 2 mm anuales. Todo ello, en un marco en el que damos por supuesto que se empiezan a reducir las emisiones de CO2 (algo que todavía no hemos ni empezado a conseguir, a pesar de todos los cánticos). Dos milímetros anuales. Bien, ¿y qué ocurre entonces? Dime, oh, musa, ¿qué hay en un centímetro más? Pues un retroceso en costa de unos diez metros, por ejemplo, en una playa como la Victoria. "Y esto, independientemente del aumento en frecuencia e intensidad de los temporales: un factor con el que, al menos, estamos teniendo suerte en la Bahía de Cádiz", explica el investigador de la UCA Javier Benavente. Empieza a no parecer poca cosa, ¿eh?
"El avance es muy lento pero inexorable, incluso si ahora mismo se parasen todas las emisiones de CO2, el calentamiento seguiría, y el ascenso del nivel del mar continuaría –explica Javier Benavente–. Dentro de diez años, con un centímetro más del nivel del mar, encontraremos que los temporales inundan grandes áreas que antes estaban intactas".
A la hora de estudiar zonas vulnerables, se tienen en cuenta tanto factores de erosión como densidad de población o actividad económica, indica el especialista. Por eso, zonas de especial erosión como la playa del Retín resultan menos preocupantes que ejemplos como los de las dos bahías gaditanas: "Si el Retín se erosiona, la playa va retrocediendo y se acomoda, pero la Victoria y el Rincocillo no se pueden acomodar –desarrolla el especialista–. Luego están las especificidades de Algeciras, con el polo industrial de Palmones; o las marismas y humedales de la Bahía de Cádiz, que están al nivel del mar, y en las que la falta de sedimentos puede hacer que terminen inundándose".
En lo que respecta a las medidas de adaptación, no vamos al ritmo deseado. De hecho, vamos al contrario: "La última modificación de la Ley de Costas (2013) supone un paso para atrás respecto a la legislación del 89, que era mucho más protectora –indica Benavente–. Ahora nos hemos acercado mucho más al mar. La última modificación permitía cosas como la instalación de chiringuitos durante todo el año o concesiones más largas en dominio público. En la ley anterior, se decía máximo alcance, sin decir años de retorno, y zona de servidumbre de 100 metros. Ahora, el límite de dominio público es sólo de alcance de temporales de cinco años, lo que es casi una pleamar viva, permitiendo la ocupación de un territorio que en ocasiones es conflictivo, y en un escenario de cambio climático, zona de riesgo".
A juicio de investigador, "se perdió una oportunidad de hacer una ley de costas un poco más protectora". En el caso de Andalucía, la oportunidad perdida fue a la hora de establecer un corredor litoral a lo largo de toda la costa andaluza, figura que se echó atrás en su proposición de ley y que hubiera permitido jugar con la "adaptación de la costa de forma natural". ¿Qué quiere decir esto? "En otros países dentro de Europa, o incluso dentro de Estados Unidos, que en principio tiene una corriente negacionista, se está realizando el retroceso controlado en algunas zonas donde no existe una situación de alta ocupación, desmantelando y permitiendo que se produzca la evolución de la línea de costa, mientras se concentra la inversión en mantener las poblaciones y especies que no se pueden desmantelar".
Porque lo cierto, afirma Javier Benavente, es que no va a haber dinero para todo. Actualmente, ya se están analizando las zonas más vulnerables de la costa y, en función de ese análisis, deberían organizarse las inversiones: "Eso ya está en marcha, pero vamos bastante retrasados. En el caso de Andalucía, todavía no existe ni la licitación para ver qué empresas se van a encargar de las mediciones".
A nivel provincial, Diputación ha desarrollado el Programa para la Gestión Costera de la Provincia de Cádiz, en el que distintos municipios han colaborado para definir 57 medidas a ejecutar en el corto/medio plazo. Luego, hay que tener en cuenta las peculiaridades de cada población, casos como el de la capital gaditana, donde apenas se pueden plantear retranqueos; o ejemplos de ocupación turística correcta (Novo Sancti Petri) o incorrecta (La Barrosa).
Benavente señala, no obstante, diferencias importantes a la hora de plantear estas medidas respecto a los países septentrionales: "En Holanda, por ejemplo, pueden tener las playas como elemento de contención: aquí las playas tienen una actividad económica importante, y hablamos de que en un horizonte de diez años puedes estar perdiendo de 10 a 15 metros de arena". En algunos lugares, la temporada se ganará regenerando, como ya es costumbre en algunos tramos.
"En los horizontes más destructivos –señala Benavente–, el IPCC señala un crecimiento de 25 centímetros por encima del nivel del mar". Las proyecciones no nos convierten en Venenecia pero sí nos harían "sufrir inundaciones cada vez que hubiera una pleamar viva en primavera, o las que se han dado en torno al 25 de septiembre... Sólo a base de mareas, sin tormenta. Hablaríamos de cuatro metros por encima del nivel de bajamar: si analizamos cotas del paseo marítimo en Cádiz, por ejemplo, con una pleamar intensa, el mar estaría encima del paseo". Es decir, tendríamos frecuentemente episodios con el de Emma, en 2018.
Benavente pone como ejemplo las medidas que se han llevado a cabo en la ribera del Ebro, o incluso del Guadalquivir, sembrándola de parques, jardines y pistas deportivas como un método de atenuar las posibles crecidas: aunque existiera, el daño económico sería mucho menor y, sobre todo, no se perderían vidas. Es una medida de prevención que parece haber calado en el caso de los ríos, tras cientos de imágenes de caudales desbordados en el imaginario, pero no en la costa: "No existe esa conciencia pero, igualmente, en el litoral hay que ir dejando esas zonas de colchón –subraya–. En una costa, si el agua sube y le dejamos espacio para hacerlo, no hay problema: no perdemos la playa sino que retrocede, tendremos una playa de la misma extensión pero decenas de metros para adentro".
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