Los límites de nuestro mundo
cambio climático | el mar avanza
El aumento de la cota del nivel del mar en el litoral gaditano conllevará retranqueos, retiradas controladas e incluso realojamientos
Diputación presenta esta semana el Programa de Adaptación al Cambio Climático
La fila de fichas de dominó ha empezado a caer y lo hace a velocidad demencial: todos los cálculos respecto a los escenarios de crisis climática se están acelerando. Cada semana –¿cada día?– nuevos datos fosfatinan las previsiones. Mientras el 40% de la superficie de Groenlandia se derretía a gran velocidad, salió a la luz un informe de la revista PNAS que actualizaba los cálculos del Panel de Cambio Climático (IPCC) –publicados en 2014 y sobre los que trabajan las administraciones del mundo–. Este última aportación añade progresiones del último lustro que incluyen la aceleración de la pérdida de hielo en superficie y glaciar y la expansión térmica. Así, frente al metro de subida de cota del agua estimado en 2100 por el IPCC, nos colocamos en el doble: dos metros de subida media con un 90% de exactitud.
“No queremos transmitir un mensaje alarmante –comenta el profesor de la UCA Haris Plomaritis, especializado en oceanografía costera y dinámica de playas–, porque sería tan inútil como decir que aquí no ocurre nada. Lo que hay que hacer es actuar”.
Pablo Quero, uno de los coordinadores del programa sobre Gestión Costera y Adaptación al Cambio Climático desarrollado desde Diputación, señala que la provincia gaditana es “especialmente vulnerable a este escenario, con más del 50% de su población viviendo en la costa, con gran parte de su economía relacionada con el litoral y con lugares de alto valor natural, como Sancti Petri o Las Breñas”. Una zona, además, que cuenta en gran parte de su geografía con un “problema de sedimentación importante”, comenta Javier Benavente, profesor de Ciencias de la Tierra en la UCA. Según las previsiones estimadas por el quinto informe del IPCC en el escenario más alto de emisiones (RCP 8.5), y sólo centrándonos en la problemática de la cota, “las construcciones en zona de costa deberían tener una altura de unos 50 cm más de lo que tienen ahora en un horizonte de diez a veinte años. En la costa noroeste de la provincia, en torno a un metro”, comenta Pablo Quero.
En la mayor parte del litoral, habría que realizar intervenciones de mantenimiento, desde muros de contención, alimentación de playas o drenajes, hasta retranqueos de los actuales límites de costa. “Están también las medidas de retirada controlada –continúan desde Diputación–, que implican que en la planificación urbana se vayan retirando de primera línea de costa hospitales, colegios... edificios de servicios centrales. Por ejemplo, algo que deberíamos considerar es que los generadores del hospital Puerta del Mar están en el sótano. Este tipo de planificación se lleva ya realizando desde hace tiempo en países del norte de Europa”.
En ocasiones, según se calibrara el coste –afirman los especialistas– habría que proceder a realojamientos. “La gente es inmovilista, todos los somos”, comenta Haris Plomaritis, recordando el caso de un pequeña isla de Portugal, con una población de 2000 o 3000 personas, en la que se planteó la reubicación de la población “y la gente se negó en redondo. Y eso, aunque sus casas eran construcciones muy precarias, levantadas con lo que habían ido recogiendo del mar”.
El caso de Cádiz capital sería uno de esos que requerirían grandes inversiones, dado que su geografía hace prácticamente imposible el retranqueo, mientras que su núcleo de población es demasiado grande como para considerar siquiera un realojo. Eso sí: la simple elevación de un metro del nivel del mar convertiría en una acción seria el mantenimiento del istmo.
Se sabe que la costa noroeste de la provincia sería la más afectada y la que requeriría –dado el caso– mayores inversiones, “con todo el añadido de la cantidad de construcciones ilegales que hay en la costa”, apunta desde Diputación Pablo Quero.
El aumento del nivel de cota incidiría también en otro factor de desgaste: la fuerza de las tormentas. “Estamos pendientes de si una tormenta va a tener lugar en marea alta o baja porque sabemos que de eso va a depender en gran medida su capacidad de destrucción: a un mayor nivel de cota, el efecto de las tormentas será siempre como si estuvieran ahora en marea alta”, señala Haris Plomaritis. Ya vimos lo que hizo la tormenta EmmaEmma, por ejemplo: “Una tormenta de ese calibre –continúa–, puede llegar a atacar el sistema de dunas: Emma llegó a arrastrar parte de la duna de Camposoto, llegando incluso hasta el otro lado de la carretera. A esto se añaden realidades como que la actual escala para medir los huracanes se está quedando corta: se está contemplando establecer un nivel 6. Claro, la temperatura en el mar es su gasolina”.
“Tampoco podemos olvidar todo el paquete de consecuencias relacionadas que acarrea el aumento de temperatura, más allá de la subida del nivel del mar –continúa Pablo Quero–. La subida de temperatura afecta mucho a la pesca, especialmente, por ejemplo, a la migración de los atunes; está todo el tema de las especies exógenas, de los mosquitos (el año pasado, aparecieron los primeros casos de dengue en España); la escasez del agua; una mayor frecuencia de las olas de calor en verano puede hacer que un turista en Alemania o Reino Unido nos evite como destino... Pareces catastrofista diciendo todo esto, pero ya está aquí”.
Entre las fortalezas del litoral, del Golfo de Cádiz –sostienen desde Demarcación de Costas– podemos decir que es una zona “relativamente virgen: no estamos hablando, por ejemplo, de la costa mediterránea”. Por otro lado, la zona cuenta con “un valioso espacio natural, Doñana, extremadamente sensible a cualquier vatiación del nivel del mar, sobre todo, respecto a nivel de salinidad, y es una costa muy expuesta a temporales”, continúa Patricio Poullet.
Tanto Haris Plomaritis como Javier Benavente advierten que las medidas para paliar la crisis climática necesitan de compromisos políticos a largo plazo. Todo un reto, en el país del cortoplacismo: “En Holanda, por ejemplo –comenta Benavente– han desarrollado un plan completo de lucha contra el mar en las últimas décadas, el Plan Delta: comenzó en los años setenta y, a lo largo de 50 años, se ha cumplido escrupulosamente”.
Desde Costas, el organismo sobre el que recaen las mayores competencias respecto a adaptación al cambio climático en el litoral, Patricio Poullet declara que a cualquier administración futura le “va a ser a difícil saltarse la normativa”: “No sé qué forma terminará adoptando el documento en concreto –apunta el responsable– , si será un plan de ejecución, un Real Decreto... Pero sí sé que será estático y planificador. Costará más o menos asumirlo, pero va a estar ahí y es complicado que alguien se le enfrente de cara”.
Poullet recuerda que la última modificación de la Ley de Costas, en 2013, ya contempla que cualquier construcción en el litoral se tiene que realizar teniendo en cuenta las proyecciones relacionados con el cambio climático.
A nivel de reacción y legislación, Poullet no cree que el ritmo de la administración vaya por detrás de la exigencia social, “con provincias como Cádiz, Málaga y Almería, pioneras a nivel de tecnología a la hora de adaptar sus costas al escenario previsto de cambio climático”, pero sí ve necesaria “una implicación global, con colaboración absoluta de competencias”.
“Lo que sí tenemos que quitarnos de la cabeza es que papá Estado vendrá a conveniencia a sacarnos las castañas del fuego –subraya Patricio Poullet–. Siempre con las autorizaciones pertinentes, el que se arriesgue a estar en primera línea de playa, tendrá que asumir los costes materiales. Si antes una tormenta te dañaba una casa en la playa cada cinco años,ahora será cinco veces cada año. O si te concienciarás o no al respecto de la crisis climática cuando se te inunde continuamente el garaje”.
La semana que entra, la Diputación presentará en Cádiz y Rota el Programa de Adaptación al Cambio Climático: una iniciativa que ha contado con la colaboración de todas las administraciones implicadas y de varios colectivos sociales. El trabajo, puesto en marcha desde la Agencia de la Energía con ayuda del Ministerio de Transición Ecológica, recoge las demandas y y oportunidades que pueden afrontarse: “Desde la proliferación de medusas , que ya se está empezando a dar –explica Quero–, hasta temas como los chiringuitos, para los que se contemplan soluciones como las estructuras de palafito, que no cortan la dinámica costera del sedimento y no se ven alteradas por las mareas altas”.
Javier Benavente, que ha sido uno de los asesores en la elaboración de este programa, señala, sin embargo, que todo este tipo de medidas “no tienen ningún sentido si no atacamos al origen, que es el aumento de la temperatura por emisiones”. Para Haris Plomaritis, la crisis climática y del agua, ya sea por abundancia o carencia, nos enfrenta a “decidir qué tipo de sociedad queremos ser: a qué realidad queremos empujarnos a nosotros mismos y a millones de migrantes climáticos”.
Primeras puestas en común para la adaptación
La delegación de Demarcación de Costas Atlántico-Cádiz, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, ha iniciado recientemente los primeros trámites, las “puestas en común”, de un plan de ejecución de adaptación al cambio climático que se repartirá en tres bloques: análisis de la situación y de los riesgos que existen;la vulnerabilidad de los tramos de costa y recopilación de datos y qué medidas aplicar en cada tramo. Un proceso que no se puede dar –apunta su responsable, Patricio Poullet–, “si no es en paralelo con otras instituciones”.
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