CARNAVAL DE CÁDIZ
Última hora en el Carnaval de Cádiz: Estos son los eventos que se han suspendido

Carmen Pinedo, una pionera con la Educación por bandera

Historias de Cádiz-Herzegovina | Capítulo 31

Hace 46 años Cádiz situaba por primera vez a una mujer en las Cortes, primero senadora por la UCD y luego diputada por el PSOE

Salmantina, catedrática de Francés y de ideología socialdemócrata, reside en Cádiz desde 1970

"Las mujeres hemos recorrido un camino que parecía imposible, pero queda mucho por hacer”

Carmen Pinedo: "Las mujeres han cambiado la sociedad española"

Villaluenga, el primer pueblo empoderado de Cádiz

Carmen Pinedo, ex senadora y ex diputada nacional por Cádiz, fotografiada el pasado martes en la capital gaditana.ÁLEZ / Julio González

Consideró oportuno ponerle un nombre y optó por Polheim. Así fue como el noruego Roald Amundsen bautizó el campamento que instaló nada más llegar al mismísimo Polo Sur. Le había costado mucho tiempo, muchos cálculos, mucho esfuerzo y mucho sufrimiento, pero al final la expedición que dirigía y que estaba compuesta por otros cuatro compatriotas lograba el 14 de diciembre de 1911 el sueño de llegar al punto más meridional del planeta. Allí, a muchísimos grados bajo cero, instalaba ese campamento, cuyo nombre en su lengua materna significaba ‘Hogar en el Polo’, y colocaba orgulloso una bandera de Noruega para acreditar que habían sido los primeros humanos en pisar ese lugar tan emblemático.

Ella también colocó su bandera. Fue hace 46 años y fue también en un lugar emblemático como es el Senado. Era una bandera de Cádiz, la que primero fue su tierra adoptiva y ahora es su tierra de corazón, y es muy posible que mientras la estaba colocando pensara que había llegado allí con un objetivo claro: trabajar por la Cultura, por la Educación y por la Igualdad.

Se llamaba y se llama Carmen Pinedo Sánchez y es una de esas mujeres que se hicieron un nombre abriendo camino. Porque se convirtió en la primera mujer en representar a la provincia de Cádiz en las Cortes Generales, primero como senadora por la extinta Unión de Centro Democrático (UCD), entre 1979 y 1982, y posteriormente como diputada nacional ya en el PSOE (1982-1989). Hoy, a sus 83 años, Pinedo recuerda con orgullo aquella época, elogia lo que aportó la Transición a la convivencia en este país –“fue un esfuerzo brutal de todos para pasar de una dictadura muy consolidada a una democracia”, dice– y se muestra satisfecha de lo que se ha avanzado en materia educativa y en pro de la igualdad, “aunque queda mucho por hacer”, aclara.

Carmen Pînedo, fotografiada en Cádiz en 1979 junto a otros políticos y periodistas de 'Diario de Cádiz'. / D.C.

Muy culto, muy preparado y con un amplio espíritu aventurero. Así es como la historia retrata a Amundsen, un hombre que se entregó en cuerpo y alma a las exploraciones polares. Y Carmen Pinedo no le fue a la zaga, ni en estudios, ni en espíritu aventurero. Nacida en Salamanca a finales de 1941, la primera senadora y diputada por Cádiz es licenciada en Filología Francesa e Inglesa, catedrática de Francés y fue también profesora de la UNED. Su aprendizaje lo realizó tanto en su tierra natal como en las universidades de Poitiers, Nantes y Grenoble, en una época –décadas de los cincuenta y los sesenta– en la que no era tan habitual que la juventud española, y en especial una mujer, se moviera con tanta facilidad por Europa. Además, fue profesora de Español en institutos de Inglaterra y Francia para centrarse luego en su profesión de catedrática de Francés en las provincias de Málaga y Sevilla antes de recalar en la capital gaditana, donde llegó en el curso 1970-71 y que ha sido desde entonces su lugar de residencia.

En esos últimos años de la dictadura franquista Carmen Pinedo fue fortaleciendo una ideología marcadamente socialdemócrata, muy lejos del marxismo y de la derecha pero con una inquietud absoluta por luchar contra las desigualdades. Y entró en política en unos tiempos de ebullición absoluta. “Recuerdo sobre todo la ilusión que había. Hace ya 50 años, pero esa sensación no se me olvida, esa ilusión por acabar con 40 años de dictadura y por vivir en democracia”, rememora.

Alejada de un PSOE situado en la radicalidad, Pinedo fue una de las fundadoras del Partido Andaluz Socialdemócrata (PASD), una formación que cuando llegaron las primeras elecciones constituyentes, las de junio de 1977, se negó a integrarse en la UCD de Adolfo Suárez. “Quisimos marcar nuestro propio camino, demostrar que la socialdemocracia tenía su sitio en el panorama político español, pero como éramos cuatro gatos en Cádiz sólo presentamos una candidatura en esa elecciones, la del Senado que ocupé yo”, explica.

Sabía que no había posibilidad de lograr ese escaño, como así fue porque con apenas 17.500 votos quedó la duodécima de 20 candidatos. Pero pese a ello Pinedo guarda un recuerdo imborrable de aquella campaña electoral de 1977, de la asistencia a los mítines, del interés por escuchar los mensajes de los políticos, de las ansias de libertad.

No logró escaño pero, sin esperarlo, a Carmen Pinedo estaba a punto de abrírsele por delante un mundo nuevo. El primer paso fue cuando el Ministerio de Cultura que dirigía Pío Cabanillas la nombró delegada en Cádiz de esa cartera ministerial, un cargo hoy inexistente porque esas competencias fueron asumidas luego por la Junta de Andalucía. “Fue una sorpresa para mí y un escándalo para los de las UCD, porque yo no era del partido”, aclara.

Reseña en la primera página de Diario de Cádiz del 3 de marzo de 1979 con los cuatro senadores elegidos por Cádiz: los socialistas José Manuel Duarte y Rafael Román y los centristas Carmen Pinedo y Pedro Valdecantos. / D.C.

Luego, ya con la Constitución aprobada, llegaron otras elecciones generales, las del 1 de marzo de 1979, y, ahí sí, Carmen Pinedo se integraría en la candidatura de la UCD al Senado tras afiliarse a esta formación centrista. La provincia de Cádiz mandaba a la Cámara Alta a cuatro senadores: los socialistas José Manuel Duarte Cendán y Rafael Román y dos de la UCD como eran Pedro Valdecantos y Carmen Pinedo, que se convertía a sus 37 años en la primera senadora de la historia de Cádiz y en una de las siete mujeres que rompían el panorama monocolor de un Senado con más de 300 hombres.

Pinedo, afirma, jamás tuvo la sensación de haber sufrido episodios machistas pese a esa desigualdad numérica. Lo que sí recuerda es presenciar desde la primera fila la desintegración de la UCD, un proceso que hizo que, junto a otros senadores de ese partido, terminara rompiendo su carnet de militante e integrándose en el Grupo Mixto en 1980. Hubo dos detonantes que le terminaron abriendo los ojos: “Fueron dos leyes, la del divorcio que presentó Fernández Ordóñez y la de Universidades de González Seara. El grueso de la UCD votó en contra pero ambas leyes salieron adelante gracias al apoyo que le dimos unos pocos ucedistas y el Grupo Socialista”. “La UCD perdió ahí una gran ocasión de convertirse en un gran partido socialdemócrata”, lamenta.

Todo parecía encaminado a que Pinedo acabara en las filas de un PSOE que de la mano de Felipe González había abandonado las posiciones marxistas para ir constituyéndose en un gran partido de centro-izquierda. Pero antes hubo que dar un paso previo, con la fundación del PAD (Partido de Acción Democrática) que lideró Fernández Ordóñez y que concurrió a las elecciones generales de 1982 en coalición con el PSOE.

Carmen Pinedo, durante la entrevista con este periódico. / Julio González

Y si Amundsen protagonizó otras hazañas como ser el primer hombre en surcar el Paso del Noroeste (en 1903) o formar parte de la primera expedición aérea que sobrevoló el Polo Norte (en 1926), Carmen Pinedo tuvo el honor de colocar una segunda bandera de Cádiz, en esta ocasión en el Congreso, donde tras las elecciones de octubre de 1982, las del cambio y las de la mayoría absolutísima de Felipe González, se convertía en la primera mujer diputada por Cádiz, un escaño que revalidaría en los comicios de 1986.

Formó parte de comisiones parlamentarias como Educación, Cultura o Defensa pero sus aportaciones se centraron sobre todo en materia educativa –fue ponente de una de las primeras leyes en la materia– y de igualdad –fue ponente también de la Ley de Función Militar, que abrió la puerta al ingreso de las mujeres en las Fuerzas Armadas–. Sobre la primera cuestión afirma convencida que la Educación “es la base de todo, es donde apoyarnos para llegar arriba” y por eso cree que ha supuesto “un gran error” que España haya tenido en estos años hasta siete leyes de Educación. “No lo entiendo, porque lo único que hay que hacer es, sin sectarismos, trasladar a esa ley los valores que están en la Constitución y que son asumidos por la inmensa mayoría de los españoles”.

Y en cuanto a la igualdad, Pinedo, que no disimula su profundo feminismo, lamenta que este movimiento social esté dividido “porque eso no nos ayuda”. La primera gaditana que llegó a las Cortes mira hacia atrás y concluye que “se ha avanzado una barbaridad” en pro de la igualdad. “Es que yo en 1975 era catedrática, sí, pero aunque tuviera un sueldo necesitaba el permiso de mi marido para abrir una cuenta corriente o para comprar una vivienda, y ni siquiera tenía la patria potestad de mis hijos”, recuerda con pesar.

"Cuando se niega la violencia de género o se disfraza de violencia familiar me pongo mala. Hay vidas en juego”

Si aquello desapareció fue gracias “a todo lo que hemos peleado las mujeres, porque hemos recorrido un camino que parecía imposible”. Eso sí, advierte que aún queda mucho por hacer y cita la brecha salarial o los contratos a tiempo parcial “porque somos nosotras quienes nos ocupamos de nuestros hijos y enfermos”. Y, de manera muy especial, alerta de la violencia de género y de la “involución” que, a su juicio, conlleva no reconocer este “drama terrible”. “Cuando se niega la violencia de género o cuando se intenta disfrazar de violencia familiar yo me pongo mala, porque está en juego la vida de mujeres y de niños y con eso no se puede contemporizar”.

Carmen Pinedo prefiere no comentar las razones por las que abandonó el Congreso en 1989. Para esas elecciones el PSOE de Cádiz tuvo que hacerle hueco en la lista a Carmen Romero, la esposa de Felipe González, pero Pinedo opta por pasar de puntillas sobre ese asunto. Pero pese a no ser ya diputada siguió aportando a la sociedad desde diferentes frentes, sobre todo con labores de alfabetización en el mundo rural. Fue incluso concejal en el Ayuntamiento de Cádiz en el mandato que se inició en 1995, pero no aguantó allí los cuatro años al sentirse frustrada por no poder aportar mucho desde las filas de la oposición.

Cuentan que cuando iba a abandonar el Polo Sur de regreso ya a casa, Amundsen dejó allí una tienda con una carta en su interior en la que daba testimonio de su logro. A Carmen Pinedo no le hizo falta dejar ninguna carta ni en el Senado ni en el Congreso cuando abandonó las Cortes Generales tras diez años muy intensos. A lo mejor es por la modestia que le caracteriza: “Nunca tuve la sensación de ser un referente en el ámbito femenimo, pero al parecer otras mujeres sí me han visto así porque es lo que me han hecho llegar estos años. Pues si he podido ayudar a alguien, me alegro. Eso sí, la sensación que tengo es que la vida me ha puesto en situaciones en las que tuve que ir rompiendo moldes, y como era joven y creía que el mundo era mío, pues fui tirando para adelante”, resume Carmen Pinedo. Palabra de una pionera. Palabra de mujer.

1 Comentario

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último