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¿El cine es cosa de hombres?

En Andalucía las licenciadas en Audiovisual representan el 65% y sólo el 6,6% tienen puestos de responsabilidad · La Asociación de Mujeres Cineastas da a conocer su realidad

Tamara García / Cádiz

08 de marzo 2012 - 01:00

Un doble préstamo. Tomo mi titular de la famosa declaración del incomparable cineasta Billy Wilder pero también de un artículo, igualmente rotulado, de Inés París, presidenta de la Asociación de Mujeres Cineastas y Medios Audiovisuales (CIMA). El cine es cosa de hombres. Una sentencia que modifico con dos signos de interrogación más por el sentido a la verdad que por su reflejo en la realidad; más por anhelo que por análisis; más por arrojar una mirada al futuro que al presente. Porque hoy, Día Internacional de la Mujer, 101 años después de que se celebrara por primera vez la efemérides, hemos recorrido mucho camino (dando pasos adelante y, a veces, en este mundo sacudido por recortes de libertad, también desandando lo caminado) y hemos conquistado espacios legítimamente nuestros, el espacio social y el laboral. Aún así, y en pleno siglo XXI, todavía la visibilidad de la mujer no se corresponde con su trabajo, su valía y su aporte a la comunidad. Por eso, hoy, vayan estas líneas para desmenuzar la situación de la mujer en el sector audiovisual y la industria del cine tanto en Andalucía como en España. Mujeres realizadoras y realizadas que reivindican su lugar en un sector que parece permanentemente en crisis.

De primeras, unas cifras. Fríos números que nos dejan helados:

En Andalucía las licenciadas en estudios audiovisuales son el 65% mientras que tan sólo el 6,6% ejercen puestos de responsabilidad en el sector.

En toda la historia del audiovisual andaluz sólo cuatro mujeres directoras han podido estrenar sus películas en salas comerciales: Josefina Molina, Pilar Távora, Ana Rosa Diego y Oliva Acosta, a las que se suma, hace una semana, Inmaculada Hoces.

En España, el porcentaje de mujeres directoras entre los años 2005 y 2010 es el siguiente: 2005- 9%, 2006-5%, 2007-10%, 2008-11%, 2009-14% y 2010-11%. Estos datos representan un claro retroceso con respecto a los años 90, una década donde las mujeres llegaron a dirigir el 17,08% de las óperas primas.

Ninguna mujer ha obtenido nunca el Premio Nacional de Televisión. En cine, ni hablemos. Los premios a mujeres en los Goya, otros festivales nacionales e internacionales son ínfimos en comparación con los de los hombres. Y, aún más curioso, en contadas excepciones ha habido paridad (o un número superior de féminas) en los jurados de festivales de cine del país.

Entre los años 2000 y 2006, las directoras de cine no representaron ni el 10% del total del colectivo; las guionistas llegaron sólo al 15%; en producción alcanzaron el 10% y de los realizadores debutantes en este periodo sólo el 10,4% fueron mujeres.

Podríamos seguir y seguir con una retahíla de datos que, quizás, alguien pudiera disculpar argumentando la reciente incorporación de la mujer al mundo del cine ya que, como nos recuerda Inés París, "sólo Helena Cortesina, Rosario Pi y Margarita Aleixandre son los únicos nombres de directoras hasta los años sesenta". Pero el tiempo no arregla la situación. Y vemos, como se ha demostrado en las cifras, que hemos experimentado un retroceso desde los 90, una década en la que gracias al llamado Decreto Miró se produjo "un verdadero boom" de nuevos realizadores, como apunta París en su nota. Entonces, de 251 realizadores debutantes, 33 eran mujeres. Lamentablemente, la mayoría de ellas sólo han podido dirigir una película en 20 años.

La cineasta Oliva Acosta, también delegada de CIMA en Andalucía, constata esta radiografía. Es la gaditana quien nos llama la atención sobre la comparativa entre las licenciadas en Comunicación Audiovisual (recordemos el 65%) y las mujeres que trabajan en algún puesto de responsabilidad en el sector (6,6%).

"Para mí estos datos son muy contundentes y explicativos. Así vamos, esta es la realidad", comprueba Acosta que, lejos de rendirse ante el muro, propone y trabaja por cambiar esta situación tanto desde sus trabajos personales -funda la productora Olivavá y ha producido y dirigido muchos proyectos, el más reciente, el documental Las Constituyentes, que hoy mismo recibe el premioMeridiana- como desde su posición en la asociación. "El planteamiento básico de CIMA ha sido demandar el cumplimiento de la Ley de Igualdad en el ámbito del audiovisual donde hemos señalado los altos índices de discriminación por razón de sexo"

Por eso, la directora quiere hacer llegar las reivindicaciones de CIMA para Andalucía donde se pide "que se cumpla y garantice desde la Administración Autonómica la presencia equitativa de hombres y mujeres en los órganos de decisión del cine y los medios audiovisuales", que "se establezcan y evalúen anualmente medidas de acción positiva" en virtud del artículo 26 de la Ley de Igualdad y que "se potencien desde la administración y la RTVA los proyectos con perspectiva de género en sus contenidos", enumera Acosta, entre otras muchas propuestas que salieron a la luz durante la primera mesa de trabajo sobre la situación de las mujeres en el sector audiovisual andaluz que tuvo lugar en Sevilla a finales del pasado mes de febrero.

En tiempos de crisis y con las transformaciones y los vaivenes propios del sector "puede parecer una cuestión menor el hecho de que apenas hay mujeres directores, guionistas y productoras", se lamenta Acosta que, sin embargo, opina que "es precisamente en estos tiempos cuando hay que evitar que se pierda fuerza de trabajo y capacidad creativa y económica, asuntos estos que las mujeres del medio audiovisual pueden y deben aportar a nuestra industria".

De hecho, más allá de las consecuencias en el sector, la poca presencias de mujeres directoras, escritoras o productoras repercute como un hachazo en la sociedad. Y es que es innegable el poder evocador, socializador y catalizador del Séptimo Arte (y aún más de la televisión) en una comunidad. Desde la pantalla se nos ofrece una realidad, unos modelos y pautas de comportamiento, que inciden en la psicología personal y, por ende, en la construcción del imaginario colectivo. La escasa presencia de las mujeres en estos puestos nos priva a la sociedad de sus puntos de vista, de su mirada sobre la realidad.

El cine es cosa de hombres, palabra de Billy Wilder. Pero también, entonces, era cosa de hombres (o de perdidas) la guerra y el sexo, los bares y la tertulia; los puros y el alcohol. ¿Por qué no la claqueta? ¿Por qué no la silla, la cámara, la historia, las luces...? Hagamos grande nuestro cine. Hagamos hueco a los mejores y a las mejores.

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