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Concierto del Orfeón Santa Cecilia en Sanlúcar: Delicados trazos de amor y poesía

Música

El Auditorio Municipal Manolo Sanlúcar vivió una noche de música coral a tener en cuenta con el Orfeón Santa Cecilia, que celebró su 81 Aniversario lleno de emociones

Numeroso público disfrutó de un repertorio con mucha poesía, naturaleza y amor

El orfeón Santa Cecilia, en el concierto en el Auditorio Municipal Manolo Sanlúcar. / Enrique Bartolomé
Enrique Bartolomé

26 de noviembre 2024 - 18:44

Sanlúcar/La música da alas. Por momentos los problemas cotidianos pasan a segundo plano y transitas por situaciones que en alguna ocasión imaginaste. Y por lugares sobre los que tus pies dejaron huella. De eso fui participe la otra noche, en el Auditorio Municipal Manolo Sanlúcar. Y lo fui, porque se dieron cita los duendes. En este caso de la mano de Tamara González Quintero y José Manuel Núñez Caro, directores de Orfeón Santa Cecilia.

Para que la música llegue, no solo tiene que sonar bien. Tiene que verse, olerse y palparse. Y eso es lo que pasó. Y lo fue, porque el trabajo entre bambalinas, los arreglos musicales y las batutas exquisitas dieron, sin duda, un do de pecho. Nunca mejor dicho. 

El armazón del concierto, no pudo ser más consistente -las 10 piezas que interpretaron-: Jacarandá; Canción de Hautacuperche; Plenitud dorada; Tarde encendida; Serena de Amarillos; La corriente infinita; Álamo blanco; Rosa última; Guitarra y Canciones del alto Duero. Y si no, fíjense en la amalgama: Poetas andaluces como Alberti, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Antonio Machado y la Gomera Isabel Medina Brito. Compositores como el nervense Alberto Anaya, el argentino Dante Andreu y el extremeño Juan Alfonso García (Hijo adoptivo de Granada). Así las cosas, el trabajo minucioso de los directores y el esfuerzo de cada miembro del Orfeón pusieron el listón bien alto. Pocas veces acudí a un concierto tan bien llevado. Ya no por el resultado, que salió a pedir de boca, sino por el esfuerzo, la sensibilidad y el susurro presente en cada pieza.

Al salir de aquel remozado Auditorio sanluqueño, y recobrar por momentos la condición de humanos. Que menos que degustar las delicias del entorno. Me acordé de Pepe Monforte, con sus ´Cosas de comé´. Y allí que fuimos al bar “El Conejo”. Entre ración y ración, me dio por pensar en mi paisano Rafael Alberti: ¿Es azul, noche delante/¿Es lila, tarde detrás?/yo quiero pisar la nieve/azul de jacarandá../Ya nieve azul a la ida/ nieve lila al retomar/yo quiero pisar la nieve/azul de jacarandá”.

A resaltar, si ninguna duda, la Trilogía de los Amarillos, del insustituible maestro de la música Juan Alfonso García -mitad extremeño, mitad granadino-. Cuanta música dentro de esta música. Cuanta paleta de colores en esa partitura sin fin. 

Y si a esta composición celestial añadimos la poesía de Elena Martín Vidal, que enhebra -a decir de algunos- con el aliento de Juan Ramón Jiménez. De Salinas después y Becquer antes. Saboreamos, de una vez, esa poesía de acentos íntimos y profundos e intensa sensibilidad. Nos situó, por instantes, en plena naturaleza sentida y soñada. Interiorizada  en Doñana, al otro lado del Guadalquivir. De otoños eternos, de lluvia, de vegetación, de árboles, de rosas y amarillos. O como dijera Juan Ramón Jiménez: “La primavera vuelve con la rosa/grana, rosa amarilla, blanca, grana…Esta rosa, esa rosa, la otra rosa…/Sí. Pero aquella rosa…”

Para que el alma musical fuese completa, el Orfeón Santa Cecilia -al que por cierto sigo con interés, desde hace muchos años-, con ese rasgo inequívoco de humanidad y buen hacer, homenajearon a aquellos miembros que se fueron de este mudo o que por razones personales tuvieron que abandonar la tarima. Antoñita, Raquel, Antonio, Eduardo, Justi y Adela. Recibieron con justicia una clave de sol. Buen detalle y lagrimas contenidas.

De un tiempo a esta parte, por asuntos que no vienen al caso, los recuerdos de situaciones que viví intensamente se multiplican. Dicen algunos que es nostalgia, otros que melancolía. Sea como fuere, me dan vida. Ernesto Sábato, siempre certero, defendía con ahínco que si todo tiempo pasado fue mejor es porque echamos en el olvido las cosas negativas. De eso se trata, no podemos olvidar el contexto. La otra noche las notas musicales del Orfeón Santa Cecilia me transportaron a momentos inolvidables. Y me hincharon el alma. 

Para los que amamos la música y la pintura me instalo en la sublima frase del director de orquesta británico Leopold Stokowski, cuando entre nota y nota llegó a balbucear que un pintor dibuja sus cuadros sobre lienzos y los músicos pintan sus cuadros en silencio. El concierto de la otra noche en Sanlúcar, gloria bendita.

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