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Broncano
Quejas de los conductores de Uber
Perseguidos y acosados en Cádiz. Así se sienten los conductores de Uber que han comenzado a trabajar en la bahía en las últimas semanas, según tres profesionales que han accedido a hablar con este periódico y que han pedido no ser identificados ni fotografiados. Los tres están tomando ansiolíticos por prescripción médica.
Uno de ellos ha decidido esta semana dejar Uber para marcharse a trabajar a Holanda; otro se da de plazo hasta fin de mes antes de tomar una determinación y el tercero afirma que por ahora sigue adelante, aunque confiesa que se ha planteado tirar la toalla.
“Me he ido por mi salud. He tenido ataques de ansiedad y presiones en el pecho. No podía con tantas tensiones. El tener gente que te siga, acose e insulte constantemente ha podido conmigo”, confiesta el ya ex chófer de Uber.
En su caso, los problemas ya empezaron en su primer día de trabajo en la ciudad de Cádiz. “Una moto me siguió y después de descargar a un cliente en la estación de Renfe, vinieron dos taxistas a decirme que me iban a denunciar y que allí no podía estar. Decidí marcharme y me siguieron para asegurarse que me iba de Cádiz”, relata.
“En otra ocasión, estaba en El Puerto y me salió una recogida en Cádiz. Cuando pasaba por delante de una parada de taxis en la plaza de las Tortugas, uno de ellos salió corriendo a pie, saltó delante de mi coche y tuve que frenar en seco. Hablé con la Policía y me dijo que si lo hubiera atropellado, habría sido culpa mía, por mucho que saltara voluntarimente”, narra.
La empresa intenta tranquilizarles diciendo que son cosas que pasan “al principio”. “Me pidieron que aguantara. Aconsejan no entrar en el juego, no discutir, no enfrentarnos. Yo di parte al 112, quedaron en llamarme y nunca lo hicieron”, agrega.
Las tensiones llegaron hasta el último día en el que trabajó, cuando asegura que le estuvo siguiendo “un coche particular”. “Nos han sacado fotos y no sabemos si de los coches o de los conductores”, señala el ex VTC, que confiesa que sigue teniendo problemas de ansiedad. “
Cuando uso mi vehículo particular, si veo un taxi o un coche blanco por el retrovisor, se me acelera el pulso”, sostiene el ex conductor de Uber, que incide en que sólo hay problemas con un pequeño grupo de taxistas.
“Son sólo cinco o seis. Siempre son los mismos”, resalta. “Y yo creo que los dos gremios se pueden llevar bien. Cada uno tiene su clientela. Los usuarios de Uber son los que utilizan las nuevas tecnologías para todo. Pero las personas de más de 50 años son asiduos al taxi y no se van a perder. Además los taxistas tienen la ventaja de que están en sus paradas o se les puede parar por la calle y nosotros no. Es más, si mejoraran su servicio con taxis mejor equipados y más limpios, no perderían clientes”, recalca.
En su experiencia, la mayoría de sus clientes han sido turistas que ya usaban Uber en sus países de origen. “He llevado a gente de San Diego, Nueva York, Londres o Italia y estaban sorprendidos porque yo les atendía en inglés”, sostiene.
Otro profesional de Uber confiesa que esta semana se dio de baja por un día y se da de plazo hasta final de mes para decidir si abandona la plataforma. “Pedí la baja médica porque no estaba en condiciones de conducir. Me han perseguido varias veces. En una ocasión, en cada semáforo en rojo, uno se bajaba y me daba un porrazo en el cristal insultándome”, comenta. “Si siguen las peleas, lo voy a dejar porque me voy a volver loco. En Cádiz es imposible trabajar”, señala. “La empresa nos pidió a todos que enviáramos un mail porque iba a hacer una denuncia conjunta, pero hasta ahora no he recibido respuesta”, asegura.
Los conductores intentan evitar la capital salvo para recibir o dejar clientes, según pone de manifiesto un tercer profesional, que esgrime un parte médico donde indica que fue atendido por un cuadro de ansiedad y problemas para conciliar el sueño.
“Nos acosan en coches particulares, en moto... Nos siguen o se colocan delante y frenan de repente para intimidarnos. No podrmos esperar a un cliente porque en seguida nos localizan a través de la aplicación y se ponen al lado exigiendo que la apaguemos”, critica.
“En el momento en el que cruzamos uno de los puentes o venimos de San Fernando, nos están esperando”, asevera, “Al no tener la aplicación abierta, tenemos que esperar fuera de Cádiz y si nos sale un servicio, nos lo cancelan al rato porque tardamos mucho en llegar”, ratifica. “Podemos ir con la ventanilla cerrada, hacer caso omiso pero somos nosotros los que damos la cara”, lamenta este profesional.
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