La Costa Noroeste: un paraíso en el olvido del gaditano

Pese a la llegada masiva de sevillanos y madrileños a las concurridas playas de Sanlúcar, Rota o Chipiona, la comarca noroeste aún posee tesoros más salvajes y menos masificados

Las segundas viviendas en la Costa Noroeste, un lujo al contado

Playa de El Rochillo, Rota.
Playa de El Rochillo, Rota. / Fito Carreto
Manuel Reina

04 de agosto 2024 - 07:20

No cabe duda que la Costa Noroeste es una de las joyas más preciadas de la provincia gaditana. Su extensa costa, su ocio y su gastronomía la convierten en uno de los mejores rincones de Cádiz. Las características de sus playas y sus localidades la elevan como uno de los favoritos para turistas, nacionales y extranjeros, convirtiéndose en un espacio donde, en la época estival, la población fija de estos municipios se multiplica ante la llegada de, sobretodo, sevillanos, madrileños o vasco. Sin embargo, para el gaditano la Costa Noroeste sigue un paso por detrás de otros destinos veraniegos de la provincia como Conil, El Palmar o El Faro.

No hay que ser un experto para conocer que la respuesta al porqué los gaditanos prefieren otras playas antes que las de Chipiona, Rota o Sanlúcar se encuentra en la propia masificación que sufren estos lugares en los meses de verano por la llegada de visitantes de otras provincias sin costa cercanas a Cádiz que encuentran en las localidades de la comarca Noroeste su retiro vacacional. Así, puede ser sencillo que los gaditanos opten por otras playas más salvajes y menos masificadas, aunque ya pocos rincones se salvan de la turistificación de la provincia. Pese a ello, hay desconocimiento de que en la propia Costa Noroeste aún quedan algunos escóndites salvajes y de una belleza espledida para disfrutarlos durante estos meses.

En primer lugar, las playas de Sanlúcar difieren de la norma en toda la costa gaditana. Si bien sus aguas no son las ideales para el baño al ser la desembocadura del Río Guadalquivir, su entorno es de los más especiales de la provincia. Frente al Coto de Doñana, al que se puede cruzar en las barcazas ubicadas en la playa de Bajo de Guía, lo que provoca una estampa espectacular, bella y única.

Puesta de sol en la Playa de la Calzada en Sanlúcar, frente al Coto de Doñana.
Puesta de sol en la Playa de la Calzada en Sanlúcar, frente al Coto de Doñana. / A. G.

Saliendo del núcleo poblacional de Sanlúcar, podemos encontrarnos con numerosas vías en las que pasear y disfrutar de chiringuitos y terrazas a la vez que gozar de la maravillosa gastronomía de la zona. Por ejemplo, llegando por el Camino de la Reyerta encuentras el chiringuito Casa Gaspar, a los mismos pies de la playa. Más adelante, paseando por la Pista del Montijo también puedes hacer una parada en Saam Club de Mar. Aquí, además de deleitarse con un buen almuerzo, también cabe la posibilidad de pasar la tarde en este particular chill out con espectaculares vistas al mar y al Faro de Chipiona.

Si bien la idea es contar con un día de playa, en la extensa Costa Noroeste existen playas más salvajes que las tradicionales, masificadas y urbanas de los nucleos poblaciones. En el tramo costero ubicado entre Rota y Chipiona podemos llegar a algunas playas y calas menos concurridas. La de Punta Candor, pese a ser de las más populares de la Costa Noroeste por su extrema belleza, todavía se salva de la masificación. Esta playa salvaje está delimitada por los pinares del Parque Natural de la Almadraba y un cordón dunar. También cuenta con una zona nudista, llegando a Los Corrales. Este tramo de costa también ofrece otro paraíso natural como la playa de El Puntalillo. Eso sí, no tiene paseo marítimo y tiene pocos accesos salvo en los extremos. Es una de las playas favoritas de los surfistas y amantes del kitesurf.

Playa de El Puntalillo, Rota.
Playa de El Puntalillo, Rota.

En el otro extremo del municipio roteño nos topamos con otros paraísos como El Rompidillo. Esta es la cala por excelencia de Rota, de las mejores para disfrutar en familia, pues sus aguas son poco profundas y tiene una ubicación estratégica que la resguarda de la marea, lo que la convierte en una playa fantástica para acudir con niños. Desde ella no se divisa apenas el núcleo urbano dada las características arquitectónicas de su paseo marítimo en la parte baja y alta, y que se erige como una barrera física y visual, lo que la hace aún más tranquila. Es ideal para practicar todo tipo de deportes y disfrutar en familia y está conectada con el casco histórico y toda la zona de restaurantes y bares de Rota a través de su paseo marítimo. Pegada a ella, El Chorrillo, ubicada entre el puerto de Rota y el puerto militar. Enmarcada en un bello paraje natural con pinares de fondo, también presume de aguas tranquilas, aunque es la playa roteña donde más combate el viento de levante, lo que la convierte en la favorita para los surferos, los amantes del kitesurf o los usuarios de cualquier otro deporte náutico como la vela.

Tampoco hay que olvidar el complejo de Costa Ballena, entre los términos municipales de Rota y Chipiona. Este complejo turístico, sólo para algunos privilegiados, posee una total de 2.383 metros de playas semi-salvajes delimitadas por el arroyo de la Ballena y el final del término municipal de Rota, bañadas por el océano Atlántico. Además de sus playas, dispone de numerosas zonas verdes, planta recicladora de aguas fecales para el riego, carriles-bici en la mayoría de sus calles, numerosos aparcamientos públicos y, uno de los espacios naturales más destacados, el Parque de los Lagos. La zona es un humedal artificial que está magníficamente conservada y hace las delicias para dar paseos pues tiene bancos y senderos y, aunque la parte norte está más sombreada con árboles, la parte sur se hace un poco más incómoda de pasear. El parque cuenta con nutrida avifauna: desde fochas, malvasías, porrones; hasta aves doméstica como patos y gansos, además de gaviotas.

Más allá de la costa, el lugar que enamoró a Spielberg

Las posibilidades que nos da la Costa Noroeste va, valga la redundancia, más allá de la propia costa. Uno de sus ríncones que aún está por descubrir se encuentra entre las playas, las campiñas y las marismas. Eso sí, solo para los más valientes y aventureros pues es un sendero de 13 kilómetros, unas cuatro o cinco horas de duración, que conecta la localidad de Trebujena con el límite del Parque Natural de Doñana, desde la campiña hasta las salinas y marismas.

Puesta de sol en la marisma de Trebujena.
Puesta de sol en la marisma de Trebujena. / Belén Vargas.

Para los amantes de la ornitología, se estima que se concentran 3.000 aves de 40 especies que habitan en este sendero. A lo largo del camino puedes descubrir el Cortijo de Alventus,  donde se han encontrado numerosos restos arqueológicos que hoy yacen en el Museo de Cádiz, el embarcadero del Guadalquivir o el Monte pinar de la Algaida, el más representativo de los bosques de pino piñonero de la costa norte gaditana con 700 hectáreas que pertenecen al Parque Nacional de Doñana.

Este recorrido, de una belleza inconfundible, enamoró al histórico director Steven Spielberg, quien buscaba la puesta de sol perfecta para su filme 'El Imperio del Sol', y la encontró en Trebujena, concretamente en el mencionado Cortijo del Alventus, presente en la ruta que conecta Trebujena con Sanlúcar.

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