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El CSIC "no descarta" una oficina específica en Cádiz por el 'Odón de Buen'

El nuevo buque oceanográfico de la flota científica española, dotado con 85 millones, resolvió esta semana su entrega oficial en el puerto gaditano en mitad de la más absoluta discreción

El 'Odón de Buen' comienza su historia en el puerto de Cádiz

El 'Odón de Buen' llegó el pasado lunes a Cádiz desde Vigo. / CSIC

Tiene todo lo que la tecnología actual puede ofrecer. No es extraño: “Cuando se construye un buque nuevo –comenta Jordi Sorribas, director de la Unidad de Tecnología Marina del CSIC–, lo dotan con equipación de vanguardia. El Odón de Buen tendría una dotación que lo situaría en primera línea de la flota científica, aunque fuera más pequeño que el Hespérides, por ejemplo”. Pero es más grande: el Odón de Buenmide 84,3 metros de eslora por 17,8 de manga, tiene una autonomía de hasta cincuenta días de navegación y puede desplazarse a entre 200 y 300 millas náuticas. 

El nuevo buque oceanográfico vio la luz el año pasado en los astilleros Armon, en Vigo,pero sus papeles oficiales –matrícula y puerto base– lo conectan al puerto de Cádiz. Su altísimo presupuesto (que ha rondado los 85 millones de euros) ha sido financiado en su mayor parte por fondos europeos: al estar adscrita a Cádiz, una región objetivo por su menor desarrollo, los mecanismos de financiación FEDER ascienden al ochenta por ciento del total, dentro de la línea que especifican las Inversiones Territoriales Integradas. 

Cádiz también se eligió como punto asociado al tener un emplazamiento que le permite actuar como base logística y de operaciones para que el Odón de Buen pueda abarcar el Atlántico Sur y las islas Canarias, además del Índico y el Pacífico a través del canal de Suez. El buque está capacitado, no obstante, para operar en todas las zonas marinas, incluidas las polares. 

El último BOMAG es la joya de la corona de la flota científica española: sin embargo, llegó la semana pasada al puerto de Cádiz casi como un ladrón en la noche. Su presencia en el muelle gaditano se limitó a su entrega administrativa al CSIC. No ha habido amadrinamiento, acto oficial ni apertura de puertas a los medios: no es hasta finales de noviembre que se computa una jornada al respecto. Un “nivel bajo” en su presentación teniendo en cuenta, precisamente, el músculo del que hablamos. El Odón de Buen está dotado con ecosondas, tanto para el estudio del fondo marino como el de pesquería; sistemas de muestreo, dragas y 500 metros cuadrados de laboratorio.  

También contará con vehículos no tripulados, ya sea operados remotamente o autónomos, como es el caso del AUV capaz de sumergirse a 6.000 metros de profundidad. Seis mil metros te colocan al límite de la zona abisal: un espacio prácticamente desconocido, al que no llega la luz del sol, pero que juega un papel fundamental en el clima de la Tierra. Tras este límite está la zona hadal, llamada así por el reino de los muertos. 

“Tanto el Sarmiento de Gamboa como el Hespérides –apunta al respecto Jordi Sorribas– cuentan también con equipaciones parecidas, robots operados desde cubierta que tienen suficiente capacidad de cable como para que los ‘ojos acústicos’ de las sondas te arrojen datos, con elementos de soporte y demás”.

El Odón de Buen contará en todo momento con dos comunidades a bordo: la tripulación estándar y los equipos de investigación, que irán cambiando. En total, podrá albergar a 58 personas: “Yo creo que trabajará esencialmente en zonas de mar abierto, pero actualmente está abierto a la imaginación y la voluntad de los investigadores, que estimarán cuáles son las áreas de trabajo más interesantes”, indica Sorribas.

Una de las imágenes del interior del nuevo buque oceanográfico. / Astilleros Armon

A ese potencial, se añade su enorme capacidad de almacenamiento para el transporte de contenedores en cubierta, una característica valiosa durante las misiones de apoyo logístico a las bases antárticas. Pensando en sus investigaciones, el buque ha sido diseñado también para ser especialmente silencioso, “un aspecto fundamental”, explican desde el CSIC, tanto a la hora de realizar observaciones del océano sin alterar sus organismos como en el trabajo con las ecosondas científicas.

“Comentando con otros compañeros, también a nivel internacional, pensamos que uno de los rasgos más distintivos de este buque es cómo está concebida la distribución de los espacios, para facilitar el trabajo de la gente –continúa Jordi Sorribas–. Todo creado de la forma más cómoda y eficiente posible para que el equipo de científicos embarcado pueda aprovechar esa media de 20 días productivos de la mejor forma, reduciendo los riesgos que supone trabajar en un escenario como este”.

Cuando se levanta un buque de estas características, además, se realiza con aparataje personalizado, “los buques oceanográficos son trajes a medida, con una ingeniería específica para el proyecto –explica el responsable–. Pero en este caso, desde el equipo científico hemos tenido la posibilidad de ir contribuyendo en el diseño antes de que comenzaran a levantarlo. No sólo describiendo lo que queríamos, sino incluso aportando ideas durante la fase de ingeniería fina, antes de los planos definitivos: ahí también hemos tenido un feed back mucho más avanzado que con el resto. Además del hecho de que, como ocurre con las casas, es mucho más fácil amueblar un espacio grande que treinta metros de eslora”. 

EN TORNO A UN AÑO DE PRUEBAS

Al hablar de lo que supone a nivel científico un barco de estas características, Sorribas señala más bien su papel dentro del conjunto de la flota, “complementando a buques como el Gamboa: de lo que se trata es de tener una plantilla de barcos que cubra todas las demandas y aspectos que los investigadores del IEO y de la comunidad científica española sean capaces de desarrollar”.  

El Odón de Buen está diseñado como un buque multipropósito, siguiendo lo que ha sido la línea de evolución científica en los últimos tiempos, que subraya la interrelación de unos campos con otros: “Al principio, a mí, que soy de Geología, no me interesaba especialmente el agua, mirábamos el fondo marino y ya está: ahora vemos que está todo conectado, y necesitamos herramientas capaces de hacer prácticamente todo a la vez”. 

Tras su estancia en el muelle de Cádiz, el BOMAG afronta una fase de prueba y calibración que puede llegar a copar un año: “Si fuera un coche, diríamos que se ha certificado el modelo, pero ahora toca afinar todos los sistemas y ver qué puedo exactamente esperar de él –desarrolla Sorribas–. Todo esto, teniendo en cuenta que es una herramienta muy completa, que se empleará en distintos escenarios a la vez, así que hablamos de un periodo bastante largo, que incluirá también, por supuesto, varias salidas. Hay que ir probando todos los escenarios para los que se ha diseñado, escalando desde lo más simple a lo más complejo”. 

Como ocurre con el resto de buques de su categoría, el Odón de Buen abrirá un plazo para recibir proyectos de carácter competitivo: “Convocatorias diversas que permiten el uso de buques, nacionales e internacionales, y que se irán acoplando a las encomiendas procedentes de los distintos ministerios y a través del IEO-CSIC, encajándolas en la actividad de la flota”. 

LA LOGÍSTICA EN CÁDIZ, POR DECIDIR

Que Cádiz ejerza de puerto base del Odón de Buen hace pensar que debería tener también en tierra una oficina que se encargara de la logística.Cuando entró en  funcionamiento el Sarmiento de Gamboa, uno de los últimos buques oceanográficos del CSIC, ya llevaba dos años funcionando en Vigo la delegación atlántica de la Unidad de Tecnología Marina, que es el organismo encargado de la gestión logística y tecnológica de los buques científicos.

Como director de la UTM, Jordi Sorribas no descarta en el futuro la puesta en marcha de unas instalaciones semejantes en Cádiz, pero –puntualiza– “hay que ver primero cómo va evolucionando el buque con el resto de navíos de los que disponemos, viendo si necesita estructuras más o menos fijas. Posiblemente, debamos ampliar de alguna forma, pero ya hemos hecho campañas con otros buques que han llegado y salido de aquí sin necesidad de tener una base permanente. Como decía, el Odón de Buen no es una pieza individual, sino que forma parte de toda nuestra estructura, y nos debemos mover allá donde sea todo más eficaz. Igualmente –prosigue Sorribas–, respecto a la repercusión que pueda tener en la economía de la zona, depende mucho de lo que el tejido industrial y local pueda aportar a la flota”. 

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