Análisis
Santiago Carbó
Algunas reflexiones sobre las graves consecuencias de la DANA
Desescalada en Cádiz
El crucero Allure of the Seas ha llegado este viernes al astillero de Navantia Cádiz para ejecutar la varada prevista para mediados de marzo y que fue aplazada por el estallido de la pandemia de coronavirus. El buque de la naviera Royal Caribbean había retrasado 24 horas su entrada en la Bahía por causas meteorológicas, y finalmente ha iniciado a primera hora de tarde las maniobras para ingresar en el dique cuatro de la factoría de la capital, el único de este astillero que tiene capacidad para acoger a uno de los mayores cruceros del mundo, con 362 metros de eslora y 47 de manga.
El barco ha recibido la autorización de Sanidad Exterior para atracar en Cádiz con una tripulación de 300 personas. Hay que recordar que la dotación normal de este barco, que tiene capacidad para acoger a 6.780 pasajeros, asciende a 2.200 tripulantes. El Allure of the Seas es un viejo conocido del astillero, ya que Navantia Cádiz realizó hace cinco años una revisión a fondo que implicó la sustitución de una de sus hélices, entre otros elementos.
Aunque el planteamiento previo a la pandemia era una reforma similar a la ejecutada en otoño en el Oasis of the SeasOasis of the Seas, el armador ha decidido aplazar la renovación de las cabinas y centrarse en los elementos de propulsión y navegación, según ha indicado el presidente del comité de empresa de Navantia Cádiz, José Gallardo, que ha señalado que la estancia del buque en el astillero se prolongará en torno a unos treinta días.
"Será una varada convencional que incluye tratamiento de casco y revisión de azipods (la unidad de impulsión donde se inserta la hélice), estabilizadores, hélices de proa de maniobra, válvulas de fondo", ha señalado Gallardo. La obra generará entre 600 y 800 empleos entre las contratas de la Bahía, según las estimaciones del comité de empresa. Gallardo ha explicado que también será necesaria la participación de al menos un centenar de técnicos extranjeros, que se van a desplazar a Cádiz con certificados médicos expedidos en origen para verificar su estado de salud.
Royal Caribbean confirmó a principios de mayo su intención de ejecutar la reforma en el astillero de Cádiz, lo que supone un espaldarazo a la industria del metal de la Bahía en un momento de gran incertidumbre económica. Sin embargo, el Ministerio de Sanidad vetó inicialmente la entrada del buque en el astillero. La consignataria BC Tours, encargada de realizar las gestiones, alegó que con ese número tan reducido es imposible operar un barco de las dimensiones del 'Allure of the Seas', uno de los mayores del mundo.
Finalmente, y tras la mediación de Puertos del Estado, Marina Mercante y la Asociación Española de Consignatarios, Sanidad Exterior autorizó la entrada del crucero en el astillero con una tripulación de 300 personas. Los tripulantes han estado a bordo sin contacto con el exterior durante los últimos dos meses, en los que el buque ha permanecido en alta mar salvo breves escalas en el puerto de Southampton para avituallarse, por lo que han cumplido una cuarentena forzada de casi diez semanas.
La última escala fue el pasado 14 de mayo en Gibraltar, donde transbordó a parte de su tripulación a otro crucero de la misma naviera, el Jewel of the Seas, para reducir el número de personas a bordo antes de entrar en Cádiz.
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