"El despido injustificado no se puede abaratar, tiene que tener un precio"

Antonio Fernández repasa sus quince años en la Consejería de Empleo, que abarcan desde el conflicto de Astilleros a los acuerdos de Delphi, los cierres de algunas empresas, los años de bonanza y la crisis

Antonio Fernández, durante la entrevista en 'Diario de Cádiz'.
Fernando Rufo/Pedro Ingelmo

19 de abril 2010 - 01:00

Llega a la cita el ex consejero de Empleo Antonio Fernández con gesto de peatón y cartera en bandolera. Deja sobre la mesa el libro que viene leyendo en el tren, La jornada semanal de cuatro horas. Bromea: "Una excelente idea". Todo un síntoma para el consejero de Empleo que ha perdido ese empleo.

-Llevar Empleo en Andalucía tiene que ser un marrón...

-En absoluto, ha sido un orgullo. Es como el niño del chiste al que le ponen amoniaco delante y él, con los lagrimones, dice: me gusta el olor. Pues eso, a mí me gusta el olor.

-¿Cuál fue el momento más duro en la provincia?

-Sin duda, los astilleros. Hicimos una sola empresa con los tres centros productivos. Los sindicatos lo vieron regular.

-¿Cómo les convencieron?

-En secano. Los sacamos de la Bahía para negociar en alto, en Arcos. El tiempo nos dio la razón porque sirvió de fundamento jurídico para salvar lo que en el resto de España estaba en espera.

-¿Y fuera de Cádiz?

-La minería de Huelva. Esa gente no tenía alternativa. No teníamos ni empresario con quien discutir porque al único conocido lo localizamos en las Islas Caimán. Lidié con el cobre y el hierro sabiendo que eran sectores que nuestro propio desarrollo, la segunda modernización, los arrinconaba porque a estos productores les interesan regiones menos desarrolladas. Hay sitios que tras el cierre de la mina son pueblos en desaparición. Es duro.

-Santana, Delphi... se enterró en los 90 mucho dinero público a cambio de casi nada.

-¿Una muerte asistida o una eutanasia? Existen variables de contenido social que las prestigiosas empresas consultoras nunca miden. En Santana, en el 94, era imposible pegar el cerrojazo porque era un desencuentro con el territorio. La Linares de hoy no tiene nada que ver con la de hace 16 años. Se ha fijado población y diversificación. No fue perfecto, pero no fue dinero público tirado.

-Cuente algo que saliera bien.

-Cogí Puleva en liquidación total, hicimos unos esfuerzos económicos, sindicales, empresariales y... lamentablemente no compré acciones (risas). Al cabo de tres años se convirtió en una de las empresas con más fortaleza de este país y en una multinacional solvente.

-Sentimentalmente, el cierre de la fábrica de botellas de Jerez sería un duro golpe.

-Antes, me tocaron los cartones de Jerez Industrial. ¿Saben ese chiste de un preso que se cortó una mano y luego otra y luego un pie y le dijo el guardia: oye, no creas que te vas a escapar poquito a poco? Pues eso, a mí, sentimentalmente, como dice, se me amputaban miembros. Cada empresa que cierra, duele. Yo conocí la fábrica de botellas de Jerez echando humo las 24 horas por las tres torretas. El cierre acordado amortiguó el sentimiento. Jerez Industrial fue más triste porque estaba rodeado de una suspensión de pagos y de muy malos rollos.

-A los consejeros de Empleo los amigos le pedirán empleo.

-Los políticos tenemos el ojo encima. Un padre siempre intenta colocar a su hijo; al político, si lo hace, le crucifican.

-Pero el amiguismo está ahí.

-La 'cultura' del qué hay de lo mío ha formado parte durante mucho tiempo, sobre todo, de la Andalucía rural. Antes el que colocaba era el cura y, luego, Ruiz-Mateos... pero hay muchísimos gaditanos que se lo han currado, han superado pruebas y oposiciones, pero claro, lo de buscar desde el agobio, desde una baja cualificación profesional no digo que no haya pasado en determinados lugares.

-¿En qué ha cambiado Andalucía en estos tres lustros?

-La incorporación de la mujer al empleo. En la provincia estamos por debajo de la media, es cierto, pero eso no debe hacernos olvidar que la mujer, de una manera impactante, ha llegado al mercado de trabajo. Ha liderado la iniciativa en la formación profesional, en autónomos, en las empresas de la nueva economía.

-Poco consuelo cada vez que llegan los datos del paro.

-Los datos no se pueden negar, pero también hay que leerlos. De cada cien parados de la provincia, 41 han perdido el trabajo y 59 son nuevos demandantes. Es un indicador mejor que la media andaluza, donde son 43 los que han perdido el trabajo. Los demandantes de empleo de 45 años eran 13 hasta hace no mucho y ahora son 25. Y en este tramo es donde ha habido un crecimiento muy fuerte de demandantes que no han perdido su trabajo. En ese segmento encontraremos muchas mujeres.

-Recuerda a cuando decía que había muchos demandantes por las expectativas de empleo. Ahora no hay expectativas.

-Sí hay expectativas. Por ejemplo, la ley de dependencia ha prefigurado un nuevo tipo de demandante no habitual. Puede existir frustración, pero el empleo es un bien escaso y no por ello la gente deja de ir. Hay una población que no se había planteado ser demandante de empleo y, de repente, han visto cosas que podían coincidir con su perfil y dicen voy. Andalucía tiene un gran capital humano. La capacidad de sustitución rápida y de cualificación está aquí.

-¿Cualificación? Si es nuestro gran déficit...

-Hace siete años apenas había demanda de universitarios y ahora hay universitarios parados. Hoy apenas existen analfabetos. Claro que hemos avanzado y mucho. También es cierto que en muchas ocasiones nos falta atinar con el ajuste entre formación y demanda. Pusimos el Servicio Andaluz de Empleo en marcha, donde patronal y sindicatos son dueños de una agencia donde debía planificarse al cien por cien las necesidades empresariales y las necesidades formativas.

-¿Las negociaciones colectivas se han vuelto más razonables?

-El problema de la negociación colectiva es que hemos derivado a un sota, caballo y rey, es decir, jornada, salario, vacaciones y poco más. Se han abandonado elementos que hoy hubieran sido eficacísimos como la gestión del tiempo, la flexibilidad... procesos pactados en tiempos de bonanza que ahora nos serían muy útiles y que evitarían algo que, a fuerza de repetirlo, parece hacerse imprescindible, como es el abaratamiento del despido.

-¿Qué opina de ese debate?

-Me parece una canallada que tu señorito diga vete para tu casa y eso sean 45 días y, a partir de mañana, sean 33. El despido sin justificación debe tener precio.

-¿Satisfecho con la gestión en siniestralidad laboral?

-Decir que uno está feliz con 80 muertos... pero yo abordé esto más cerca de los 200 muertos que de los cien. Hemos creado fórmulas imaginativas que han sido premiadas. Pero no se puede tener un inspector por cada trabajador. El concepto de prevención es una labor de la sociedad.

-La Sierra tuvo una huelga general porque consideraban la situación insostenible.

-Existe un sentimiento de agravio en el mundo agrario. Hasta que hemos abordado la flexibilidad en el PER, las medidas laborales estaban dirigidas al mundo urbano más que al rural. La Sierra ha recibido una masa explosiva no inferior a las 50.000 personas procedentes de la construcción. Se ha invertido fuerte en escuelas taller .

-Muchos lo ven como trabajo subvencionado e innecesario.

-Son políticas de formación con prácticas para la busca de empleo. Hay que buscar nuevos trabajos y reforzar los antiguos. Parece mentira pero hay oferta de trabajos tradicionales como el de pastor, pero no hay demandantes de pastor.

-No paran de salir plataformas de parados.

-La desesperación del paro lleva a la gente a moverse y los respeto, pero creo que la sociedad tiene que articularse a través de los agentes existentes. Es una sociedad difícil de gestionar que necesita de portavoces fuertes.

-¿Veremos algún día Las Aletas?

-Hasta donde yo lo dejé tenía un debate muy claro ya para poder desbloquear una tramitación más ágil de lo que parece. Yo llevo con Las Aletas veinte años, pero desde que se inicia desde un punto de vista formal no lleva más de dos años. Una modificación sustancial de un terreno, de un PGOU, lleva su tiempo. Y sí, estoy convencido de que veremos obras en Las Aletas.

-¿Por qué la Junta no hizo caso a los pasos que ya anunció el Ayuntamiento de Puerto Real?

-Barroso tenía un formato menos ambicioso que pasaba por la desclasificación de los terrenos. Nosotros conservamos los terrenos de dominio público y esto tiene unas limitaciones que de haberse eliminado como desclasificado no los tendría. Ya le digo, yo, que ya pinto canas, espero llegarlo a ver.

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