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Los discípulos barbateños de la bruja Lola

Historias de Cádiz-Herzegovina (capítulo 7)

Las denuncias cruzadas entre un vidente y un concejal por impago y por vudú desembocaron en el mandato 2003-2007 en sendos juicios, en una multa con una orden de alejamiento y en el final de una carrera política

'Rhadú' denunció al edil Jesús Marín por no pagarle un ritual de magia satánica para ser elegido concejal

Antitransfuguismo y ahorro, ejes del PBU... ante notario

El vidente 'Rhadú' gesticula a la salida de uno de los juicios vividos en los Juzgados de Barbate en su litigio con el ex concejal Jesús Marín Ariza. / Manuel Aragón Pina

Aquel guardia civil había vivido de todo... hasta ese día. Tenía pinta de llevar a sus espaldas varías décadas de servicio público. Es más, es posible que ya estuviera viendo su jubilación a la vuelta de la esquina mientras realizaba su labor diaria de seguridad en los Juzgados de Barbate. Pero ese día, el 12 de enero de 2004, se quedó de piedra cuando varios cámaras de televisión y algunos profesionales de la radio le pidieron si podía custodiar todos sus aparatos de grabación en el cuartito que estaba reservado a la Guardia Civil dentro de los Juzgados barbateños. El juicio que estaba a punto de empezar era tan insólito que no querían perdérselo. Y la jueza ya había dicho que nada de grabaciones y nada de imágenes. Y como los cámaras lo habían pedido de buenos modos, pues aquel guardia civil aceptó. Así que una vez desprovistos de sus artilugios de trabajo, ea, todos adentro, a los sillones reservados para el público, en los que no cabía un alfiler. Y a aguantar la risa durante dos horas, que la Justicia, repetía aquella jueza una y otra vez, es una cosa muy seria y no era plan de ir soltando carcajadas así como así.

Lo que se juzgaba ese día en Barbate era una denuncia por impago entre dos particulares. Eso era lo único normal que había en toda esa historia. Porque a partir de ahí todo adquiría unos tintes más propios de un sainete que de una causa judicial. Y es que ¿dónde se ha visto que un vidente denuncie por impago a un concejal que supuestamente le había contratado para que realizara un ritual de magia satánica con el que poder entrar en el Ayuntamiento y además con responsabilidades de gobierno? Pues eso era lo que se juzgaba ese día en Barbate, ni más ni menos. Y es que lo que no pase en esta provincia...

En ese mes de enero de 2004 Juan Manuel de Jesús, fotógrafo de profesión, sumaba ya casi cinco años como alcalde de Barbate. En el mandato anterior (1999-2003) su partido, el PP, había gobernado en coalición con la Agrupación de Electores de Manuel Malia (Adelma) y tras las elecciones municipales de 2003 logró mantenerse en la Alcaldía pero ya con un tripartito conformado por el PP, el PA y el Partido Barbateño Unido (PBU). El cabeza de lista de esta última formación, Jesús Marín Ariza, se había convertido por mor de ese acuerdo de gobierno en el segundo teniente de alcalde y en delegado municipal de Vías y Obras. Y ese día se sentaba en el banquillo de los acusados.

El denunciante era un vidente de la localidad que se autodenominaba astrólogo diplomado, cartomántico y mago, que decía que acumulaba 22 años de experiencia y que respondía al nombre artístico de Rhadú. Normal que se inventara un nombre tan raro porque a ver quién iba a contratar a un vidente que se llamaba Juan Rodríguez Fernández a secas.

Tanto en la demanda que presentó en noviembre de 2003 como en sus declaraciones en el juicio Rhadú explicó el porqué de su denuncia y detalló los supuestos rituales que tuvo que hacer para que Jesús Marín lograra su acta de concejal y entrara en el gobierno municipal. Su relato no tenía desperdicio. Si se lo inventó todo, vaya guionista había perdido Hollywood.

La versión del vidente se puede resumir así. Dijo que conocía a Jesús Marín desde hacía tiempo, cuando éste le entrevistó en un programa que tenía en la televisión local y porque también había tenido como clientas a varias de sus hermanas. Y que luego contrató sus servicios para conseguir tres cosas: el cobro de una indemnización tras su despido en una pizzería de Marbella, que la caseta que instaló el PBU en la Feria de Barbate de 2002 tuviera una buena aceptación popular, y que su partido tuviera éxito en las elecciones municipales de mayo de 2003.

"Vino a mi casa y me dijo que quería la magia más fuerte, la magia negra, para ser alcalde de Barbate. Pero yo, que no suelo trabajar ese tipo de magia, sólo le garanticé un concejal. Lo logré y ahora sólo quiero que me pague por mi trabajo, que requirió de mucho esfuerzo mental". Ante la jueza Rhadú explicaba con estas palabras su demanda, en la que requería al entonces segundo teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barbate el pago de 3.000 euros que era, especificó, la mitad de lo que costaron sus servicios. Es más, dijo que consideraba que Marín le había pagado los otros 3.000 euros pero de una manera muy particular: regalándole un ordenador personal "con su correspondiente impresora, escáner, cámara, pantalla y teclado", recogía textualmente la demanda.

En este litigio Rhadú partía con un hándicap evidente: reconocía que jamás hubo un contrato escrito entre las partes "porque así lo prefieren los clientes", puntualizaba. Pero a cambio presentó en los Juzgados una serie de pruebas para intentar demostrar que efectivamente hizo ese trabajo esotérico. Y entre esas pruebas se incluían fotografías del demandado indispensables para realizar el ritual y manuscritos firmados por Marín de su puño y letra. La prueba caligráfica que reclamó el Juzgado barbateño a un perito independiente confirmaría que, efectivamente, esos manuscritos correspondían al edil.

En el juicio Rhadú dejó frases para el recuerdo. Por ejemplo cuando explicó que su ritual consistió en "magnetizar la influencia positiva de Jesús Marín en la campaña electoral", cuando explicó que el demandado le adelantó 300 euros para los gastos del ritual "entre ellos unas velas, el incienso y las túnicas para que mis trabajos y mis oraciones tuvieran éxito" y, sobre todo, cuando aclaró que Marín ya había trabajado previamente como cartomántico. "Me dijo que ya había fracasado como vidente pero que no quería fracasar también como político", dijo ante la jueza.

Como si fueran dos discípulos aventajados de la bruja Lola –aquella supuesta astróloga que a finales del siglo XX se hizo famosa en el programa de televisión Crónicas Marcianas llamando "basura" a los que se mofaban de ella y amenazándoles con ponerles dos velas negras– tanto Rhadú como el concejal Jesús Marín demostraron que algo de magia y de rituales sabían. El edil demandado, por ejemplo, llegó a reconocer en el juicio que el ocultismo le gustaba como afición, pero negó que se hubiera dedicado profesionalmente a la videncia, pese a que años atrás se había publicitado en Barbate como cartomántico y parasicólogo. Y, por supuesto, negó en todo momento que hubiera requerido los servicios de Rhadú para salir elegido concejal. Es más, vino a decir que el vidente sólo buscaba popularidad y dinero con su demanda y llegó a afirmar que tanto el ordenador como las fotografías y manuscritos que tenía Rhadú en su poder los pudo haber robado de la sede del PBU.

En cualquier caso la demanda no terminaría surtiendo efecto ni en los Juzgados de Barbate (sentencia de junio de 2004) ni posteriormente con el recurso de apelación presentado en la Audiencia Provincial, que lo resolvió en noviembre de 2005. "Como buen vidente que soy creo que ganaré el juicio", había dicho Rhadú al inicio de este proceso judicial. Sin embargo, ambos órganos judiciales coincidieron en que sin contrato escrito no se podía demostrar que hubiera un arrendamiento de servicio entre las partes.

La demanda no surtió efecto y el vidente inició luego un ritual para sugestionar al edil

Rhadú se quedaba sin el dinero requerido pero ya se había llevado una pequeña alegría. Y es que a principios de junio de 2004 –antes de conocerse la primera sentencia– el alcalde de Barbate había destituido ya a Jesús Marín, mandándolo a la oposición aunque eso conllevaba dejar su gobierno en minoría. La excusa del regidor era que su ya ex socio le había presionado para contratar a una hermana suya en el Ayuntamiento, algo que el edil del PBU siempre negó.

Pero Rhadú no se conformó. Todo lo contrario. Perdida la demanda recurrió al vudú haciendo un seguimiento al concejal del PBU, tanto por la calle como en los autobuses o en el salón de plenos. Eso llevó a Jesús Marín a presentar una demanda contra el vidente. En ella le acusaba a de estar llevando a cabo una serie de rituales mágicos para acabar con él o, como mal menor, para traerle mal fario.

Y esa denuncia deparó en un segundo juicio en junio de 2006 en el que, aunque con los papeles cambiados entre uno y otro, los relatos volvieron a ser épicos. Y es que tanto el vidente como el edil tuvieron que reproducir ante el juez esos "gestos mágicos" que el primero le hacía a Marín en los plenos. "Se pone detrás mía, me dice uuuu, uuuu, y me tengo que ausentar nervioso y asustado", afirmaba el concejal. Y Rhadú, por su parte, dijo que lo que hacía en los plenos era "tomar una pose de duda y pendiente" que consistía, precisó, en "apoyar sobre la mejilla dos dedos de mi mano izquierda y apoyar sobre el interior del codo mi brazo derecho". Y eso lo hacía "porque este señor –en referencia a Jesús Marín– juega con mi vida".

Ese juicio de faltas se resolvió con una multa a Rhadú de 50 euros, a razón de cinco euros durante diez días, y con una orden de alejamiento por la que no podía acercarse al líder del PBU a una distancia preventiva de 100 metros durante seis meses. El juez que llevó este caso condenó a Rhadú por una falta de coacciones al "realizar gestos e intervenciones pensando en un intento de sugestión y perturbación de la tranquilidad mental" del denunciante.

El alcalde, del PP, acabó destituyendo al concejal del PBU, que también fue cartomántico

Pero la orden de alejamiento duró eso, seis meses. Por eso cuando pasó ese tiempo Rhadú volvió a la carga, retomando en el salón de plenos su presión al concejal del PBU para que le pagara los 3.000 euros requeridos. Pero ahora lo hacía con todos sus avíos. Y es que, ante la sorpresa del alcalde y de todos los concejales, el vidente aparecía por el Ayuntamiento totalmente vestido de negro, con una túnica y una capa que le llegaba hasta los pies y con un medallón de grandes dimensiones colgado del cuello. Nunca se supo si hubo nuevas denuncias.

La pista de Jesús Marín y de Rhadú empieza a perderse en 2007, cuando acabó ese mandato corporativo. El líder del PBU aparcó su carrera política, centrándose en su trabajo en una pizzería de Zahara de los Atunes. Cuatro años después, en las elecciones municipales de 2011, intentaría volver a meter cabeza en el Ayuntamiento, siendo ya alcalde el socialista Rafael Quirós. Pero la lista que encabezó apenas consiguió 102 votos en las urnas o, lo que es lo mismo, el 1,01% de los votos emitidos. Era como si a Jesús Marín le hubieran dictado una orden de alejamiento del Ayuntamiento, como si alguien hubiera hecho un conjuro para acabar, ahí sí, con ese proyecto político que se llamó el PBU.

Rhadú, por su parte, optó por trasladarse a vivir a Vejer, donde abrió una tienda esotérica que terminó fracasando. Curiosamente eso el vidente tampoco lo vio venir.

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