Otros 450 dramas

Entre el abatimiento por el anuncio de cierre y la esperanza por evitarlo, la plantilla de Cádiz Electrónica no entiende el final de su factoría · Denuncian el trato recibido tras 20 años de beneficios, sueldos medios de 1.200 euros y un bajo nivel de absentismo

Decenas de cruces adornan la entrada a la factoría de Cádiz Electrónica, en El Puerto.
Decenas de cruces adornan la entrada a la factoría de Cádiz Electrónica, en El Puerto.
Fernando Rufo / El Puerto

29 de junio 2011 - 01:00

Polígono Tecnobahía, en El Puerto. A las once de la mañana de ayer, el silencio absoluto contrasta con la potencia industrial que se le presupone. A uno y otro lado, aparecen las plantas de Airbus Military (CBC), Easy Industrial Solutions, Alestis, Grupo TAM... y Cádiz Electrónica, del grupo Visteon. Se sabe que está allí porque hasta sus puertas llega el reguero de camisas y batas de trabajo de sus empleados, a las que continúa un cementerio de cruces, otro cementerio laboral más.

En la calle rodeada de palmeras que llega desde el centro del polígono hasta la fábrica, una de esas cruces lleva un letrero, escrito por uno de sus empleados: "Me habéis quitado mi empleo, pero no mi orgullo. Ahora sois más ricos, pero más miserables".

En el interior de la fábrica, la plantilla se afana por recuperar la línea de producción que fue cortada súbitamente el pasado jueves. Entretanto, y aprovechando el tiempo del bocadillo, muchos de sus empleados deciden explicar a Diario de Cádiz sus sensaciones, sus emociones. Algunos, padres de familia, no pueden evitar derramar lágrimas conforme van relatando su experiencia. La inmensa mayoría lleva 20 años entre esas paredes, ha visto crecer a la fábrica y ahora temen no tener nada.

Luis Miguel César, de Cádiz, es uno de ellos. Lleva 20 años en Cádiz Electrónica, sólo un par de años después de abrir. Ha trabajado de técnico de mantenimiento de las máquinas de producción, de técnico de reparación... muchas y "de buenas a primeras nos dicen que cerramos y cerramos". Dice con rabia que "después de 22 años en la empresa, sin tener pérdidas ni un sólo año y con un índice de absentismo mínimo, nos han pegado el cerrojazo". Está casado, tiene una hija pequeña "y esto parece un sueño, no nos lo podemos creer. Estamos trabajando desde las siete de la mañana y las nueve y media se para todo. Nos pararon los sistemas desde fuera de la planta, se nos impidió trabajar, y nosotros queremos seguir trabajando pero no podemos. De hecho, a nuestros clientes les han dicho que desde aquí no se iba a mandar nada más. Estamos apesadumbrados porque no sabemos lo que va a pasar, no se han puesto en contacto con nadie, sólo han dicho que cierran y se acabó. Vuelve a pasar en la Bahía".

A su lado, Manuel Pérez, también de Cádiz, es otro de los afectados. Tiene tres hijos (de 20, 14 y cuatros años) y lleva 20 en la planta. Su análisis es exhaustivo: "En la Bahía el tejido industrial está desapareciendo poco a poco. Esta empresa nunca ha perdido dinero y parece mentira que este sistema permita que empresas como esta abandone a 400 familias y las deje en la calle, sin importarles el futuro de nuestros hijos, nuestras casas". Preguntado sobre si temen que este caso sea otra Delphi, Manuel es rápido: "Claro que tememos que esto sea otra Delphi, pero también otra Tabacalera, otra Construcciones Aeronáuticas, otro astilleros que ha perdido miles de trabajadores. Yo tengo 40 años, llevo 20 aquí y estamos acostumbrados a trabajar en fábricas. ¿Qué mercado laboral tenemos con 40 años y más en esta zona abandonada por los políticos, que están más preocupados en lo que pasa en el norte del país, en Valencia o en Cataluña? Nosotros estamos abandonados por los políticos". Reconoce con cierta amargura que en su casa "el ambiente es de tragedia, intentamos animarnos unos a otros, pero hay llantos por todos lados. Son hipotecas, hijos... y nosotros no tenemos unos grandes sueldos después de llevar aquí 20 años y haber logrado que esta gente gane muchísimo dinero".

Antonio Romero, de Puerto Real, tiene 39 años. Entró en la fábrica en 1992 y tiene dos hijos de 8 y 5 años. Comenzó a los 18 años de operario, después técnico y al final en el laboratorio. "Siempre me han inculcado aquí la calidad, hemos tenido premios de todos colores, siempre hemos sido los mejores y ahora se quitan de en medio. Es un drama". También con lágrimas en los ojos, asegura que "mis padres tienen casi 80 años y esto no lo entienden, toda la vida trabajando para nada". "Mucha gente llegó aquí después de tener otros trabajos pero otros no, aquí hay 450 historias diferentes". Y una es la suya: "Yo he estado en Shangai en la planta de Visteon montando la línea del Lexus, controles de inyección de motores, y nos han engañado. Nos decían, al igual que otros que iban a otros países, que era todo para productos locales, que el mercado asiático estaba en expansión, que ellos estaban vendiendo muchos coches para ellos y que los productos eran de ellos. Lo que no nos decían era que en el futuro nos darían la puntilla. Íbamos engañados. Y también han ido a La India, y a Brasil, y a México y a Portugal. Han ido compañeros de diferentes secciones, según la maquinaria que hubiera que montar. Nosotros sólo pedimos y reclamamos a Visteon, que nos de un puesto de trabajo. Si tiene plantas por todo el mundo, que me recoloquen, que no nos echem a la calle como perros, que me den la oportunidad de irme a otro sitio. Lo que quiero es trabajar, no ir al paro porque ¿qué hay en la Bahía? Y lo último que quiero es separarme de mi familia, ojo, pero aquí, con la pequeña y mediana empresa que hay, todo se está perdiendo ¿Qué futuro tenemos? ¿Me tengo que ir con mis padres otra vez, con 80 años?"

Conchi Rey es de El Puerto. Entró en Cádiz Electrónica con 18 años, se casó y hoy su marido está en paro, con dos hijas de 15 y 11 años. "Ellas están preocupadas llorando en mi casa porque dicen que su madre se ha quedado sin trabajo. Con este trabajo daba de comer a mis hijas". Es operaria de producción y ha pasado por casi todas las líneas de la fábrica. Hoy "aquí no llega ni sale nada porque han cortado el suministro". Afirma que, si tuviera oportunidad, le diría a Visteon "que es una pena dejar a 450 familias en la calle, con historias de gente que lo está pasando muy mal, de parejas separadas con muy poco dinero, hay parejas que se quedan los dos parados y yo no sé que hacer. En mi casa me preguntan todos los días si se ha arreglado algo. Queremos seguir trabajando pero, ¿qué le ofrezco yo a mi familia ahora? Tenemos esperanza en que la negociación sirva para algo, que queremos trabajar, seguir manteniendo a nuestras familias".

María Rodríguez Martín, del departamento de materiales, es de El Puerto y lleva 22 años en la fábrica. Mari, como la llaman, se dirige a la enorme fotografía de Donald Stebbins, vicepresidente y consejero delegado de la Corporación Visteon. Los trabajadores la han 'adornado' con una leyenda: "Ganó 18,5 millones de euros en 2010 con nuestro trabajo". María, en un perfecto inglés, lo mira seriamente y exclama: "Le he dicho que en Cádiz hay gente muy trabajadora, que queremos que nos devuelvan nuestro empleo, que estamos dispuestos a trabajar. Después de 22 años nos va a largar así como así, para dárselo a los chinos ¿Y quién le va a comprar después en Europa un coche construido en China? Cuando dé la orden el staff estamos preparados para producir y no vamos a aguantar que nos digan que cerramos después de 22 años. Conocí aquí a mi marido, es técnico y está dentro, después de muchos quebraderos de cabeza. Queremos que no se cierre ninguna otra planta en la Bahía. A los políticos, que se pongan las pilas que hagan algo, que vengan unos días aquí a producir con nosotros y verán lo que valemos".

Otro drama, de los 450 dramas de esta ocasión, es Belén Valenzuela, de Jerez. Es técnico de electrónica y lleva 20 años trabajando en Visteon. "Hace un par de años te confirman que todo sigue hacia adelante, te metes en una hipoteca, pensando en que todo va a funcionar. Pero te engañan, te dicen que todo lo que se hace es para ayudar a otras plantas de la compañía y al final ves que lo que has hecho es enterrarte con tu propio trabajo. Yo ahora estoy divorciada, tengo una hipoteca por pagar y un hijo de 10 años. A mí en casa nadie me pregunta qué pasa, pero sí me dicen "mami no me apuntes al fútbol o quítame de waterpolo, es a lo que puede llegar un niño de 10 años".

Otra visión complementaria la dan Antonio Ramos y Juan Carlos Piñero, del grupo de mantenimiento de la fábrica. Antonio quiere denunciar el trato recibido por la dirección a la planta de Cádiz, "porque esta planta fue seleccionada para dar soporte a otras plantas sobre todo de Asia. Hemos estado montando líneas en La India, en México... y si Cádiz ha sido seleccionada para montar plantas allí para que a Visteon le saliese más barato, no merecemos este trato. Aquí hay muchos compañeros que han tenido que viajar hasta dos meses dejando a su familia sola. Se ha hecho mucho ahorro de costes y ese esfuerzo tiene una recompensa, el paro".

"La compañía nos pedía ayuda para favorecer la expansión de la empresa y lo hacíamos. Hemos hecho nuestro trabajo, lanzando líneas de producción en La India, en un lugar ajeno durante mes y medio y nos lo agradecen así. También hemos conseguido que los fabricantes de las máquinas vengan lo menos posible, nosotros las reparábamos ahorrando costes y tampoco eso lo han tenido en cuenta", recuerda Juan Carlos.

Francisco Javier Heredia es de Rota. Lleva 20 años en la planta y le puede la tensión. "Por primera vez he visto hoy la realidad al hablar para ustedes, porque esto lo veo muy crudo. Tenemos que ser fuertes, lo intento aunque por momentos me derrumbo. Cuando entré aquí en el año 92, mi novia, hoy mi mujer, y yo estuvimos contentos por entrar y nos planteamos la vida. Hoy tenemos tres niños, nuestra casa y decidimos que ella no trabajara porque ella quería cuidar los niños en primera persona (no puede evitar derramar algunas lágrimas". "Lamentablemente, nos vemos en la calle y ojalá tengamos suerte, salgamos de aquí mañana y pasado estemos trabajando, porque esto o alguien lo para, no sé si serán políticos o quienes sean, o nos hundimos".

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