Los militares del cielo de Los Alcornocales

Ejército del Aire | Escuadrón de Vigilancia Aerea 11

El EVA 11 es la la única unidad del Ejército del Aire en la provincia y la más remota de España.

A unos mil metros de altitud, y a más de una hora de Alcalá de los Gazules por una carretera de curvas, vigilan el espacio aéreo ante cualquier amenaza

Imágenes de la visita al EVA 11

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Escuadrón de Vigilancia Aérea nº11 (EVA 11) en Alcalá de los Gazules / Jesús Marín

"Aquí como se te olvide el teléfono móvil o algo ya no vuelves. Tenemos muchas anécdotas de ese tipo", bromea el comandante Luis Julián Martínez Azabarte, jefe del Escuadrón del Vigilancia Aérea (EVA) número 11. La unidad que manda está a unos mil metros de altitud, en el Pico del Montero, en pleno parque de Los Alcornocales, y para llegar hasta allí sólo hay una manera: adentrarse en el espacio natural por una carretera de infinitas curvas que va ascendiendo hasta la cima y que se tarda al menos una hora y cuarto en recorrer en coche desde su localidad más cercana, Alcalá de los Gazules.

"Somos por así decirlo la unidad más remota no sólo del Ejército del Aire, sino de las Fuerzas Armadas en toda España. Quizás pueda haber un destacamento en un momento determinado, pero una unidad como tal, un destino permanente, no", explica el comandante. A lo mejor por ello es también una de las más desconocidas de una provincia llena de miembros de la Armada, con varias del Ejército de Tierra y sólo esta del Aire, que no por eso deja ser relevante. "Somos una unidad pequeña pero con una misión muy importante, vigilar el espacio aéreo ante cualquier amenaza", afirma Martínez Azabarte, conquense al frente de la misma desde 2018 tras más de 20 años de servicio.

Personal del EVA 11, con el comandante Martínez Azabarte al frente. / Jesús Marín

El capitán enfermero Ángel Ferreras, el capitán Carlos Rodríguez, el sargento primero Alfonso Rodríguez, el cabo mayor Ángel Barrero, la cabo Carolina Dobla, el sargento Abraham Diop forman parte del "gran equipo de personas" que conforman este escuadrón, el de más creciente creación. Nacido en el año 1999, es el que está más al sur de Península de los 13 con los que cuenta el Ejército del Aire y forma parte de su Sistema de Vigilancia y Control Aeroespacial. Si bien esta misión ya existía, los atentados del 11-S en 2001 en las Torres Gemelas la reforzó, y se conforma de tres patas: los sensores y radares que obtienen los datos (a los que pertenece el EVA11), los centros de mando y control donde se mandan los datos obtenidos y los aviones cazas F-18 y Eurofigther, preparados para actuar en caso necesario.

Así, el cerebro de este escuadrón está en su radar, de la familia Lanza, que se encuentra dentro de una característica bola que no es otra cosa que su recubrimiento, para protegerlo del viento, la lluvia o la nieve. "Nuestra misión es adquirir los datos radar de nuestra zona de responsabilidad, que se solapa con la del resto de sensores, y enviarlo a los centros de control.

El Lanza “es un equipo 100% español de la empresa Indra, con alcance de lo mejor de lo mejor y que se ha exportado a distintos países”, explica el comandante. Les ofrece información sobre lo que sobrevuela en los alrededores de los cientos de kilómetros que le corresponden. “Tenemos además instalados distintos equipos de comunicaciones para poder hablar con los aviones, es una misión permanente de 24 horas y es nuestra responsabilidad de que todo funcione correctamente”, añade, recordando que también colaboran de forma coordinada con la aviación civil.

Por su ubicación, el EVA 11 tuvo un papel destacado dentro de la operación 'Romeo Mike', en la crisis del Perejil en 2002. Además, participan con sus medios de mando y control en ejercicios de adiestramiento como el Dardo o las Gruflex. "Aquí desplegará el Racta 4 del Ejército de Tierra a finales de mes por ejemplo", apunta. Pero cada día en realidad participan en una operación real y permanente, "la vigilancia de nuestro espacio aéreo". "Es una unidad muy pequeña pero tenemos personal especializado de todo lo relacionado con la seguridad, infraestructura, electrónica, comunicaciones, sanidad,... En fin todo lo necesario para cumplir nuestra misión con garantías".

El EVA cuenta con un sistema para el abastecimiento de energía en caso de fallo. / Jesús Marín

Recorrido por el EVA 11

Las instalaciones del EVA 11, en el Pico del Montero, la forman tres edificios distintos. En del centro es donde hacen vida, donde están las oficinas, y donde cuentan con una sala médica que cuenta con un equipo de telemedicina, "con el que podemos ponernos en contacto el hospital central de la Defensa, el Gómez Ulla, y consultar con ellos en tiempo real, mostrando imágenes del paciente", explica el capitán enfermero Ángel Ferreras, que a sus servicios en el EVA en estos momentos le suma el ser jefe de un Equipo de Vigilancia Epidemiológica en la operación Baluarte de las Fuerzas Armadas contra el coronavirus. La cabo Carolina Dobla también trabaja en uno, junto a sus funciones en el negociado de automóviles de la unidad. "Llevo desde diciembre activada", cuenta esta madrileña pero con padres jerezanos y afincada en esta ciudad. También es de Jerez el cabo mayor Ángel Barrero, destinado en Alcalá tras más de 30 años de servicio en múltiples misiones internacionales y dedicado especialmente al avión P3 Orion.

Al otro lado, debajo de la cúpula, está todo el equipo que permite tener autonomía energética. "Aunque esto funciona ahora con luz comercial, contamos con unas baterías y grupos electrógenos para seguir funcionando ante cualquier fallo, un soporte para que siempre haya luz", explica el sargento primero Alfonso Rodríguez. "Además es importante el aire acondicionado para la climatización de todos los equipos que necesitan mantener una temperatura".

El material médico. / Jesús Marín

El capitán Carlos Jesús Rodríguez, jefe de la escuadrilla de mantenimiento y jefe del servicio de protección de la información, explica que su función "es mantener la mayor operatividad de los sistemas de armas que tenemos asignado, que es el radar lanza y los equipos de comunicaciones". "Por eso realizamos una serie de actuaciones para mantener estos equipos funcionando el mayor tiempo posible, contamos con personal especializado y además mantener la seguridad de la información clasificada", agrega.

En un último edifico, el sargento Abraham Diop muestra el diferente armamento con el que cuenta la unidad para su seguridad, pistolas, fusiles y ametralladoras, así como los equipos NBQ. Delante, está la pista para el aterrizaje de helicópteros si fuera necesario y estacionado cerca tienen una ambulancia y un camión contraincendios. "Realizamos de manera constante simulacros contra incendios y también sanitario, además de ejercicios de tiro. Para nosotros es muy importante debido a la situación en la que estamos -una hora y cuarto de la localidad más cercana por una carretera estrecha y de curvas- y lo tenemos que practicar para si algo ocurre lo resolvamos de la mejor manera posible", asevera el jefe del EVA de Alcalá de los Gazules.

Y es que estar en medio de un parque natural como es Los Alcornocales afecta al funcionamiento de la unidad, que renovó en 2020 su Certificado de Gestión Ambiental al Sistema Multisite (AENOR), lo que corrobora la importancia que la protección de su entorno natural tiene para su personal. Cuentan también con un sistema para recoger y potabilizar el agua natural de la lluvia.

La relación con la zona no queda ahí. "Tenemos relaciones con el Ayuntamiento de Alcalá, con las comandancias de la Guardia Civil, con la Armada,...", relatan, destacando el concurso de dibujo que siguen manteniendo en los colegios alcalaínos y que "no queremos perder", inciden, mientras vigilan el cielo desde un pico de Los Alcornocales.

El coronavirus le ha afectado con algún caso confirmado y sospechosos. “Pero gracias a los protocolos y el plan de contingencia hemos podido mantener la operatividad y cumplir nuestro objetivo”

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