El estado de alarma como excusa para impedir las visitas entre hijos y padres divorciados
Coronavirus Cádiz
La crisis sanitaria por el coronavirus ha sido utilizada por algunos progenitores para incumplir el régimen establecido legalmente
Cádiz/Hay quien compara el divorcio con un desierto, con un sendero largo e inhóspito en el que hay que caminar mucho y solo hasta encontrar algo de paz. A veces, ese difícil trayecto se complica si hay hijos en común y se puede hacer cuesta arriba y repleto de curvas cuando, en plena pandemia por el coronavirus, el progenitor que ostenta la custodia del menor utiliza como excusa el estado de alarma para incumplir el régimen de visitas establecido legalmente.
Esto ha ocurrido durante las largas semanas de confinamiento más veces de lo deseado. Al comienzo de la crisis sanitaria hubo cierto descontrol incluso dentro del propio ámbito judicial. La Junta de Jueces del partido judicial de San Roque, por ejemplo, llegó a acordar el 23 de marzo la suspensión de todos los regímenes de visitas durante el estado de alarma, lo que impidió que progenitores no custodios se relacionasen con sus hijos. "Todo un disparate que ha provocado mucho daño", dice el abogado José Blas Fernández, que, tras recibir la llamada desesperada de un padre, presentó un recurso de alzada ante el Consejo General del Poder Judicial para intentar revocar la decisión adoptada por los jueces de San Roque.
El Poder Judicial estimó el recurso y le dio la razón al progenitor argumentando que el Real Decreto 463/2020 no podía ser "la excusa" para suspender el régimen de visitas mientras el estado de alarma estuviese vigente. Ahora bien, el Consejo también subrayaba que "en uso de su sentido común y para proteger el superior interés del menor", los padres podían acordar "regímenes alternativos que garantizasen la protección del niño frente a un posible contagio del virus".
Isabel Cadenas, magistrada titular del Juzgado de Primera Instancia número 2 de Cádiz, incide también en el uso particular que algunos progenitores le han dado a la emergencia sanitaria para obstaculizar el contacto de sus hijos con sus ex parejas. "Ha habido problemas y bastantes. Por eso, los cinco jueces de Primera Instancia de Cádiz nos reunimos al inicio de la pandemia y acordamos que los regímenes de visitas debían cumplirse".
Cadenas explica que en las semanas de cuarentena más duras, con medidas más restrictivas en lo que a movilidad se refiere, se suspendieron las visitas intersemanales, que luego, no obstante, fueron compensadas con fines de semanas "más largos" que empezaban el viernes y terminaban el lunes. El objetivo no era otro que preservar la salud de los menores, concentrar los encuentros familiares y evitar idas y venidas poco prudentes en esas fechas. Ahora bien, una vez que las medidas de confinamiento se relajaron y los niños empezaron a salir, la pauta a seguir estaba clara: "El régimen se tenía que cumplir según lo establecido", señala la jueza.
Pero para eso hacía falta buen entendimiento entre las partes y sensatez, dos aspectos que, en ocasiones, han brillado por su ausencia. "En aquellos casos en los que el menor presentaba una enfermedad previa, como asma, era lógico suspender las visitas. También si alguno de los padres trabajaba en una profesión de riesgo y estaba especialmente expuesto al Covid. Pero desobedecer el régimen sin ningún motivo, no. Eso no puede ser así", afirma la magistrada del Juzgado de Primera Instancia 2 de Cádiz.
El hecho de no entregar el menor al progenitor no custodio ha motivado que se dicten varios autos de ejecución para despachar cumplimientos forzosos, uno de los pocos servicios esenciales que se han mantenido durante la pandemia en el ámbito de la jurisdicción civil. "En estos supuestos, se hace un apercibimiento al progenitor que incumple el régimen de manera irresponsable. Si persiste en su actitud obstaculizadora, puede enfrentarse a una multa, a un proceso por un delito de desobediencia o incluso puede perder la custodia en favor del otro progenitor", detalla Cadenas.
Sonia Arjona, abogada de la Asociación Andaluza de Madres y Padres Separados, señala que mientras la crisis del coronavirus vivió su pico más alto, los puntos de encuentro permanecieron cerrados. "Se dejó al arbitro de las partes, al buen entendimiento de los padres divorciados, establecer las visitas en plena pandemia. ¿Qué ocurrió? Pues que hubo madres que se negaron a que sus hijos saliesen, incluso cuando ya estaba permitido. Se utilizó al niño como un arma arrojadiza sin pensar en sus intereses y anteponiendo el conflicto de la pareja".
"Cada caso es un mundo", subraya la letrada. "Hay niños que son manipulados desde muy pequeños para que rechacen el contacto con su padre. Se da, no mucho, la alienación parental, progenitores que ponen al menor en contra del otro progenitor. Los niños, que son esponjas, asumen como propios los argumentos que reciben en casa y, para no dañar ni a su padre ni a su madre, le dicen a cada uno lo que quieren escuchar". La abogada advierte que "pueden pasar muchos años antes de que el niño se dé cuenta, o no, de esa manipulación".
En casos así, la autoridad judicial debe intervenir para establecer el régimen de visitas, eso sí, "siempre y cuando el niño sea pequeño y no tenga capacidad de decisión. A partir de los 12 años, si el hijo no quiere ver a su padre, ya no se puede hacer nada, el juez no le puede obligar", comenta Arjona.
La abogada de la Asociación Andaluza de Madres y Padres Separados apunta que también hay familias de padres divorciados con hijos en las que la gestión de las visitas durante el estado de alarma ha sido más que correcta y cita un ejemplo: "Padres que no pudieron disfrutar de las vacaciones de Semana Santa al coincidir de lleno con el auge de la pandemia, llegaron a acuerdos extrajudiciales con sus ex parejas y se llevaron a los niños durante 15 días consecutivos después. Repito, cada caso es un mundo", concluye.
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