Un estudio señala el declive de la población de cazadores: "Andalucía arroja datos de menor envejecimiento"

Para 2050, el 61% de los cazadores en activo tendrá más de 60 años y el número de licencias habrá descendido en un 70%

Aunque ha aumentado la población de ungulados, "actualmente se cazan diez veces más jabalíes que en los años 80"

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Un agente de la Guardia Civil vigila la actividad de la caza furtiva en Alcalá.
Un agente de la Guardia Civil vigila la actividad de la caza furtiva en Alcalá. / Jesús Marín

Para 2050, el 61% de la población cazadora tendrá más de 60 años. Las cifras totales de licencias descenderán en un 70% respecto a las que hay ahora. Esas son las proyecciones que arroja el estudioEl colapso demográfico de la caza en la Península Ibérica, publicado en la revista People & Nature.

El hecho de que la caza es una actividad que cada vez convoca a menos practicantes era algo que cualquiera podía evidenciar, "pero queríamos cuantificar esta tendencia, ver las causas de ese declive y hacerlo además de forma regional", apunta desde el Instituto Pirenaico de Ecología, José Daniel Anadón, coordinador de este estudio en el que participan científicos especialistas en biología y entorno natural de varias universidades.

Así, según arroja el análisis, la actual población cazadora en España (unos 600.000 en activo) está muy envejecida, con la proporción más abundante (40%) entre los 61 y los 70 años, y su prevalencia es ocho veces más alta en pueblos pequeños que en grandes ciudades. En los últimos 15 años, el número de cazadores ha descendido en un 26%, y en un 45% si lo comparamos con el último medio siglo. Una tendencia que se debe a una cada vez menor presencia de jóvenes cazadores, que se ha reducido en un 89% en los últimos 50 años.

Un motivo claro en este declive es la mayor concentración de población urbana: en Portugal y España, la población residente en áreas rurales ha caído desde un 69% y un 48%, respectivamente, en los años cincuenta, a en torno al 20% del total en la actualidad.

"La caza ahora se entiende como una forma recreativa y de ocio, y compite con muchas más", añade José Daniel Anadón. Incluso en el campo: hoy día realizamos otro tipo de actividades, ir en bici, caminar, hacer alpinismo... "El contraste es claro con esa sociedad agraria de la que venimos, en la que en cada casa había una escopeta porque la caza se entendía como un medio de subsistencia y, si acaso, una de las pocas formas de ocio al alcance", explica.

Según arroja también el estudio, en los municipios de menos de 100 habitantes la media de participación en actividades relacionadas con la caza está en torno al 8%: y en los de entre 100 y 1000 habitantes, en torno al 6,5%. Los municipios con más de 100.000 habitantes presentan un índice de participación mucho más bajo.

El método de transmisión familiar, además, tampoco funciona en entornos urbanos, "la caza exige unas habilidades un tanto especiales y mucha dedicación, con requerimientos bastante potentes".

El declive es pues significativo y generalizado. "En el último siglo -recoge el estudio-, la caza ha experimentado cambios profundos en los países desarrollados, pasando de ser una forma de consumo y supervivencia a una actividad recreativa, y disminuyendo en algunos países".

INFLUENCIA EN LOS ECOSISTEMAS

Esta menor presencia ha llevado a la renaturalización de algunas zonas. En varias regiones de Europa, "la mayor parte de los ungulados están experimentando aumentos de población notables, mientras que los depredadores en la cima de la pirámide van recuperando sus áreas de distribución histórica".

"A la hora de realizar este estudio -indica Anadón- estábamos muy interesados en los procesos de abandono y cómo tiene lugar la transición desde un escenario agrario en los años a la actualidad: cómo influye nuestra interacción con la naturaleza, y la falta de ella".

Cómo se traduce una menor presencia humana en el medio rural, menos vigilancia sobre el terreno, una agricultura diferente, menor forrajeo... La caza también forma parte de una serie de actividades que delataban la acción continua de la huella humana en el paisaje. ¿Cómo influye esto en los ecosistemas? Ese sería el siguiente paso a dirimir. "Un aspecto que no es trivial, pero tampoco obvio: aún estamos lejos de entender si pueden darse cascadas tróficas", indica José Daniel Anadón.

Sí se comprueba que, de forma paralela al descenso en picado de cazadores, ha ocurrido un aumento abrupto de especies como el corzo o los jabalíes y "uno lo podría relacionar, pero lo cierto es que actualmente se cazan 10 veces más jabalíes que en los años 80 -aclara Anadón-. Las poblaciones de caza menor, mientras tanto, han disminuido (por ejemplo, la de codorniz y de conejo), pero esto es achacable a otros procesos, como la intensificación de la agricultura".

"Una de las consecuencias del abandono del mundo rural es que las extensiones de regeneración natural son mayores que nunca -expone Andón-, el ganado ha disminuido y no compite con otros herbívoros. Se da un aumento de poblaciones de distintas especies y la caza no es capaz de regularla".

Aun así, España es el segundo país en número de cazadores, detrás de Francia. Del total estimado de cazadores en la Península Ibérica en 2020, los grupos más grandes proceden de Portugal, Andalucía y Castilla La Mancha. Fuera quedan dos regiones de gran tradición cazadora, como son Extremadura y Castilla y León: "Esperábamos tener los datos de todas las comunidades y pedimos los datos a los servicios de caza y pesca, pero no pudimos recabarlos -desarrolla José Daniel Anadón-. Pero al menos tenemos al 50% de la población total, quedándose fuera las regiones más envejecidas: el resultado completo respecto a franja de edad y demás sería muy parecido, o lo mismo incluso subía ligeramente. La mayor parte de las comunidades tienen un comportamiento relativamente parecido".

Aunque, dentro de ellas, Andalucía es la que arroja datos de un menor envejecimiento, con una proporción algo inferior (35%) de cazadores mayores de 60 años. Los investigadores arrojan dos posibles causas: la red rural andaluza es más grande que en otros lados; y la región cuenta con muchos pueblos de tamaño mediano y grande.

LA EXCEPCIÓN ANDALUZA O #LACAZATAMBIÉNVOTA

Tal vez por ello -y más allá de este estudio-, en regiones como la andaluza la administración insiste en ir en contra de la demografía. La Junta de Andalucía se muestra desde luego a favor de la caza como una actividad que contribuye al "equilibrio biológico, el desarrollo de muchas zonas rurales y la fijación de población" -los premios al Medio Ambiente incluyen este año por primera vez, por ejemplo, un reconocimiento a la 'Caza Sostenible'-. Dentro de esta línea seguida desde la administración autonómica, la peña de caza El Cartucho ostenta el cargo de 'entidad de custodia' del Parque de La Breña y Marismas de Barbate. Precisamente, dentro de la provincia, la Diputación de Cádiz enarbola también la bandera en defensa de la caza como motor económico y, de hecho, organizará el próximo mes de septiembre la primera feria cinegética de la provincia en las instalaciones de Ifeca, en Jerez. También para su presidenta, Almudena Martínez, la caza constituye un "pilar esencial para el desarrollo rural, económica y ambiental, y una herramienta de equilibrio ecológico".

Desde luego, parece que #LaCazaTambiénVota, pues no se trata de un tema que defienda sólo el Partido Popular. A nivel autonómico, el PSOE se adhirió al Pacto Andaluz por la Caza -uno de los puntos del pacto era conseguir excluir de la Ley de Bienestar Animal a los animales auxiliares de esta actividad (es decir, a los perros de rehalas)-: el Parlamento andaluz, de hecho, con votos del PP, PSOE y Vox piensa rechazar cualquier desarrollo de la ley que vaya en este sentido. Los socialistas han llegado a señalar al Gobierno de Moreno Bonilla en el Parlamento andaluz para que impulse "medidas de promoción y difusión institucional de los valores sociales, culturales y económicos de la caza en Andalucía". El grupo socialista también ha hablado de la capacidad de la caza para potenciar el "equilibrio económico, social y territorial, imprescindibles para generar empleo y contribuir a fijar la población en el territorio".

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