"El pedrismo quería enterrar viva a Irene García"
Francisco González Cabaña | Ex secretario general del PSOE de Cádiz
El histórico dirigente socialista deja la política activa después de 36 años con una sensación de plenitud e insistiendo en su independencia: "Nunca me diluí y nunca fui un instrumento de nadie"
"He descubierto que hay vida inteligente más allá de los cargos públicos"
"A Griñán jamás le perdonaré que me quitara la Alcaldía de Benalup"
"El gobierno de la Diputación funcionará gracias a Irene García, En política tocar de oído es muy difícil
y José María Román en la Diputación toca de oído"
Benalup-Casas Viejas/Sigue sin defraudar. Si no lo hizo en los 36 años en los que estuvo ocupando cargos públicos, ¿por qué lo iba a hacer ahora cuando lleva dos semanas disfrutando de su jubilación política? Por eso, fiel a su estilo, Francisco González Cabaña sigue dando titulares, quizás también porque continúa analizando la vida y la política con la misma intensidad de siempre.
En esta entrevista, apalabrada desde hace tiempo pero que prefirió aplazar hasta que se constituyeran el Ayuntamiento de Benalup y la Diputación de Cádiz, Cabaña analiza la actualidad del PSOE y los momentos más relevantes de su dilatada trayectoria política. Porque quien habla es un ex edil de Medina Sidonia, un ex alcalde y ex concejal de Benalup, un ex secretario provincial del PSOE, un ex presidente de la Diputación, un ex diputado provincial, un ex diputado nacional y un ex senador. Porque quien habla es una leyenda viva de las últimas cuatro décadas de socialismo gaditano.
–¿Qué sensación tiene tras dos semanas alejado de la política activa después de 36 años?
–Estoy bien porque he descubierto que hay vida inteligente más allá de los cargos públicos. Tengo una sensación de plenitud con lo que he hecho en mi vida, pero también la sensación de que ya estaba bien. No echo nada de menos y no tengo mono de nada. Y creo que tengo derecho a una vida más relajada porque, además, mi situación física es una invitación permanente al cansancio y a la fatiga.
–¿Qué le han dicho estos días sus familiares?
–Pues hace unos meses mi hija fue muy clara. Me dijo que como siguiera en política, ella no volvía a casa. Pero también me lo decían mi madre y mi hermana, que veían que cuando viajaba a Madrid no podía ni con la maleta. Ellos han visto en primera fila mi decadencia física progresiva.
–¿Cuándo decide no repetir en la lista del PSOE de Benalup?
–El verano pasado tuve la tentación de volver a presentarme tras saber los problemas que tenía Amalia Romero (entonces alcaldesa) para continuar. Pero el 23 de diciembre, curiosamente la misma fecha del fallecimiento de Alfonso Perales, moría de manera repentina Miguel Sánchez, mi amigo y mi persona de confianza en el Ayuntamiento durante 16 años. Aquello fue tan triste y me marcó tanto que ese día se echó el telón de la política municipal para mí.
–El PSOE de Cádiz contó con usted este año para la candidatura al Senado pero la dirección federal le terminó apartando. Usted reaccionó sin aspavientos pero no me creo que le diera igual.
–Claro que no. A mí me hubiera gustado repetir, aunque mi idea era que esta nueva legislatura hubiera sido la última por mis problemas de salud. Es que cada viaje a Madrid era una odisea y de ello pueden dar testimonio Landaluce, Menacho o Pepe Ortiz, que los pobres terminaban siendo mis maleteros porque yo ni podía subir la maleta al avión. Quería irme cuando yo lo decidiera, pero no así.
–O sea, que está usted dolido.
–Lo que ha quedado claro este año es que la dirección del nuevo PSOE es enemiga del talento y amiga únicamente de sus amigos. Lo que pasó en ese proceso es que gente que no fue capaz de reunir ni siquiera el 20% de los votos que yo reuní entre la militancia terminaron yendo en las listas. Eso te frustra y te hace pensar que el partido en el que estás no es el que te habían dicho cuando Pedro Sánchez llegó a la dirección. Porque ni por asomo el PSOE es el partido de la militancia, como decían. Yo me quedo con el cariño que me demostró la militancia primero en las asambleas locales y luego en el comité provincial. Un comité provincial al que, por cierto, el pedrismo desprecia.
–¿Desprecio? ¿Por qué?
–Es que llega el comité provincial de Medina en el que hay que votar esas candidaturas y Mamen Sánchez y su gente no aparecen, ni tampoco José María Román, y Fran González se va antes de la votación... Es decir, el núcleo duro del pedrismo en la provincia no comparece en los órganos del partido. Y eso es un desprecio al partido y a la militancia.
–Pues el pedrismo ha terminado salvando a Irene García como presidenta de la Diputación.
–No, no. El pedrismo iba a por Irene García, la querían enterrar viva. Lo que pasa es que a Fran González lo ha apartado la ciudadanía y a José María Román por poco le pasa lo mismo. Y si al final Irene se ha salvado es porque de algo tenía que servir mi sacrificio personal y el de gente como Ruiz Boix o López Gil en las listas para las generales. En Ferraz no se atrevieron a otra boda roja, porque hubiera tenido consecuencias terribles. Además, hubiera sido muy injusto que Irene García hubiese tenido que dejar la Presidencia porque así lo había decidido un tío que está sentado en Ferraz y que sólo escucha a Quico Toscano (alcalde de Dos Hermanas y principal valedor de Pedro Sánchez en Andalucía), a Luis Pizarro y a Rafael Román.
–¿Y funcionará un gobierno de la Diputación con Irene García de presidenta y José María Román de vicepresidente?
–Funcionará pero porque Irene García estará ahí. Yo es que tuve a José María Román de diputado de Hacienda. No lo llevó mal, pero poco más. Él no es un hombre de la provincia. A Irene García la he visto estos cuatro años ir a todos los rincones de la provincia, incluidas las pedanías. Pero Román sólo se sabía el trayecto del Ayuntamiento de Chiclana a la Diputación, y poco más. Es que en política tocar de oído es muy difícil, y José María Román en la Diputación toca de oído.
–Uf, es que me choca escucharle hablar así del griñanismo o susanismo cuando fueron ellos quienes acabaron con usted como alcalde de Benalup y como portavoz del PSOE en la Diputación.
–Es verdad, y además esos griñanistas eran los mismos que integraban mi Colectivo Janda de la década de los 80. Pero les costó acabar conmigo, ¿eh? Aún recuerdo cuando José María Román vino a mi casa a decirme que tenía que dejar la portavocía del Grupo Socialista en la Diputación. Y yo le dije que muy bien pero que todavía no, que iba a aguantar un poco más. Y tuvieron que esforzarse para lograrlo, je, je, je.
–Entonces, a ver si yo me aclaro: usted empieza en el PSOE formando parte del Colectivo Janda, después se hace romanista, forma parte luego del pizarrismo durante muchos años y termina en el susanismo. ¿Eso es evolución o cambios de chaqueta?
–No, no, no. En absoluto. Para empezar yo nunca fui varguista, pero guerrista tampoco. Y por supuesto tampoco fui jamás romanista, entre otras cosas porque nunca me he sentido representado por la figura política de Rafael Román más allá de lo que ha sido trabajar coyunturalmente con él. Yo con Román hice una alianza de intereses orgánicos provinciales de cara a alcanzar la secretaría general del partido a finales del año 2000. Y punto. Romanista es María Jesús Castro pero no yo. Como tampoco he sido pizarrista. Con Luis Pizarro también teníamos nuestras alianzas orgánicas y unas veces nos poníamos de acuerdo y otras no. A Luis siempre le he respetado aunque últimamente ha habido momentos en los que he tenido la tentación de perderle el respeto.
–¿Y por qué?
–Por su obsesión en influir en Madrid a través de Quico Toscano para defender a la gran figura política de la Sierra de Cádiz (se refiere en tono despectivo al alcalde de Villaluenga, Alfonso Moscoso).
–Entonces, ¿con quién ha trabajado usted a gusto en estos años?
–Pues por ejemplo con Manuel Chaves. Con él todo era muy fácil. Digamos que yo he representado una forma de entender el PSOE en la provincia de Cádiz que en cierto modo después ha sido continuado y mejorado por Irene García. Yo no soy de nadie, soy una persona de lealtades compartidas e intento ser coherente con mi forma de ver el partido y las relaciones personales. El fruto de todo eso es que de mis 12 años como secretario provincial, diez de ellos fueron de éxitos continuos en mi partido. Y eso requirió de mucho diálogo interno y de buscar alianzas. Pero nunca me diluí y nunca fui un instrumento de nadie.
–Lo que sí será usted hasta el final será rubalcabista, ¿no?
–Bueno, bueno, es que todo lo que viví con Alfredo es impagable. Aprendí tanto, y eso que yo ya era madurito. Para mí quedan aquellas cenas y aquellas sobremesas hablando de política. Era un maestro y el día que falleció estaba yo solo en mi casa y no podía parar de llorar. En los tiempos que corren, en los que lamentablemente todos los partidos viven más en la coyuntura que en lo estructural, creo que el PSOE es la opción menos mala para gobernar España y sus territorios. Pero si Alfredo estuviera aquí liderando el partido, el PSOE sería la mejor opción para España. De eso estoy seguro.
–Echemos la vista atrás. ¿Usted entra de concejal en Medina en 1983 porque era socialista o para lograr la independencia de Benalup?
–Al 50% cada cosa, creo yo. Yo ya era del PSOE y hasta me habían detenido en Madrid en 1975, cuando tenía apenas 17 años. Después acabé la carrera, me coloqué en un instituto de Alcalá de los Gazules y decidí entrar en política porque el PSOE lo estaba haciendo bien. Y para lograr la segregación, claro.
–¿Y Benalup se hubiera independizado sin usted de alcalde pedáneo?
–Sí, sí. No sé cuándo se habría producido pero Benalup iba a segregarse antes o después porque la realidad era muy contundente. La verdad es que los muros para lograr la independencia eran muy altos, hacía falta mucho diálogo y logramos hacernos fuertes en Benalup con la Candidatura Unitaria. Lo pasamos mal pero la lucha fue firme y lo logramos.
–En 1995 llega usted a la Diputación de la mano de Rafael Román. ¿Qué es lo que más valora y lo que más critica de esa gestión?
–Lo mejor de Rafael fue que supo combatir bien la amenaza de la novena provincia que lideraba en el Campo de Gibraltar Patricio González secundado por Alonso Rojas. Y también Pacheco estaba estirando mucho desde Jerez. Román supo estructurar la provincia sin confrontar los territorios. Eso siempre se lo he reconocido. Por el contrario no me gustó que hiciera una Diputación de grandes eventos y que se olvidara de los pueblos. Eso se lo recriminamos muchos alcaldes y fue lo que yo intenté cambiar durante mi etapa. Menos Mundo Vela y menos Jerez 2002 y más infraestructuras, servicios, dotaciones y equipamientos para los pueblos. Y celebrando con más austeridad y menos pomposidad el Día de la Provincia.
–Los romanistas siguen pensando que usted traicionó a Román cuando llegó a la Presidencia de la Diputación en 2003...
–Qué va. ¡Pero si antes de acabar ese mandato yo ya le había presentado la dimisión a Román! Le dije que no compartía su gestión, que renunciaba al cargo y que me quedaba el último de la fila en el Grupo Socialista para votar en los plenos. Y hay testigos de aquella dimisión. Pero al final no se produjo. Y tras las elecciones municipales de 2003 se aprobó ese relevo con el visto bueno incluido de Pepiño Blanco. Pero no dejamos tirados a Rafael Román. El partido aprobó que siguiera siendo diputado provincial unos meses, hasta que lograra escaño en el Congreso.
–Durante más de una década llevó usted el peso de las negociaciones de los pactos con PA, IP, PSA, IU... ¿Qué recuerdos guarda de esas conversaciones? ¿Todo giraba en repartir sillones?
–No, no, el reparto de sillones jamás era lo prioritario. Sí es verdad que la mayoría de esos líderes políticos presionaban para lograr más inversiones o más contraprestaciones en sus municipios, pero aquello nunca fue un mercado persa. A mí siempre me gustó darle a esos pactos un contenido humano. Procuraba ir más allá de la firma de un documento, buscaba que ese pacto tuviera fluidez en el día a día. Y me quedo con que mantengo una relación magnífica con todos ellos, con Pacheco, Juan Román, Barroso, Hernán Díaz, Antonio Roldán, Patricio, Ignacio García... Y he dicho siempre, y vuelvo a repetirlo, que Manolo de Bernardo y Manolo Prado (ex concejales andalucistas de San Fernando) fueron dos de mis mejores diputados. El fallecimiento de Prado me dolió muchísimo.
–Da la impresión de que deja usted más amigos fuera del PSOE que dentro de su partido.
–No, no creo. Es verdad que tengo grandes amigos en otros partidos, pero también en el PSOE. Lo que pasa es que las peores son siempre las guerras intestinas. Son las que causan más heridas.
–Pero se ha alejado de socialistas que trabajaron con usted codo con codo como los Román (Rafael y José María), Paco Aído, Alonso Rojas, José Luis Blanco...
–Depende. Con los Román jamás se recuperará la relación, y con Alonso, nada de nada. Pero Paco Aído y yo sí hemos estado hablando, y con Pepe Blanco también. Al final nos pudo más el pasado común que aquella salida de tono que tuvo contra mí.
–¿Su peor adversario político ha sido Antonio Sanz?
–Prefiero decir que Antonio Sanz ha sido mi rival por excelencia. A veces la lucha entre nosotros era encarnizada pero era lógico debido al bipartidismo tan fuerte que existía. Pero no puedo decir que no lo pueda ver. Todo lo contrario, nos tenemos un respeto enorme. El año pasado coincidimos en el Senado y me jodió ver cómo le trataba su partido, porque no se lo merecía. Creo que no tengo un enemigo irreconciliable fuera del PSOE. A lo mejor lo tengo dentro.
–¿Sigue pensando que el PSOE perdió la Diputación de Cádiz en 2011 por culpa de Pilar Sánchez?
–No tengo la menor duda. Es que yo tenía los datos. Es que había encuestas varias y fiables que decían que en Jerez pasaríamos del 51% de los votos al 18%. Y al final bajamos al 14%. Mantener a Pilar Sánchez como candidata a la Alcaldía era un suicidio, y así fue. Yo no le tengo a ella ninguna animadversión y me alegro que esté encontrando una salida a sus problemas, pero políticamente nos hizo perder la Diputación. Lo que pasa es que hubo gente como Griñán o Susana Díaz que creyeron que lo mío era una batalla interna, pero los datos estaban ahí. Yo busqué al mejor candidato, que era Manolo González Fustegueras y que podía haber resistido el tsunami azul. Pero no se me hizo caso. Y a esto hay que unirle que hubo alcaldes que optaron por la retirada en los peores momentos del partido, con esa moda del “yo ya estoy cansado”. Eso no lo entendí y también terminó influyendo.
–Entre 2011 y 2012 tuvo que dejar usted la Alcaldía de Benalup. la Diputación de Cádiz y la secretaria provincial del PSOE. ¿Lo que más le dolió fue lo de la Alcaldía?
–Indiscutiblemente. La Diputación la tenía que dejar antes o después para dedicarme al Congreso, y la secretaría general también tenía fecha de caducidad. Pero tener que dejar la Alcaldía jamás se lo perdonaré a Griñán. Y lo peor no es que fue contra mí sino contra la voluntad de un pueblo que en los momentos más complicados para el PSOE había revalidado su confianza en este partido y en Paco Cabaña con otra mayoría absoluta. Esa fue la pequeña venganza de Griñán contra mí.
–¿Qué balance realiza de sus siete años y medio en las Cortes?
–El Congreso es más competitivo y mi portavocía de Asuntos Iberoamericanos tampoco aportó muchas cosas. Pero mi etapa en el Senado sí la valoro más como portavoz de Interior. Me quedo con que a las pocas horas de saberse que no repetiría en las listas, un policía nacional de Jupol me llamó para darme las gracias por haber sido el interlocutor entre ellos y el PSOE. Esos detalles no se olvidan.
–¿A qué se va a dedicar ahora?
–Puedo parecer simplista, lo reconozco, pero las dos cosas que me llenan ahora mismo son mi familia, ampliada hace un año con una segunda nieta, y el Cádiz C.F. Aquí estoy, intentando que el equipo vuelva este verano a Benalup para hacer la pretemporada.
–¿Y volverá a dar clases?
–Yo ya he vuelto al instituto pero ahora estoy de baja médica. Tengo una espondilitis anquilosante severa y la operación de 2015, aunque salió bien, me ha dejado unas secuelas que se van agravando con el tiempo. Creo que no voy a volver a un aula, por problemas de salud y porque ya he superado los requisitos para poder jubilarme, porque tengo 61 años y he superado ya los 39 años y medio de servicio.
–¿Se arrepiente de algo?
–Con el paso del tiempo uno va reconociendo errores. Pero de lo que me arrepiento claramente es de haber puesto la política por delante de mis hijos y de mi mujer hasta el año 2007. A partir de ese año, y tras enviudar, me volví más reflexivo, lo relativicé todo, pasé a tener una visión más sosegada de la vida y pasé a tener el sentimiento de que estaba en deuda con mis hijos, con mi familia, con mi madre y con la memoria de Lola.
–¿Y de qué está más orgulloso?
–De mi pueblo, del Benalup de hoy, de su independencia, de su crecimiento y de la mejora de los servicios. Y también de haber podido reaccionar en 2007 para convertir a mi familia en lo más importante de mi vida.
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