Hernán Díaz, el jardinero fiel más inesperado
Historias de Cádiz-Herzegovina | Capítulo 17
En 1999 el alcalde independiente de El Puerto fue noticia al destrozar una rosa en un mitin. Sólo dos años después era socio del PSOE primero en la Diputación y luego en el Ayuntamiento
Con su pacto con IP Román y Cabaña desactivaron una posible moción de censura en la Corporación provincial
Hernán Díaz: "He pagado un precio demasiado alto"
Arriesgaron, vaya que si arriesgaron, pero les salió bien. O eso es al menos lo que dijeron entonces casi todos los críticos musicales de la época y es en cierto modo lo que siguen repitiendo hoy, 32 años después, las emisoras de radio que con cierta asiduidad siguen repitiendo aquella canción de Mecano.
En 1992 el grupo que conformaban Ana Torroja y los hermanos José María y Nacho Cano llevaban ya unos años, casi una década, en la cresta de la ola. Y el nuevo trabajo que sacaron a la luz ese año, titulado Aidalai, no hizo sino acrecentar su liderazgo. Pero en ese disco optaron por arriesgar y no quedarse encasillados en las baladas y el pop que les dieron tanto nombre. Y le abrieron la puerta a la rumba flamenca.
“Y cuando abrí la mano y la dejé caer, rompieron a sangrar las llagas en mi piel, y con sus pétalos me las curó mimosa, que una rosa es una rosa, es una rosa”. Dicen que al componer esta canción, Una rosa es una rosa, José María Cano se inspiró en una frase de la escritora estadounidense Gertrude Stein. Y cuentan también que como la rumba flamenca era un género que jamás habían tocado, que les causaba respeto y que querían que sonara lo más natural posible, los de Mecano decidieron reunirse de gente que supiera del tema y que les asesorara, algo que quedó constatado tanto en la producción final del tema como en el videoclip oficial, que se grabó en la aldea de El Rocío y en la playa de Matalascañas, en el término municipal de Almonte, en Huelva.
Una rosa hizo rumberos en 1992 a los tres cantantes famosos de Mecano y apenas siete años después, en 1999, otra rosa hizo famoso al entonces alcalde de El Puerto de Santa María, Hernán Díaz Cortés, que un día de la campaña de las elecciones municipales de ese año se levantó más rumbero de lo normal.
En 1999 Hernán Díaz llevaba ocho años como regidor de El Puerto –los cuatro últimos con una mayoría absoluta incuestionable– y como líder de la formación Independientes Portuenses (IP). Bastante atrás quedaban ya sus años como militante y como concejal primero de Alianza Popular y luego del Partido Popular.
En esos comicios de 1999 Hernán Díaz buscaba como fuera conservar su mayoría absoluta y eso pasaba por culpar de todo al PP y al PSOE. Y en un mitin de esa campaña le tocó la china a un Partido Socialista que entonces gobernaba en la Junta de Andalucía y en la Diputación de Cádiz. “No quiero pactos con nadie porque nosotros no somos ni de derechas, ni de izquierdas, somos totalmente independientes”, gritaba el líder de IP desde el atril. Y a renglón seguido enseñaba una rosa que destrozaba a golpes, culpando así al PSOE de todos los males que tenía este municipio.
“Quería que se grabara y que saliera en las fotos, por supuesto que sí. Por eso nos miró fijamente a los cámaras que estábamos allí cuando destrozó la rosa. Sin hablarnos parecía preguntarnos si nos había dado tiempo de grabarlo y de fotografiarlo. Lo tenía todo previsto”. Quien habla es Fito Carreto, fotoperiodista hoy ya retirado, con una trayectoria profesional de casi 35 años en Diario de Cádiz y que fue quien captó la imagen que ilustra esta información. “Claro que me acuerdo de ese momento. Fue en el antiguo edificio de Portomoda, en la calle Larga, y fue impactante ver a Hernán así”, rememora Carreto.
Entonces no había redes sociales pero pese a ello la imagen del alcalde de El Puerto destrozando una rosa en pleno mitin corrió por todas las cadenas de televisión y por todos los periódicos para convertirse en noticia de calado nacional, con el consiguiente enfado de todos los dirigentes del PSOE para los que su rosa no es sólo su logotipo, sino su emblema y parte de su historia.
La cruzada del alcalde de El Puerto surtió efecto pero sólo a medias, porque las urnas le otorgaron ese 1999 su tercera victoria consecutiva en unas municipales pero dejándose por el camino seis de los 16 concejales que tenía. Es decir, que tenía que decir adiós a la mayoría absoluta que había disfrutado en los cuatro años precedentes.
Pero esta incomodidad desapareció de manera milagrosa a mitad de mandato, cuando en septiembre de 2001, y de manera totalmente imprevista, Francisco González Cabaña, que llevaba pocos meses como secretario general del PSOE de Cádiz, llamaba a Hernán Díaz y le invitaba a formar parte del gobierno de la Diputación.
Ver para creer. El PSOE y la gente de Hernán negociaban un pacto de gobierno cuando unos y otros se habían dicho de todo en los últimos años. “IP es un proyecto agotado que no tiene sentido en el siglo XXI”, había dicho pocos meses antes el líder de los socialistas gaditanos. Y la candidata del PSOE en El Puerto, Consuelo Gamero, decía siempre que podía que Hernán Díaz era un dictador y que sufría constantemente “ataques de cólera y cutrerío”. Y el alcalde respondía a Gamero diciéndole que a ella el PSOE “le pagaba con fondos públicos” como asesora en la Diputación.
Pero, ya se sabe, en política cuando interesa uno no recuerda bien si dijo digo, Diego, daga, drago o Dragados Construcciones. Así que el alcalde de El Puerto no lo dudó: tras disculparse públicamente por el histórico destrozo de la rosa firmaba el pacto con el PSOE, situaba al frente del Patronato Provincial de Turismo a su hija María del Carmen Díaz Cantos, que era la diputada provincial de IP, y aparte arrancaba de la dirección provincial del PSOE el compromiso de que los ediles socialistas en El Puerto iban a enterrar el hacha de guerra contra él, como así fue. Digamos que a Hernán Díaz, al igual que le había pasado a José María Cano, una rosa había hecho que rompieran a sangrar las llagas en su piel, pero con sus pétalos esa misma rosa socialista se las curó mimosa al poco tiempo.
Los mimos que rápidamente tuvo que dedicarle el PSOE a Hernán Díaz surgieron en el despacho de la Presidencia de la Diputación de Cádiz, a cuyo titular, el socialista Rafael Román, parecía que le visitaba muy a menudo el fantasma de una moción de censura. Porque el mandato que se inició en 1999 y que se suponía que iba a ser cómodo gracias al pacto con el PA se fue complicando cada vez más. Primero el PSOE tuvo que expulsar del grupo a Agustín Cuevas por su implicación en el soborno conocido como caso Sanlúcar, después la dirección del PA le exigía a Román que destituyera y mandara al grupo mixto a los tres diputados pachequistas de Jerez que estaban resucitando las siglas del PSA, y para colmo el PP fichaba a los dos alcaldes que el GIL tenía en la provincia, primero al de San Roque (Fernando Palma) y luego al de La Línea (Juan Carlos Juárez).
Jamás se rumoreó nada de una moción de censura que nadie veía... nadie salvo Román, que rápidamente pidió a su vicepresidente, González Cabaña, que sondeara la opción de Hernán Díaz para apuntalar su gobierno. Y la firma de ese pacto –que no era “ni antinatural, ni ilegal, ni indigno, ni malo para los ciudadanos de la provincia”, dijo Román– terminó por alejar cualquier atisbo de moción de censura. Eso sí, los socialistas tuvieron que ver cómo tras su alianza con Hernán Díaz IU rompía el acuerdo de colaboración que tenía con ellos en la Diputación. Su diputado, concejal de El Puerto y coordinador provincial, Ignacio García, acusaba al PSOE de “pactar con la extrema derecha” porque, decía, “IP está más a la derecha que el PP”. Pero el PSOE no se inmutó.
De repente Hernán Díaz se convertía en el jardinero más inesperado de las rosas del PSOE en la Diputación. Y fue además un jardinero fiel por cuanto su alianza con los socialistas se ampliaría tras las elecciones municipales de 2003, repitiéndose en la Corporación provincial pero extendiéndose incluso al Ayuntamiento de El Puerto, donde IP había vuelto a ganar en las urnas manteniendo sus diez concejales de cuatro años atrás. Los concejales socialistas, con Consuelo Gamero al frente, entraban en el gobierno que presidía Hernán Díaz. Increíble pero cierto. Y Gamero lo justificaba diciendo que se trataba de “un cambio de estrategia”. Y se quedó tan pancha.
El pacto entre el PSOE e IP se extendió hasta las elecciones municipales de 2007, cuando la formación independiente se cayó con todo el equipo. Un año antes, en julio de 2006, Hernán Díaz se había visto obligado a dejar la Alcaldía después de que la Audiencia Provincial ratificara la sentencia del Juzgado de lo Penal número cuatro de Cádiz que le inhabilitaba para ocupar un cargo público por espacio de siete años tras ser condenado por prevaricación en el llamado caso Fuentes. Pero ni siquiera este relevo, con la llegada de Fernando Gago a la Alcaldía, hizo que el PSOE rompiera su alianza con IP.
Hernán Díaz acabó en ese 2006 su carrera política, aunque no el rosario de causas judiciales que aún le persigue. Hoy, cuando está a menos de un mes de cumplir los 84 años de edad, es habitual verle paseando tranquilo por la calle Larga y por buena parte del centro de El Puerto, la ciudad que gobernó a su modo durante 15 años. Nadie le ha visto con una flor en la solapa.
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