Los Hombres G conquistan el espacio temporal

El grupo liderado por David Summers ofrece un espléndido concierto en Concert Music Festival donde realizan un repaso a lo mejor de su extensa discografía

David Summers y Dani, durante un momento del concierto de ayer de Hombres G en Concert Music Festival.
David Summers y Dani, durante un momento del concierto de ayer de Hombres G en Concert Music Festival. / Miguel Gómez

Cádiz/La primera vez que los vio tenía 15 años. Sus padres la llevaron a la explanada de la Telegrafía sin Hilos para que pudiera tener cerca a ese amor adolescente con cara de pijito, con voz de pijito y ademanes de pijito que la tenía embelesada. Saltó, gritó, bailó, cantó y se lo pasó de puta madre. Podría decirse que el de aquel día es uno de esos recuerdos esenciales que se nos quedan tatuados en el alma. Anoche, en el recinto de Sancti Petri, Diana, la mujer de medio siglo, volvió a reír como aquella niña, puso cara de niña, cantó con voz de niña y bailó como una adolescente. Esta vez no eran sus padres sino yo quien la acompañaba. Un amor elegido. No fui el único uncido con su cariño. La rodeaban esas hermanas que no les concedió la providencia sino el destino: las Noelias, la rubia y la morena; Raquel, Carmen, María José, Montse..., todas rejuvenecidas por el influjo de la música de un grupo sin cuya existencia sería imposible entender la música española de los 80. Quizá el rey del pop sea Michael Jackson, pero sin duda el monarca del vámonos que nos vamos patrio son David Summers y sus compinches. Unos tipos que llevan en su escudo de armas una gran G. G de Grandes, no de gilipollas, que nadie se confunda.

A ver, el tiempo no pasa en balde. El guapito tiene el pelo blanco, para qué nos vamos a engañar; Rafa, Dani y Javi no son unos pibitos, pero cuando están sobre el escenario parecen haber bebido de una pócima mágica de Panoramix y contagian su entusiasmo. Lo más extraño es que no sólo los puretas flipamos con sus canciones, sino que la chavalería veinteañera entona letras que parecen reservadas a quienes peinan canas o, directamente, han decidido cortar por lo sano y raparse el cuero cabelludo para enmascarar lo inevitable. Un calvo es un calvo por más que se rape.

Los Hombres G siempre han tenido un puntito gaditano. “Mi Cádiz de mi alma”, dijo David a poco de agarrar el micrófono, vestido de negro, camiseta negra, pantalones negros de pitillo, un puntito de rebeldía ante la década sexta. Los 60 son los nuevos 50, ¿o no?

Pero David no pierde esa mirada traviesa que humedecía los sueños de las niñitas de los 80. Así que el tío, ahí donde lo ven, con su guitarra a cuestas, empieza fuerte. Voy a pasármelo bien, entona. Y el recinto de Concert Music Festival se viene abajo. Hay ganas de jarana. Vamos a pasárnoslo bien, joder. Qué demonios. Que la vida son dos días.

Estamos cerquita del caño de Sancti Petri, pero David es capaz de ver chicas cocodrilos con aires africanos. Has sido tú, ¿te crees que no te he visto? En el Bongo no se cabe. Las carteras de piel de caimán afloran para pagar las copas a mujeres de banderas que no se quieren perder el concierto del puente de agosto. El acento de Cádiz se difumina entre tanta ese. Mucho madrileño con coche grande. ¿Aónde vas a aparcar ese tanque compare? Engaaaa… David entona Chico tienes que cuidarte y parece mirarme a los ojos. Ya, ya, ¿qué me vas a contar?, si cada analítica es un drama.

Pero menos mal que te tengo a ti. Si yo no te tengo a ti... Si no estás cerca de mí... Si no me besas ni abraza... ¿Qué será de mí sin ti? ¿Si yo no te tengo a ti? ¿Para qué quiero vivir? Si yo no te tengo a ti... Pues eso. Que si no te tengo a ti todo es una mierda.

Una de las cosas buenas de Hombres G es que todo no empieza y acaba en David. Por eso, en medio del concierto, Javi deja las baquetas de su batería y entona No te puedo besar. Jo. Y todos iniciamos un viaje en el tiempo que nos lleva a 1986 y a ese primer álbum, cuando ellos no tenían canas y yo tenía flequillo. Qué desagradable el paso del tiempo. Puaj. Y los tíos se ponen románticos y cantan Dos imanes, y Lo noto y, ya en el colmo del pasteleo, Te quiero, que es coreada por las miles de personas que abarrotan el recinto chiclanero. Venga va, la mayoría son pijitos con sus camisas de Scalpers, pero es que la canción se las trae. Te quiero, te quiero, te quiero y no hago otra cosa que pensar en ti, sólo vivo y respiro, para ti… En fin, un jodido amor obsesivo de estos que te quitan las ganas de vivir pero que quedan de puta madre en una canción.

Hay un respiro y la gente se lo ve venir. Los acordes lo anticipan. Es inútil que sigas mintiendo, a mí no me puedes engañar… Suena Indiana. Indiana, Indiana, ¿no sabes decir otra cosa?, ya me tienes hasta la banana. Qué guapo. Diana y sus amigas dan brincos. Diana, Diana, ¿no sabes decir otra cosa? Y es que hoy será un día especial. Estamos en Chiclana, que no es Nasau ni falta que nos hace, porque para qué queremos estar en las Bahamas si ya aquí no se cabe. Además, hemos pasado de la medianoche. La luz de la luna se filtra entre los focos del escenario del Concert, uy perdón, que se me ha colado el del, de Concert Music Festival, que aquí todos somos anglófonos y nos manejamos en la lengua de Shakespeare. Ser o no ser, he ahí la cuestión.

La cuestión es que David y sus colegas nos piden que nos soltemos el pelo (quien pudiera), que visitemos su bar, eso sí que nos encanta, porque hay que ver lo que gusta en Cádiz un bareto, y pone a toda la peña a cantar que Marta tiene un marcapasos que le anima el corazón y al que no hay que darle cuerda porque es automático. Jo, qué chulada.

Los tíos se largan después de la arritmia cardiaca pero la gente sabe que es un sí pero no. Así que el público, entre el que hay muchos cadistas que se lo han visto venir y han preferido el marcapasos de Marta al ataque de miocardio del Carranza por el repaso del Zaragoza, los reclama a gritos. Faltan algunos temas míticos. Así que Javi sale y se pega un solo operístico que le echa cojones a Pavarotti. Io sono il capone della mafiaaaaa… Pufff… Y hasta la grada se pone de pie y se pega un meneo. Io sono il figlio della mia mamma… Subidón de adrenalina pureta. Y la gente que me rodea, que ya tiene unos años, de repente rejuvenece 30 tacos. Y todos estamos en el Buri dando saltos. Y bailando. Y gritando. It’s magic, que decía Freddie Mercury.

Pero la magia se acaba. Sufre mamón, devuélveme a mi chica. Sufre pureta, vuelve a tu década. Los Hombres G alzan las manos y se despiden. Hasta la vista mamones. A casa. Ja. Pero los puretas se van a la discoteca de Concert Music Festival. La noche es joven. Y los viejos rockeros nunca mueren.

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