Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
Coronavirus en Cádiz
Toque de queda. Es difícil construir una frase más triste con sólo tres palabras. Mientras el Gobierno y las autonomías estudian cómo endurecer las medidas para bajar la curva de la segunda ola de contagios por coronavirus, sectores como la hostelería observan con las carnes abiertas el que puede ser el golpe de gracia para su economía. Países como España, Francia o Italia, donde el turismo es uno de sus grandes motores, están actualmente en el ojo del huracán de una pandemia que no parece tener fin. El paréntesis veraniego, ese salgan y disfruten entonado alegremente por Pedro Sánchez, parece ahora muy lejano. Hay 11 comunidades en riesgo extremo o alto por contagios, entre ellas Andalucía, donde el miércoles se registraron 3.442 positivos en sólo 24 horas. Juanma Moreno ya indicó que la Junta estaría dispuesta a avalar el toque de queda como medida más drástica. A las diez de la noche todo cerrado. A casa. El Gran Hermano de Orwell en versión siglo XXI provocado por un virus con una tasa de mortalidad del 1% pero un poder de expansión desconocido. La pesadilla temida y reflejada en series y películas convertida en dura realidad.
Pero, mientras el ministro Illa ya pide abiertamente a los ciudadanos que salgan de sus casas lo indispensable, la hostelería de la provincia se prepara para lo que puede ser el golpe de gracia a sus negocios, al menos si no consiguen reinventarse. Porque quizá de lo que se trata es de modificar nuestros hábitos fiesteros.
Antonio de María, presidente de Horeca, la patronal hostelera de la provincia, volvía este jueves de Sevilla, donde ha mantenido una reunión con representantes de la Junta y de otras organizaciones de hostelería de provincias afectadas por el covid, como Granada, Málaga o Sevilla. La preocupación es manifiesta. “Les hemos explicado a los dirigentes de la Junta que si tenemos que cerrar a las diez de la noche perdemos las cenas y que los restaurantes estarían abocados a un periodo de sufrimiento tremendo. Les hemos propuesto cerrar a las doce, una hora antes de lo que se hace ahora, y que desde las once ya no se puedan aceptar clientes. Pero al menos eso nos permitiría que las personas que quieran empezar a cenar a las nueve y media o las diez de la noche puedan hacerlo”.
De María piensa que en el sur de la península es complicado adoptar horarios europeos. “Aquí a las ocho de la tarde no estamos pensando en cenar, tenemos el regusto del último trago del café todavía en la boca. Todo va también con el clima. Entendemos la emergencia sanitaria, pero en el sur la situación es diferente incluso con respecto al norte de España”.
Recuerda Antonio de María que el ocio nocturno ya bajó la baraja hace tiempo. “Las discotecas están cerradas, la hostelería lo hace a la una de la mañana, ahora reducir aún más el cierre, ponerlo a las diez de la noche, puede ser complicado”. Y eso que reconoce que “desde que empezaron las reestricciones horarias más o menos ha habido gente que se ha adaptado, se sale antes. Nosotros abogamos al menos por permitir que las personas que han empezado a cenar a las nueve y media o las diez de la noche puedan hacerlo tranquilas hasta las doce”.
Más pesimista es Raúl Cueto, propietario de establecimientos como Arsenio Manila, Musalima, Nahú o Bebo Los Vientos. “La gente no va a cenar a las ocho. Si se va a tomar esta medida para frenar los contagios habrá que hacerlo, pero que tengan claro que si la gente no se reúne en los bares y restaurantes lo hará en casas particulares”.
Cueto cree que con el toque de queda a las diez de la noche “se pierden las cenas, eso está claro, sería casi preferible trabajar solo medio turno y a las siete de la tarde cerrar”. Y lo explica. “Nosotros seguimos abiertos pero hay compañeros que igual cierran un rato tras el almuerzo y abren a las siete de la tarde. Ahora, si finalmente imponen el toque de queda, que tiene toda la pinta, no les va a merecer la pena abrir para dos horas, no les va a compensar”.
Raúl tiene claro que esta medida “se carga a la hostelería. Además yo no soy político ni científico pero no creo que sea el camino más acorde, porque la gente al final se va a reunir en las casas, sobre todo los jóvenes. En cuanto que un soltero tenga una casa propia ahí se pueden meter un montón de gente, sin medidas de seguridad, de hecho estamos viendo que un alto porcentaje de contagios se está dando en las reuniones sociales entre amigos y familiares, mucho más que en la hostelería”.
Cueto incluso se pregunta en voz alta si en vez del toque de queda no sería más efectivo prohibir la venta de alcohol desde horas antes o elevar la edad para poder consumirlo. “Está claro que ante todo está la salud, pero si nos quedamos sin poder dar las cenas las pérdidas económicas para el sector van a ser cuantiosas”.
Reconoce, eso sí, que cada vez más se está imponiendo el modelo europeo. “La gente toma copas por la tarde. Sale a almorzar y luego prosigue. El otro día, con el partido del Cádiz en Madrid, las terrazas del Paseo Marítimo estuvieron llenísimas hasta las nueve de la noche y luego se vaciaron y la noche fue muy tranquila”.
También opina que igual los bares de tapas no tendrían tanto problema con el toque de queda pero que los restaurantes sí. “A los restaurantes te los cargas. Pierdes la cena. Habría que adaptarse pero va a ser complicado”. Incluso aboga Cueto porque no se mida con la misma vara a todos los territorios. “En Cádiz no tenemos la misma tasa de incidencia que en Navarra, ni siquiera se parece a la de otras provincias andaluzas. Entonces yo creo que todo eso habría que mirarlo bien, porque, repito, aunque nosotros no podamos dar de cenar a un grupo de amigos, estos quedarán en una casa particular. Es difícil prohibir que la gente se relacione, sobre todo los jóvenes”.
Pepe Ruiz, de la Taberna El Manteca, nos cuenta que ya ha notado un cambio de tendencia en sus clientes. “Realmente estamos viendo que la gente viene más temprano, nosotros de hecho llevamos un tiempo que abrimos a las ocho de la tarde en vez de a las ocho y media, y mi hermano Tomás y yo hemos comentado que en caso de que se instaure el toque de queda adoptaríamos un horario ininterrumpido, para que la gente pueda echar la tarde aunque haya que cerrar antes”.
Los hermanos Ruiz, que hace bien poco han abierto frente a su histórica taberna un freidor que está funcionando fenomenalmente, hablaba de que en Cádiz “estamos viendo que la gente empalma cada vez más las mañanas con las tarde-noches. Están cambiando las costumbres. Igual no nos queda otra que a adaptarnos, ni a los clientes ni a los hosteleros”.
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