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"El hotel es el menor de nuestros problemas"

Vecinos de El Palmar, en Vejer, se muestran a favor del proyecto hotelero y denuncian la situación actual del enclave · Creen que puede aportar riqueza y critican que la plataforma ecologista no se haya preocupado hasta ahora de ellos

Una imagen de turistas tomando el sol en la playa de El Palmar tomada hace tan sólo unos días.
M. Muñoz Fossati / Vejer

01 de abril 2010 - 01:00

El gran problema es que para los de fuera El Palmar es una playa. Montse Molina, presidenta de la AMPA del colegio, hace el retrato: "En El Palmar vive gente, hay niños, hombres, mujeres, todavía unos pocos viejos agricultores, caminos sin asfaltar, una comunidad educativa, un colegio con clases y actividades, empresarios, casas aún ilegales pero que pagan su contribución urbana, conflictos entre vecinos..." Pero si preguntas a sólo unos kilómetros de este poblado, El Palmar es sólo una playa, magnífica y golosa para el negocio, eso sí. El Ayuntamiento incluso se cuida de usar su nombre tradicional y le llama Vejer Costa.

Aunque quisieran, aún los vecinos de El Palmar no se han podido quitar el aire de pioneros en un territorio que es un paraíso para muchos, y que ellos consideran terreno abandonado. El miércoles por la tarde, una veintena de ellos, representantes de asociaciones, veteranos y resistentes agricultores, madres luchadoras por un colegio digno, se reúnen en la precaria pero digna sede de la Asociación de Vecinos Santo Domingo de la Calzada para contarle al periodista lo que piensan.

Se decepcionan un poco cuando se enteran de que las preguntas principales girarán en torno al proyecto hotelero que está previsto en la zona, porque ellos quieren hablar de sus problemas, muchos problemas en una larga historia de relación con la legalidad, todavía lejos de terminar. "¿Qué pasa, que el hotel es lo único importante?", protesta Carmen Navarro, una maestra con 22 años de experiencia en el colegio de El Palmar, otra lucha digna de contarse.

Pero, con algunos reparos, se avienen a la actualidad periodística. "¿El hotel? Yo no estoy en contra", dice Pedro Guerrero, septuagenario y escritor de una Historia de El Palmar, y al que todos escuchan con atención. "Yo quisiera saber por qué los ecologistas no quieren los hoteles, si eso va a dar puestos de trabajo y va a ser bueno para todo el mundo, para los hijos, para los nietos". Su súper tocayo y coetáneo Pedro Guerrero Barroso abunda en la misma tesis: "Es bueno que se dé otra imagen de El Palmar, que venga gente de fuera. Además, yo lo que creo es que somos los palmareños quienes debemos decidir. No veo por qué una plataforma con 50.000 firmas tiene que decidir nuestro futuro". "Que vengan y nos pregunten", reclama el otro Pedro.

"Ya han venido, estuvieron aquí el otro día -le informa- y te digo la verdad, nos pusieron a los palmareños de analfabetos, como si no supiéramos de nada y ellos trajeran el Evangelio. Y yo digo que el primer ecologista soy yo. Dijeron que iban a poner un macroproyecto, que iban a traer las cuadrillas de fuera, y que los clientes no iban a gastar nada en El Palmar, pero yo digo que siempre tendrá sus beneficios un proyecto como ése".

El presidente de la Asociación de Vecinos, Luis Alférez, es más directo con la plataforma que está en contra del proyecto hotelero: "¿Por qué no se han preocupado antes de El Palmar los ecologistas, si llevamos décadas sin luz, sin agua, con los caminos que no se puede andar?". Los ecologistas desde luego, no salen bien parados de la conversación. "¿Cómo saben ellos que es un macrohotel lo que van a poner?, pregunta Luisa, de la misma Asociación. Lorenzo Núñez, otro veterano nacido y criado, dice que "ya es hora de que dejemos de estar abandonados, y el hotel puede hacer que tengamos buenos servicios, agua, caminos en condiciones...". "El agua la tendremos antes que el hotel", le contesta confiado Luis Alférez.

Manuel Molina también es palmareño de rancio abolengo, de los últimos que cultivan la tierra ("para mí y para mi negocio"), y propietario de la Venta Molina. Él también podría escribir un libro, pero que versara sobre los clientes que ha tenido en su negocio, ministros, consejeros, artistas. "A mí me parece que el hotel nos puede beneficiar, pero yo quiero que a nosotros, los hosteleros de siempre, nos traten igual de bien que a los dueños del hotel. A nosotros nos ponen dificultades y a ellos facilidades. De los ecologistas, sólo diré que el ecologismo lo único que da a Andalucía es pobreza, y que si el hotel da riqueza, que empiecen ya", afirma, pero avisa de que si los palmareños quieren trabajar ahí tendrán que formarse.

Manolo Borrego, presidente de la Asociación de Vecinos El Espinar, es de esos palmareños de nueva generación, es decir, gente nacida en otros lugares pero propietarios de una parcela en la playa y que también están en su lucha particular. Él dice que no está en contra del hotel, "pero no vayamos a pensar que van a contratar a medio Palmar ni que van a resolver el asunto del trabajo".

En su turno de palabra, Juan José Sánchez, propietario del afamado Restaurante Francisco, reclama también del Ayuntamiento "el mismo empeño que está poniendo con el hotel" para los hosteleros de toda la vida de la zona. "Somos ciudadanos con los mismos derechos a abrir el grifo y a que salga agua, como tiene el que vive en Cádiz o los que vayan a venir a los hoteles", reclama, a la vez que señala al Ayuntamiento como culpable de la situación actual.

Miguel Moreno, presidente de la Asociación de Comerciantes, pone el acento también en el "desamparo" que ha sufrido El Palmar durante años. "La Administración ha sido también cómplice de esta dejadez, y la ha consentido -dice-, porque lo normal es tirar las casas ilegales cuando se están construyendo, no diez años después". Miguel es constructor, y admite que él "vive del ladrillo" con lo cual no puede estar en contra de la construcción de un hotel. "La construcción no es mala, yo soy de la obra, a mí me ha dado de comer y a mucha gente, lo único es que hay que controlarla. Los ecologistas tienen razón en una parte, en que es mejor un turismo pequeño y rural. El Palmar debe seguir como hasta ahora, pero controlado. Todo el desarrollo no puede venir con los hoteles, se debe dejar a la gente de El Palmar que gestione su futuro".

Luis Alférez, propietario también del restaurante que lleva su apellido, habla haciendo ostentación de su cargo en la Asociación de Vecinos: "No somos quiénes para dar licencia a los hoteles. Si el Ayuntamiento de Vejer quiere darla, que la dé. Nosotros estamos a favor. Otros pueblos tienen sus hoteles en la playa, Chiclana, Zahara... Digo yo que no será tan malo ¿por qué nosotros no podemos?".

No por eso Alférez deja de reconocer una evidencia, y entonces entra en el asunto que realmente trae sin dormir a la mayoría de la gente palmareña: "El Palmar estaba agonizando turísticamente de la manera que se estaba edificando. Ahora tenemos una oportunidad con las normas del PERI, que son difíciles, que van costar dinero, pero que hay que ser consciente de lo que ha pasado, que ha construido cada uno a su manera". "Eso llega tarde", se lamenta Juan José Sánchez, que insiste en acusar al Ayuntamiento. "Pero tenemos que aprovechar y negociar", tercia Miguel Moreno. Los hoteles no molestan a los palmareños, sino otras cosas.

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