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"Si inconscientemente le he hecho daño a alguien, le pido perdón"

"Sí, me veo en prisión, aunque a mí no me tienen que reinsertar porque no he robado" "No quiero dar pena pero sí pido respeto. Soy una persona y no una piltrafa"

Eva Corrales gesticula durante la entrevista con este periódico, en el salón de su casa.
Fco. Sánchez Zambrano Rota

21 de agosto 2016 - 05:01

En un piso de 68 metros cuadrados de la calle Álvaro Méndez de Rota, una mujer está empeñada en mantenerse en pie. Está hecha a la idea de que, salvo milagro, en poco tiempo entrará en prisión para cumplir los cuatro años y medio de reclusión impuestos por la Audiencia Provincial y el Tribunal Supremo, que han apreciado prevaricación y falsedad documental en el conocido como caso Horas Extras. Pero Eva Corrales, que dejó la Alcaldía de Rota y la política hace 14 meses, ni quiere, ni puede hundirse. En el salón de su casa se sincera ante DiariodeCádiz. Llora, sí, pero también encuentra hueco para la risa. Y aunque insiste hasta la extenuación en su inocencia, no duda en pedir perdón por si ha hecho daño a alguien, aunque fuera inconscientemente.

-¿Miedo por la condena o esperanza con la solicitud de indulto? ¿Cuál es el sentimiento que manda ahora en su vida?

-Manda la incertidumbre, mucha incertidumbre. Ni tengo, ni he tenido jamás sentimiento de miedo, porque tengo la conciencia tranquila. Cuando una sabe que no ha hecho las cosas mal de manera consciente, pues lo que hago es darle vueltas a la cabeza y pensar qué ha pasado, cómo hemos llegado a esta situación. Por lo visto se estaban haciendo las cosas mal en el Ayuntamiento desde hacía mucho tiempo, administrativamente hablando. Eso es lo que han opinado la Fiscalía y los jueces, y yo eso no lo voy a discutir. Eso sí, no puedo reconocer una culpa que no existe porque nadie en el Ayuntamiento, ni los funcionarios, ni los políticos, actuamos jamás de mala fe. Nos condenan a todos por encargar las bandas de las damas, una compra puntual de los trajes de los maceros y los reposteros y los pendones para engalanar los edificios municipales en las fiestas señaladas. Y tengo claro que yo no entré en política para cambiar los pendones, sino para transformar mi ciudad. Aquí nadie ha robado y eso queda clarísimo en la sentencia. A partir de ahí sólo queda esperar, confiar en que alguien termine poniendo cordura. Y en cuanto a la solicitud de indulto, aún no la he presentado porque tenía claro que no quería que se pisara con la de los funcionarios condenados, para no interferir.

-Una condena por el caso Horas Extras, el caso Uniformes pendiente de sentencia y tres procedimientos más en fase de instrucción. Seguro que hay gente que piensa que en la etapa de gobierno PP-Roteños Unidos o se ha producido un expolio en el Ayuntamiento de Rota o, cuando menos, que todo era un desastre...

-Claro, y eso es lo que más me preocupa. Al final las personas pasamos y destrozar la vida de alguien es algo que no se puede resarcir. Pero a aquel que de verdad está en política por vocación, le duele muchísimo ver destrozada la imagen de una institución, en este caso el Ayuntamiento de tu pueblo. Eso es demoledor. Sobre todo cuando los concejales del PP y de RRUU trabajamos durísimo durante 12 años con el único fin de que nuestro pueblo fuera un ejemplo. Y los datos, sobre todo los económicos, atestiguan que no lo hicimos tan mal. Creo que en ese tiempo Rota se transformó, gracias a la labor municipal y a la colaboración de los ciudadanos.

-¿Se arrepiente de haber entrado en política?

-En absoluto. Para mí ha sido una experiencia única. Conocer a tanta gente, saber la realidad social de mi pueblo, las relaciones humanas, querer a la gente... eso es maravilloso. Yo soy un animal político de calle. Voy paseando y sigo viendo las cosas que se pueden mejorar en mi pueblo. La diferencia es que ahora me lo tengo que callar. Tengo más tristeza por la inhabilitación que por la pena de cárcel. Insisto, porque tengo la conciencia tranquila. Todos nos podemos equivocar, pero de ahí a que esto parezca un caso de corrupción, de malversación de fondos, de enriquecimiento, para nada. Si yo hubiera hecho algo mal a conciencia, lo reconocería.

-O sea, que no cierra la puerta a volver a la política cuando cumpla su inhabilitación...

-Uy, no tengo ni idea de cómo estaré dentro de ocho años. Pero esa puerta no la cierro. La política es un bicho que sigo teniendo por dentro.

-¿Sigue militando en el PP?

-Ahora mismo estoy fuera por decisión propia. Soy consciente de que en los momentos políticos actuales todo lo que huela a juzgado es chungo. Y eso sucede en todos los partidos, en los viejos y en los nuevos. Vivimos un momento político muy complicado y eso es por culpa de los dos grandes partidos, a los que todo esto se les ha ido de las manos. Lo que hay ahora es como una guerra civil en los juzgados. Y eso es muy peligroso.

-Y usted se considera una víctima de esa 'guerra civil en los juzgados'.

-Pues no lo sé, lo que sí sé es que esto ha sido un asunto político, una persecución a un gobierno de coalición que llevaba en el poder 12 años, que lo estaba haciendo bien y que ganábamos todas las elecciones en todos los ámbitos. Perdimos las municipales de 2015, es verdad, porque la gente quería un cambio. Pero es que los cuatro años anteriores fueron durísimos con tantas querellas. Teníamos que estar más pendientes de los juzgados y de presentar toda la documentación que se nos requería en vez de estar en la gestión del día a día. Y eso influyó.

-¿Tiene miedo a que la señalen por la calle?

-Qué va, para nada. Jamás he sentido el rechazo de mi pueblo. Yo le temo salir a la calle porque eso es como el besamanos de la patrona. Mi marido sigue yendo solo a hacer la compra, porque si va conmigo tarda dos horas y media más. Y yo sigo tardando una hora y media en cruzar la calle Charco. La gente me para, me pregunta. Me demuestran compasión, algo que se agradece. Porque yo no quiero que la gente tenga pena por mí, pero un poco de humanidad y de respeto siempre se agradece. Porque yo no soy una piltrafa. Yo soy una persona que siente, que padece y que intenta vivir. Existe preocupación en el pueblo por mí y por los cinco funcionarios condenados, la mayoría de los cuales suman 40 ó 45 años de servicio al Ayuntamiento y que ahora se enfrentan a una pena de cuatro años y medio de cárcel sin haber robado. Eso es durísimo. A ellos y a sus familias les doy mucho ánimo, les mando un abrazo y les pido que sean fuertes, que no pierdan la esperanza y que no agachen la cabeza jamás.

-¿Qué le diría a quienes se han alegrado de su condena?

-Pues que ojalá no estuviesen en esta situación, porque alegrarse del mal ajeno no es bueno. Eso al final se vuelve en contra de uno. Yo lo que estoy pasando no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Pero sí, claro que hay gente que se alegrará de mi condena. Es que hay gente que piensa que yo he robado y que tengo propiedades fuera de mi ciudad. Y lo único que tengo es un piso de 68 metros cuadrados, un coche de 12 años y un scooter, que es lo mismo que tenía cuando entré en política. Es que yo no entré en política por interés, por poder o por querer ser alguien, porque en eso no me educó nadie.

-¿Esta condena le ha destrozado la vida?

-A mí no, porque sigo teniendo mucha fe en Dios, en las personas y en la Justicia. Esto ha pasado, tengo que asumirlo y lo asumo. Pero a mi familia sí la ha destrozado. A mi hija de 15 años, sí. A mi marido, sí. A mi madre, a mis hermanos, a mis amigos, a la gente que me quiere, sí. Y esa es la preocupación permanente que yo tengo. Ellos. Porque mis hermanos me piden opinión en muchas cuestiones, y para mi marido, que es un hombre buenísimo, en cierto modo yo soy sus pies y sus manos. Ellos son mi preocupación. Porque yo soy una mujer con mucho temperamento y tengo claro que no voy a dejar que esto me arruine mi vida, porque sigo pensando que soy inocente. Jamás he actuado para hacer daño, pero si en algún momento le he hecho daño a alguien, a algún ciudadano o a algún compañero, aunque fuera de manera inconsciente, le pido perdón. Y pido perdón también por la situación de miedo y de incertidumbre que se ha generado en el Ayuntamiento y por los efectos colaterales que hayan surgido.

-¿Usted se ve en prisión?

-Sí, sí me veo. No quisiera, evidentemente, sobre todo porque a mí no me tienen que reinsertar, porque no he robado. Pero el momento político es complicado y ahora todos quieren dar lecciones ejemplarizantes. Y yo estoy a favor de eso, ojo, pero a las personas que realmente no hayan tenido un comportamiento adecuado. Pero soy optimista y pienso siempre que de todo se aprende y de todo se saca algo positivo. Y si tengo que ir a la cárcel, tengo claro que he de hacerlo con una actitud positiva. Seguro que de esa experiencia también aprenderé muchísimo.

-¿Cómo se le explica eso a una hija de 15 años?

-No se lo he tenido que explicar porque en estos cuatro años María ha vivido muy de cerca la persecución a la que hemos estado sometidos Lorenzo Sánchez y yo. Ella ha vivido en primera persona estos cuatro años de sinsabores y de angustia. Tras mi primera imputación, con apenas 11 años, se fue solita al diccionario, vio lo que significaba la palabra 'prevaricación' y me dijo: "Mamá, eso no es robar". Aquello me impactó. Después, cuando vinieron las sentencias, se lo expliqué todo detenidamente. Ella es fuerte y sólo me pide que piense en mí y no en ellos. Y ahora vivimos juntas el día a día, lo compartimos todo y sigo descubriendo con ella cosas nuevas.

-¿Qué sintió cuando vio a su madre liderando una plataforma para recabar firmas en favor de su indulto? ¿Orgullo de hija o sentimiento de vergüenza?

-Fue el momento más doloroso. Yo no lloré cuando recibí la primera sentencia, ni la segunda. Pero me vine abajo cuando vi el vídeo de mi madre pidiendo firmas para el indulto. Ahí se me partió el alma. Porque ella siempre ha estado en el anonimato y en su vida ha luchado y ha sufrido mucho. Lo hizo sin consultarme porque le dijo a mis hermanos que no podía dejarme sola. Después sí me sentí orgullosa de ella, porque vi su valentía, su fuerza y su entereza. Ella sola se ha metido en esto y creo que en cierto modo le ha ayudado a sobrellevar la situación.

-Por cierto, ¿el alcalde de Rota ha recibido ya a su madre?

-No. Ella le pidió una reunión por escrito y también a través de los medios de comunicación, porque temía que esa solicitud se perdiera, que se jugara con ella. Y la reacción del alcalde fue rechazar la reunión primero a través de una nota de prensa emitida desde el Ayuntamiento y luego, lo que fue aún más denigrante para ella, mediante una carta firmada por el propio alcalde que le dejaron a mi madre en el buzón. Hacerle eso a una mujer de 71 años es muy triste y demuestra una pérdida de valores. Yo estaba convencida de que el alcalde sí recibiría a mi madre, aunque se negara a solicitar mi indulto. Pero me equivoqué. Si hubiera sido al revés, yo sí hubiera recibido a su madre. Segurísimo.

-¿El recurso por enfermedad que ha presentado es una excusa, una vía de escape para eludir la prisión?

-Nunca lo he pensado así. No sé lo que habrá pensado mi abogado, pero yo lo único que quiero saber es qué calidad de vida voy a tener en el sitio en el que vaya a estar. Yo padezco desde hace años dos enfermedades degenerativas, la enfermedad de Crohn y espondinitis anquilosante, que últimamente se me han agravado. Estoy en tratamiento psicológico y psiquiátrico y sigo una medicación muy agresiva. Cada seis semanas me pongo un gotero que es como quimioterapia. Y cuando me lo ponen, vengo a mi casa, me acuesto y hasta el día siguiente no me puedo levantar. Y si estoy en prisión tendré que cumplir unos horarios y una rutina. Y no estoy segura de que físicamente pueda cumplirlo. Sólo es eso. No busco eludir mi responsabilidad.

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