Tanta indignación como resignación

Asidonenses y paterneros afrontaban ayer con estoicismo y civismo un quinto día sin agua Los vecinos reclaman la urgente renovación de las obsoletas tuberías del Consorcio

Tanta indignación como resignación
Juan Marqués Medina Sidonia

18 de noviembre 2015 - 05:01

Por la sinuosa subida a Medina, por el camino antiguo de los mulos de los aguaores, trepa con dificultad un camión-cisterna de la empresa Aquatrans 2000 con 10.000 litros de agua. Apenas durarán unas horas. Alrededor de 12.000 personas en Medina y otras 5.000 más en Paterna dependen de ellos desde hace cinco interminables días. Aguadores de emergencia en pleno siglo XXI para paliar el corte del suministro de agua potable más largo que se recuerda desde que hay grifos en las casas. La causa: la rotura de una tubería de los años 70 que no aguantó más la presión. En Medina, además, se revive una imagen que retrotrae a tiempos afortunadamente pasados: algunos niños y adolescentes ayudando a sus padres a acarrear agua para sus hogares. El Ayuntamiento asidonense ordenó el cierre de los colegios porque no podía garantizar la salubridad de los centros y, claro, había que echar una mano en casa. En la cola del agua, por las cabezas de las vecinas más mayores se cruza un mal recuerdo en blanco y negro: "Yo me mataba si volviesen los tiempos en los que había que ir con cántaros a la fuente", exagera una de ellas. Pese a la indignación, lo que predomina es el civismo y la resignación, pero también la reivindicación de una solución urgente y definitiva.

El camión consigue alcanzar una de las zonas más altas del pueblo. Allí lo espera pertrechada con una batería de garrafas María Astorga, una vecina de Santo Cristo. "Nosotros nos apañamos, pero fíjese usted las personas más mayores que no puedan valerse por sí mismas", dice. Más abajo, en la antigua residencia geriátrica del Santísimo -hoy Edad Dorada- su directora, Beatriz Tello, asegura que hasta el momento no han tenido problemas de abastecimiento porque disponen de depósitos con capacidad para dos días y medio, que se van reponiendo. María, como la mayoría de sus convecinos, está indignada, pero a la vez bien informada de en qué consiste la avería y de las gestiones del Ayuntamiento para que se solvente. "El alcalde-Manuel Fernando Macías, de IU- nos explicó ayer en asamblea que la solución depende de varias administraciones, entre ellas la Junta". Lo que nadie sabía ayer, ni en Medina ni en Paterna, es cuándo volvería el agua a sus casas. "Esto es vergonzoso, bochornoso", dice indignado Antonio. "Somos siete de familia y tengo que dar cinco o seis viajes al día", se queja. Para colmo, otro vecino denuncia que algún supermercado ha subido el precio de la garrafa de agua de cinco litros de 60 a 90 céntimos. No es el caso del Día de la zona, donde el agua embotellada vuela a una velocidad de nueve palés diarios. "Me parece una falta de ética y de moral increíble", asevera uno de los encargados.

En torno a la Fuente Grande - que en Medina llaman la Fuente Chica- se arremolinan los coches con los maleteros abiertos, que se van llenando de garrafas. El letrero de "agua no potable" apenas si se ve debajo de muchas capas de cal , pero a nadie parece importarle. Tampoco en la otra fuente principal, la de la Azocarrem.

En Paterna se vive una situación similar a la de Medina, pero nace la esperanza de una conexión provisional con Alcalá de Los Gazules. "Hay rumores de que podría estar lista mañana", comenta una vecina. A la puerta del bar del querido y admirado cantaor Rufino de Paterna se monta una improvisada tertulia sobre el asunto y en busca de los pozos perdidos del pueblo. "El único que queda es el de Medina, al que dice la leyenda que iba a por agua La Petenera", recuerda Rufino.

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