Un insecto de otra era en Los Alcornocales
Tres profesores de la Pablo de Olavide descubren una nueva especie de insecto El hallazgo se publica en la 'Freshwater Science'
La singularidad del Parque Natural de Los Alcornocales no deja de sorprender a los científicos. Tres investigadores y profesores de la Universidad Pablo de Olavide han hallado dos ejemplares de un insecto del orden de los tricópteros, del género Nyctiophylax, que se creía extinguido en Europa y cuya presencia solo era conocida por unos fósiles del Terciario conservados en el Báltico.
La nueva especie, de la familia Polycentropodidae, emparentada con los lepidópteros como la mariposa o las polillas, ha sido bautizada por uno de los profesores, Antonio Ruiz, con el nombre de Nyctiophylax (Paranyctiophylax) gaditana.
La investigación, que se ha prolongado durante diez años, ha sido publicada en el último número de la edición digital de la prestigiosa revista americana Freshwater Science y saldrá impresa este mes de marzo en todo el mundo.
El proyecto de investigación surge como consecuencia de las medidas compensatorias obligadas para la construcción de la autovía A-381 Jerez-Los Barrios. Se realizan distintos proyectos, entre ellos el encargado a Antonio Ruiz, Manuel Ferreras y Joaquín Márquez para conocer el estado de los ríos y arroyos del parque. Fue el director del Parque en aquellos años, el biólogo Felipe Oliveros, con quien ya habían trabajado anteriormente, quien les encargó el proyecto.
Corría el año 2003 cuando una larva localizada en un arroyo les pone sobre la pista. Constataron que se trataba de un género que no existía en Europa. Se desconocía la especie porque, como apunta Manuel Ferreras, en los tricópteros para determinarla es necesario analizar machos adultos. Años después, en 2008, comienza la investigación. Al tratarse de un insecto nocturno, Antonio Ruiz fabrica trampas de luz negra caseras, muy atractivas para estos animales.
Llegan al arroyo del río de la Jara con una de estas trampas, que instalan durante toda la noche. Al amanecer, acuden a recogerla y comprueban que habían caído 3.000 polillas y un único macho del género Nyctiophylax. "Fue una suerte que fuera macho, porque así se pudo comprobar el género", añade Ferreras, quien destaca que en el hallazgo intervino, además del conocimiento, la suerte.
Al año siguiente, en 2009, los tres científicos repiten la operación. Vuelven a caer otras 3.000 polillas y un macho del mismo género que el año anterior. El análisis y la investigación se hacen posible con estos dos insectos.
El trabajo fue arduo porque tuvieron que identificarse todas las larvas. Además, los profesores estaban obligados a compatibilizar la investigación con sus clases en la Universidad.
Antonio Ruiz tenía claro que se trataba de una especie nueva. No obstante, los profesores adscritos al Departamento de Sistemas Físicos, Químicos y Naturales de la Pablo de Olavide, especialistas en Entomología Acuática, se ponen en contacto con el doctor austriaco Hans Malicky, un especialista mundial en tricópteros, quien, efectivamente les confirma que se trata de una especie nueva, que no es conocida y a la que tienen el privilegio de poner un nombre.
"Se trata de un hallazgo único que añade una especie de insecto a la fauna europea actual, de un género del que sólo tenemos noticias gracias a los fósiles del Terciario conservados en el Mar Báltico", afirman los autores del estudio. Los tres científicos han recibido en las últimos semanas numerosas felicitaciones de colegas españoles, así como de investigadores americanos y canadienses que publican en la Freshwater Science.
Las características de la nueva especie parecen relacionarla con otras dos conocidas exclusivamente en el Sudeste asiático, aunque los investigadores creen que podría tener una estrecha relación con ejemplares africanos, debido a las vicisitudes climáticas acontecidas en el pasado y a la proximidad con el continente vecino.
Los científicos explican que las peculiaridades del Parque Natural Los Alcornocales, que tiene un dosel forestal en el que viven algunas poblaciones de árboles relictos de la Era Cenozoica, han servido de entorno propio para este insecto. "El estado de conservación de los ríos es algo que no existe en ninguna parte de Europa ni de España, se sabe especialmente por la variedad de helechos, que no existen en otras zonas", añade Ferreras.
Los dos ejemplares se conservan actualmente. Uno se encuentra en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid y el otro pertenece a la colección particular del científico austriaco, en agradecimiento a la ayuda prestada durante la investigación.
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