Galería del crimen | Capítulo 22
Por el honor de nuestra vecina
medio ambiente
Rugulopterix okamurae. Ese es el nombre científico del alga que se ha convertido en una pesadilla en el Estrecho. De origen asiático, su rápida reproducción no sólo escalda los bosques marinos o malogra las redes de los pescadores, también puede boicotear al turismo.
Bajo el agua “es una tragedia, sólo está ella. Han desaparecido por completo los bosques marinos”, explica la doctora María Altamirano, presidenta de la Sociedad Española de Ficología y profesora de Botánica y Fisiología Vegetal de la Universidad de Málaga. En el exterior, en la costa, la situación también es penosa para las playas, especialmente en Ceuta y Tarifa.
La primera voz de alarma se dio precisamente en Ceuta en 2016, con la llegada de arribazones de este tipo de alga, que mostraba un agresivo comportamiento invasor. Los científicos creen que llegó a la zona –probablemente, procedente de las aguas de lastre de mercantes de Asia– mucho antes de ser detectada y que ha tenido “una invasión críptica”: proliferó sin llamar la atención porque “se parece muchísimo a especies nativas”.
Sostienen los especialistas que la Rugulopterix okamurae llegó a un sistema “debilitado” tras haber sufrido en los últimos 25 años cuatro grandes invasiones de algas, ya que creen que las administraciones deberían establecer una red de alerta temprana para evitar su propagación, ya que ya se han encontrado muestras en la Bahía de Cádiz y Estepona (Málaga) e incluso en las Islas Chafarinas.
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